
Robert Shiller, premio Nobel de Economía, destaca en su último artículo en Project Syndicate el papel clave que tiene la psicología para la recuperación económica. Para ello, pone de ejemplo la mejora de Japón gracias a la narrativa del Abenomics, si bien resalta que no siempre funciona: cualquier historia, cuento, libro o película de cine no llega a tener éxito.
"Las fluctuaciones en las economías mundiales se deben en gran medida a las historias que oímos y contamos. Estas narrativas populares y emocionalmente relevantes a veces nos inspiran para gastar más, emprender, invertir o contratar empleados; en otros casos, nos inundan de miedo el corazón y nos incitan a quedarnos quietos, ahorrar recursos, limitar el gasto y reducir el riesgo", explica el economista.
Quizá por ello muchos gobiernos se centran en una palabra que se repite hasta la saciedad: "confianza". Quizá por ello también existen las denominadas profecías autocumplidas. La crisis del euro también es otro ejemplo: el momento clave llegó con las famosas palabras de Mario Draghi, prometiendo hacer "todo lo que fuera para salvar el euro", cambió inmediatamente la percepción que existía entonces sobre el negro futuro de la moneda única.
El efecto psicológico del Abenomics
Para ilustrar su teoría, sin embargo, Robert Shiller se centra en Japón, país que ha visitado recientemente. "Estoy impresionado con el impacto positivo de las historias en la forma de pensar y comportarse de la gente, aunque también lo estoy con lo frágil que es este cambio", señala recordando la narrativa de Shinzo Abe, primer ministro desde diciembre 2012.
El efecto ha sido profundo, lo que unido a las reformas y su macroprograma de estímulo (el famoso Abenomics), ha permitido que Japón redujera su output gap (el diferencial entre el crecimiento económico real y el crecimiento potencial) desde el -3.6% de 2011 al -0,9% de 2013.
Al igual que el 'cuento' japonés sirve a Shiller para ilustrar los efectos positivos, el 'cuento' de la burbuja inmobiliaria de EEUU y otros países también sirve para mostrar lo contrario y los riesgos que conllevan las historias de excesivo optimismo.
La burbuja: un 'cuento' con final trágico
Cuando comenzó a subir la vivienda a principios del siglo XXI, nadie hablaba de "burbuja", recuerda. "El boom era un triunfo de la empresa capitalista en un nuevo milenio". El poder de estas historias (la vivienda nuca baja, se decía en España), radica en que un número enorme de personas las creyeron y dedicaron sus recursos y sus inversiones a la vivienda. Ello les hizo partícipes de esa misma burbuja, muchos mejoraron su confianza y ello les llevó a comprar viviendas a unos precios a los que en otras condiciones no se hubieran atrevido.
"Con el abrupto fin del boom en 2006, esa historia infladora de egos también terminó. Al fin y al cabo, no todos somos genios de la inversión. Aprendimos que fue una burbuja. Y la confianza en nosotros mismo, y por lo tanto en nuestro futuro, cayó, disuadiendo la toma de riesgos", continúa.
Y eso fue solo el principio. El miedo se extendió por el mundo y los 'cuentos' que comenzaron a poblar los medios de comunicación eran los de bancos corruptos, exceso de endeudamiento, 'expertos' que no daban una y políticos incompetentes. El desplome bursátil amplificaba el miedo a una depresión y a partir de 2009 no tardaron en llegar las comparaciones con la Gran Depresión que siguió al crack de 1929.
La tecnología y la narrativa del miedo
Por ello, Shiller mantiene que para entender la debilidad de la recuperación global "necesitamente identificar qué historias han afectado a la psicología popular". Por ejemplo, la revolución tecnológica que han supuesto los smartphones y las tablets no ha servido para mejorar la confianza de la gente. Es más, se podría argumentar lo contrario: es la historia de unos cuantos emprendedores que se han hecho inmensamente ricos. Y este 'cuento' tecnológico no ha tenido ni de lejos el efecto positivo que tuvo el incremento del precio de la vivienda.
Es más, los avances tecnológicos están desencadenando nuevos miedos. "Ahora que los teléfonos nos hablan, alimentan el miedo de que acaben reemplazándonos, justo lo que ocurrió en otros momentos en los que la automatización hizo que mucho capital humano quedara obsoleto". El miedo a un futuro en que las máquinas hagan los trabajos que ahora realizan humanos ha sido objeto de discusión en los principales medios financieros en los últimos tiempos, e incluso el multimillonario Bill Gates ha hablado de ello públicamente.
De ahí la necesidad de encontrar una historia, un 'cuento' global que devuelva la confianza perdida a la sociedad y permita una vuelta a un crecimiento más solido. "Sin embargo, no es fácil para los líderes manejar estas historias, así como no es fácil hacer una película de éxito cada vez. Ningún líder puede dar forma constantemente a las narrativas que afectan a la economía. Pero eso no significa que no se deba intentar", concluye el premio Nobel.