
La rentabilidad del bono español a cinco años en los mercados secundarios se situó hace apenas cuatro días y por primera vez en su historia por debajo del 1,7%, lo que ha permitido a España pagar menos por la deuda con este vencimiento que Estados Unidos, cuyo interés rondaba el 1,72%.
España es un país con un 26% de paro, desequilibrio comercial, un déficit público elevado y una economía con un crecimiento invisible, entre otros. Sin ser óptima, la situación de Estados Unidos dista mucho de la española. Así las cosas, ¿cómo es posible que el gobierno pueda pedir prestado dinero tan barato como EEUU?
Esa es la pregunta a la que trata de dar respuesta Bloomberg Businessweek a partir de la pista que le dan una serie de analistas, sin olvidar que respecto al bono a 10 años, el de referencia, las diferencias también son mínimas. En este caso, el llamado T-Note ronda el 2,7% mientras que el español se sitúa en el 3,1%.
Ángel Ubide, analista del Instituto Peterson de Economía Internacional, en Washington, piensa que la razón por la que los rendimientos han seguido esta evolución es muy simple: "Hubo un error de cálculo en los últimos dos o tres años", señala. "El mercado creyó que cualquier país que requiriera la asistencia del FMI o del fondo de rescate de la UE podía estar en riesgo de una reestructuración de la deuda. Pero esa hipótesis era equivocada".
El Banco Central Europeo (BCE), recuerda este analista, se comprometió hace dos años a comprar bonos de países como España o Italia sujeto a unas reformas a cambio. Fueron unas simples palabras, porque el programa nunca se llegó a activar, pero solo el lanzamiento de este mensaje sirvió para que el rendimiento de la deuda de ambos países empezase a caer. España empezó a mejorar su competitividad y sus socios comerciales fuera de Europa prosperaron, explica Ubide . "En el último año o año y medio, las exportaciones de España se han disparado".
Ahora el rendimiento de la deuda española está respondiendo a las perspectivas de crecimiento y la inflación, como en el caso de EEUU y no al riesgo de impago, indica.
De la mejora de la competitividad pero también de la devaluación interna que ha tenido que hacer España habla Mauro Guillen, director del Joseph Lauder Institute de la Universidad de Pennsylvania, en Philadelphia. "Toda esta situación no hubiese sido posible sin la promesa del presidente del BCE, Mario Draghi, de comprar deuda soberana".
Ahora bien, señala, "aún hay que ver si esto es o no sostenible". El déficit presupuestario sigue siendo elevado, apunta Guillén. "Por supuesto que aún tienen que llegar los efectos de ciertas medidas de austeridad, pero todavía tardarán un tiempo", añade.
Ventajas e inconvenientes
Con todo, Businessweek llega a la conclusión de que esta evolución tiene sus puntos positivos y sus puntos negativos para España. La parte buena es que los inversores empiezan a tener más confianza en que el país va a pagar su deuda. Es decir, los inversores aceptan un rendimiento menor porque están más seguros de que será reembolsado en su totalidad.
Ahora bien, la parte mala, señala la publicación, es que estos mismos inversores podrían haber llegado a la conclusión de que España encara años de debilidad económica, posiblemente acompañada de una inflación muy baja. Esa sería otro motivo para aceptar bajos rendimientos -no hay riesgo de que los pagos de intereses se verán erosionados por la inflación-. El mismo razonamiento se podría aplicar por ejemplo ante la caída de los intereses en Portugal, Grecia o Italia.