
El presidente de la Generalitat, Artur Mas, no parece dispuesto a dejar que caiga Panrico, uno de los buques insignia de la industria alimentaria catalana, en la que además trabaja como director de Operaciones su hermano, Joan Mas Gavarró. La Generalitat ya ha mediado en otros planes de reestructuración de la empresa y ha vuelto ahora a tender la mano al equipo directivo ofreciendo incluso, si es necesario, avalar la línea de crédito que ha cerrado Caixabank, lo que precipitó que la empresa tuviera que pedir el preconcurso de acreedores, según han confirmado fuentes próximas a la negociación.
La Consejería de Empresa y Empleo emitió ayer un comunicado en el que asegura que está realizando un seguimiento activo de las negociaciones y ofreció a la dirección y a los trabajadores su apoyo "para garantizar su continuidad diaria, su viabilidad y la estabilidad de los proveedores". El departamento que dirige Felip Puig aseguró que con esto pretende evitar "una fractura en el mercado de la alimentación en Cataluña", así como garantizar el empleo y mantener el tejido industrial. Pese a que el comunicado es muy claro al respecto y deja claro que habrá ayuda económica - "la Generalitat tiene previsto activar los mecanismos de ayuda necesarios a nivel financiero y operativo"- un portavoz de la consejería aclaró después que no se va a realizar ninguna aportación directa de capital. "No vamos a dar dinero a Panrico", aseguraron. Según dicen, de lo que se trata es de intermediar con las con entidades bancarias para ayudar a reactivar el crédito en la empresa. La falta de crédito impidó que Panrico pudiera pagar el pasado lunes a una ETT, Avanza, tal y como estaba previsto, lo que precipitó que la firma de bollería solicitara el preconcurso.
Financiación
"Haremos lo que sea necesario para que obtenga financiación", explican en la consejería. "Queremos dejar claro que la Generalitat está decidida a salvar la empresa. Nuestra figura no es exclusivamente la de mediador entre empresa y sindicatos", concluyen. Las negociaciones con la Generalitat las dirige el propio consejero delegado de Panrico, Carlos Gila, y en ella no interviene el hermano del president, según aseguran fuentes próximas a la negociación. No obstante, como alto directivo, el hermano de Mas si que tiene un papel muy activo en el plan para poder salvar la compañía y evitar su liquidación.
A la espera de la posible ayuda autonómica, la dirección de Panrico sigue trabajando mientras tanto en un plan de viabilidad. En este momento el gran escollo es la convocatoria por parte de los sindicatos de una huelga indefinida a partir del 13 de octubre. Es una medida, que si se lleva a cabo, podría suponer la liquidación de la empresa en cuestión de apenas una semanas, ya que al tratarse de un grupo de bollería y productos frescos, como el Donuts, no hay stock disponible.
Paralización de la actividad
No obstante, las fábricas podrían paralizarse ya la semana que viene porque según denuncian los autónomos -hay 1.800 encargados del reparto de los productos- no hay ya recursos financieros para mantener su actividad. "No podemos seguir pagando el combustible de las furgonetas si no nos pagan lo que nos deben, con lo que es probable que haya que paralizar la distribución. Y no es una huelga, sino un problema de liquidez", asegura Antonio Hidalgo, presidente de Atapan, la asociación que integra a los trabajadores autónomos de Panrico. La empresa, que entre otros productos elabora los Donuts, los Bollycaos y los productos de bollería de La Bella Easo, ha anunciado un plan de viabilidad en el que se prevé el despido de más de 1.900 trabajadores y trabajadoras hasta el 2015 de un total de 4.000 en todo el país, rebajando las nóminas a los que se queden entre un 35 y un 45 por ciento. El objetivo es ahorrar 53 millones durante los próximos dos años y frenar la continua sangría de pérdidas. Panrico lleva acumulados desde el inicio de la crisis unos números rojos de 700 millones de euros y su previsión es perder, como mínimo, otros 50 millones más este año.
Al cierre del ejercicio, la facturación se habrá reducido un 40 por ciento respecto a 2008, hasta 286 millones. El plan del equipo directivo pasa, al margen de reducir los costes, por el lanzamiento de productos de vida más larga que el Donuts -lo que permitiría un ahorro significativo en logística-, además de fabricar marca blanca.