Economía

El Plan de empleo de la región beneficia a 142.000 madrileños en su primer año

Madrid, 14 jun (EFE).- Un total de 142.146 madrileños se han beneficiado del plan de empleo puesto en marcha por el Gobierno regional hace algo más de un año, un plan que con casi 210 millones de euros de inversión ha permitido fomentar la creación de empleo y el emprendimiento y ha dado formación a más de 67.000 trabajadores.

Así lo ha explicado la consejera de Empleo, Turismo y Cultura, Ana Isabel Mariño, en una entrevista en EFE en la que ha incidido, además, en que unos 90.000 emprendedores han tenido una oportunidad bien para crear empresas, bien para evitar el cierre de las que ya tenían o bien para impulsar sus negocios con ayuda de la Comunidad de Madrid.

Unas cifras de las que se muestra razonablemente satisfecha, aunque es consciente de que aún quedan 520.000 desempleados en la región y que hay que seguir trabajando para que la bajada del paro que se ha producido en los últimos ocho meses mantenga esa misma tendencia en el futuro.

La consejera ha hecho balance -aún provisional- del primer año del plan de empleo, al que la Comunidad ha destinado 209,8 millones de euros, de los cuales casi 44 se han dedicado a líneas de financiación para que el talento de los emprendedores se traduzca en proyectos reales que creen riqueza y empleo.

El plan tiene diversas ramificaciones, desde la mejora de la intermediación laboral a través de las oficinas públicas de empleo y agencias privadas de colocación hasta ayudas directas a las empresas para la contratación, pasando por el refuerzo de la formación de los desempleados o un plan de emprendimiento.

Uno de los aspectos en los que el plan pone el acento es mejorar la estabilidad del empleo e incentivar las contrataciones a mayores de 45 años, programas a los que se han sumado casi 2.300 empresas y han permitido contratar a 4.215 personas, con una inversión de la Comunidad de 26 millones de euros.

También se ha hecho hincapié en los parados de larga duración -muchos de ellos ya sin prestaciones- y se ha puesto en marcha un programa de colaboración social que permite a los desempleados trabajar en diversos servicios municipales mientras se forman, iniciativas con las que se ha podido contratar a 6.000 personas.

Mariño reconoce que lo más duro contra lo que ha habido que luchar durante la crisis, además de la falta de puestos de trabajo, ha sido la "desesperanza" que se ha instalado en la sociedad y la falta de confianza de los inversores para dar la vuelta a esa tendencia.

Pero ensalza la actitud que han demostrado los parados, que han entendido la necesidad de "mejorar su empleabilidad" y formarse para "acomodarse" al mercado laboral que dictan los nuevos tiempos, y han comprendido que si se formaban adecuadamente las posibilidades de encontrar trabajo se multiplicaban por tres.

Teniendo en cuenta que el 60% de los desempleados madrileños "no tenían formación suficiente" para afrontar nuevos proyectos laborales, la Consejería ha intentado facilitar su formación para abrirles puertas al trabajo.

De hecho, la formación ha sufrido en los últimos años "un cambio muy importante, una revolución", ya que, por ejemplo, hasta ahora no se había analizado si los cursos que se ofertaban permitían a los trabajadores formarse en aquellos aspectos y materias que demandaban los mercados de trabajo.

Una vez estudiadas esas necesidades de los mercados laborales, explica, se ha dado prioridad a aquellos cursos orientados a obtener certificados de profesionalidad o a cubrir los puestos de trabajo que ofertan las empresas en el presente o en el futuro, y se han dejado fuera cursos que "no estaban al nivel" de esas prioridades.

Como ejemplo, explica que había cursos dedicados a la risoterapia o a cómo negociar un convenio laboral, que ya no cuentan con subvenciones públicas.

La consejera admite que hay que seguir trabajando para dar trabajo a los más de 520.000 parados que aún quedan en la Comunidad, pero ha negado que, como aseguran los sindicatos, en la región haya más precariedad laboral.

En este sentido, ha pedido un "cambio de mentalidad", porque un contrato a tiempo parcial "no tiene por qué ser malo", y pone como ejemplo otros países europeos como Holanda, donde los contratos se han ido adaptando a las necesidades de la actividad económica y, a su vez, los trabajadores han ido acomodando sus necesidades personales a los diversos tipos de contrato.

"No todo el mundo quiere encajar en los estereotipos contractuales que siempre hemos dado por válidos en España. Hay otro mundo más allá de esto", insiste.

Y añade que en un momento de crisis como el que se ha vivido en los últimos años, es "positivo" que empresas que veían problemas en su futuro inmediato hayan apostado por contratar, aunque sea de manera temporal o a tiempo parcial.

"En la Comunidad de Madrid no hay precariedad, hay contratos diferentes. Estamos dando a los ciudadanos un abanico de posibilidades", reitera.

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