
La designación del nuevo gobierno de coalición germano comandado por Angela Merkel ha traído una sorpresa, la incorporación de Jörg Asmussen como secretario de Estado en el Ministerio de Empleo. Su salida del comité ejecutivo del BCE deja un importante hueco, el de la postura suave alemana, en contraposición con la de Jens Weidmann. Las apuestas sobre quién le sucederá están abiertas y las advertencias sobre el riesgo político, sobre la mesa.
Alemania es la mayor economía de la zona euro y, a la postre, la voz cantante en la toma de decisiones de la región comunitaria. La debilidad económica y política de sus socios europeos ha propiciado que las directrices del gobierno de Angela Merkel hayan preponderado por encima del resto de peticiones en Bruselas.
El presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, ha ejercido como perfecto representante de la postura germana más ortodoxa en el seno del Banco Central Europeo (BCE). Sin embargo, la institución monetaria encontraba el contrapunto en la figura de Asmussen. Según explican expertos a la CNBC, el ahora secretario de Trabajo ha sido un intérprete clave entre la línea política alemana, que solía exigir medidas más duras con respecto a los Estados europeos en problemas, y el Consejo de Gobierno del BCE.
En más de una ocasión, Asmussen ha manifestado una opinión contraria a la del gobierno germano y a la de Weidmann. Así fue el caso en relación con el programa de compra de bonos por parte del BCE o con el rescate a Grecia, para la que defendía una mayor indulgencia. También se opuso a la postura alemana con respecto a la unión bancaria pidiendo que estuviera lista para mediados de 2014, después de que Berlín declarara que quería un ritmo más lento.
El coste político
De esta forma, los analistas consideran de gran importancia buscar un perfil similar al de Asmussen para ocupar su hueco en el BCE, de forma que traslade una postura más suave en contraposición con la de Weidmann.
"El equilibrio entre el papel constructivo de Asmussen y la posición más escéptica del Bundesbank ha sido fundamental para definir la posición de Alemania en la crisis", asegura Carsten Nickel, vicepresidente senior de Teneo Intelligence. "Todo lo que se desvíe de este camino podría elevar el coste político de las políticas europeas, de corte germano, y eso no es muy deseable", añade.
Por ahora, los tres nombres que suenan como posibles sucesores de Asmussen no disipan las dudas. Una de las que despunta como favorita es la vicepresidenta del Bundesbank, Sabine Lautenschlaeger, con tendencia a compartir las opiniones de su jefe, Jens Weidmann.
También suenan los nombres de Elke Koenig, presidenta del regulador financiero alemán, el BaFin, y la directora del instituto de investigación económica Halle, Claudia Buch.