
Entre 2007 y 2012, los países de la Eurozona sufrieron un creciente deterioro del endeudamiento público, que se mantiene hasta la fecha, y que en el caso de España ha sido fulgurante: del 36 al 84,2% del PIB en cinco años.
Una progresión en la que no sólo inquietan los elevados volúmenes del pasivo acumulado por las Administraciones Públicas durante la crisis, sino la carga que suponen los intereses, que este año se habían proyectado en 38.000 millones de los Presupuestos Generales del Estado, si bien el Gobierno da por seguro que las mejores condiciones de financiación reducirán esa cifra.
Pero es que el servicio de la deuda entre 2007 y 2012 ha sido responsable del 20% del aumento de la cifra total del pasivo nacional, según cuantifica el Banco de España en su boletín de julio-agosto. Aunque no es el componente más decisivo para el incremento del endeudamiento público -los déficit primarios supusieron el 70% en esos cinco años-, es evidente que los intereses acogotan las cuentas públicas.
De hecho, los pagos acumulados por gastos financieros del Estado hasta el 31 de agosto pasado suponen 22.186 millones de euros, lo que significa el 9,2% más respecto a los 20.311 millones en la misma fecha de 2012. Un repunte achacable, según detalla la Intervención General de la Administración del Estado (IGAE) en su informe de agosto, a "los mayores pagos por 1.852.111 miles de euros, destacando los pagos por deuda pública en moneda nacional a largo plazo por 1.833.478 miles de euros".
Octavo país con mayor pasivo
Las dificultades para meter en cintura la deuda son enormes, como avanzó implícitamente el presidente, Mariano Rajoy, en la cumbre del G-20 a primeros de septiembre, al asegurar que España reduciría su deuda a partir de 2016, de lo que se dedujo que, hasta esa fecha, seguiría al alza. Un temor que los Presupuestos Generales para 2014 han confirmado, pues el Gobierno prevé ahora que el pasivo llegue al 98,9% del PIB en 2014, que era casi el nivel que antes proyectaba para 2016. De hecho, las cuentas de 2014 parecen dar la razón a la mayoría de analistas, entre ellos Funcas, que auguraba el 100 por ciento en 2014.
La comparativa con Europa arroja aún más señales de alarma. Así, al final del primer trimestre de 2013, España era el octavo país europeo más endeudado según su PIB: el 88,2%, resultado de deber 922.828 millones, frente al 84,2% (883.848 millones) tres meses antes, según Eurostat.
Unos guarismos que certifican el acuciante problema de la deuda española, ya que suponen que al cierre de marzo el pasivo había escalado cuatro puntos sobre finales de 2012, y 15,2 puntos en tasa interanual, es decir, sobre el primer trimestre de 2012. Además, esos 15,2 puntos de aumento interanual significan la tercera mayor tasa de la UE. Y, según Eurostat, de los cinco países con mayor crecimiento del pasivo, España es el único no rescatado que lo ha subido en dos cifras en un año.
La espiral de la deuda parece imparable: el pasado julio, según el Banco de España, suponía ya el 92,6 por ciento del PIB, lo que la sitúa por encima de la UE-27 (85,9 por ciento) y muy cerca del 92,2 por ciento de pasivo de la eurozona.
Pasivos totales en el 112,2%
Aunque la Deuda según el Protocolo de Déficit Excesivo (PDE) es la que importa para rendir cuentas ante Bruselas, no es el único instrumento que mide el endeudamiento: el más amplio es el de los pasivos totales de las Administraciones.
Según el Banco de España, los gastos de los pasivos totales de las AAPP -incluyen los de una Administración frente a otra, créditos comerciales y cuentas pendientes- alcanzaron el 112,2% del PIB en 2012 (110,9% en el euro). Algo más de 21 puntos de PIB son pasivos entre AAPP, de forma que los pasivos consolidados -tercera vía de medición- fueron del 90,8% (103,7% en la zona euro). Todas ellas son cifras a tener muy en cuenta, pues la Ley de Estabilidad Presupuestaria exige una deuda del 60 por ciento en 2020.