
La Fed, que celebra hoy la reunión más incierta desde junio de 2004, podría no incrementar los tipos
En junio de 2004, Ben Bernanke era uno más. Ocupaba una de las doce sillas del Comité Federal del Mercado Abierto, el órgano de la Reserva Federal (Fed) que establece los tipos de interés en Estados Unidos, pero su nombre no acaparaba grandes titulares ni mayores atenciones.
Por eso nadie se preocupó por él cuando el banco central norteamericano decidió empezar a subir el precio del dinero en aquel momento. Para dar la cara ya estaba el presidente, que para más señas respondía al nombre de Alan Greenspan.
Todas las miradas sobre Bernanke
Ahora, dos años y dos meses después, ese privilegiado anonimato se ha convertido en toneladas de presión. Bernanke ostenta el bastón de mando de la Fed, por lo que todas las miradas están puestas en él.
Sobre todo en un día como hoy, en el que la institución podría interrumpir el prolongado ciclo de subidas inaugurado por Greenspan. Desde entonces, la institución sólo ha seguido un camino, el de elevar los tipos un cuarto de punto en cada una de las diecisiete reuniones que ha celebrado.
Pero esta secuencia, que ha provocado que los intereses hayan pasado del 1 al 5,25 por ciento, podría acabar hoy -la decisión se anuncia a las 20.15, hora española-. Al menos, así lo creen 73 de los 95 analistas consultados por la agencia Bloomberg, que apuestan por el mantenimiento.
En juego, su credibilidad
Sin embargo, el panorama dista de estar tan claro. En primer lugar, porque los propios datos son confusos y aportan argumentos tanto subir como para mantener el precio del dinero. A favor de la primera alternativa figura la marcha de la inflación.
En junio, la medida de los precios más seguida por la Fed -el denominado PCE core- creció hasta el 2,4 por ciento, la tasa más alta desde septiembre de 2002. Si a ello se añade la constante fortaleza del petróleo, que ayer rondó de nuevo la barrera de los 78 dólares por barril, la amenaza inflacionista podría justificar el décimo octavo aumento consecutivo de los intereses.
Si, en cambio, la Fed opta por no tocar los tipos, podrá esgrimir la debilidad mostrada por las últimas referencias económicas. Entre abril y junio, el crecimiento norteamericano se redujo hasta el 2,5 por ciento, muy por debajo del 5,6 por ciento registrado en el primer trimestre del año.
Al mismo tiempo, las cifras de empleo correspondientes a julio, mes en el que Estados Unidos sólo generó 113.000 puestos de trabajo, constataron la impresión de que la locomotora norteamericana está aminorando su marcha.
El mejor antídoto contra la inflación
En este sentido, Bernanke reconoció el 19 de julio, en su comparecencia bianual ante el Congreso, que "la moderación de la economía debería ayudar a limitar las presiones sobre la inflación en el futuro". Es decir, la evolución reciente del crecimiento podría contener el mejor antídoto contra la inflación, de ahí que, en efecto, el banco central pueda tomarse un respiro.
Pero hay más. Aunque la Fed decida otro repunte, hasta el 5,5 por ciento, los mercados y los agentes económicos esperan una clara alusión a que después no volverá a moverlos a corto plazo. Así lo sugirió el propio Bernanke en su discurso de julio.
Si esto no ocurre, y la Fed eleva los intereses y deja la puerta abierta a más aumentos, será la segunda vez que habrá generado una expectativas falsas -ya lo hizo en mayo-, por lo que su credibilidad estará bajo mínimos y los mercados sufrirán un daño considerable.