Cree que la legislación española lleva a las entidades a dedicarse a lo inmobiliario
BARCELONA, 29 (EUROPA PRESS)
El expresidente de Caixa Catalunya Antoni Serra Ramoneda, que ostentó este cargo de 1984 a 2005, ha negado haber tenido funciones ejecutivas durante sus 20 años de mandato, y las ha trasladado al exdirector Josep Maria Loza, ya que las suyas eran meramente supervisoras.
"En estricto cumplimiento de la legislación, el presidente no es un cargo ejecutivo, es un miembro más del consejo y el consejo tiene funciones supervisoras. El director es quien tiene la función ejecutiva", ha asegurado.
Así lo ha explicado este lunes en una comparecencia parlamentaria sobre las posibles responsabilidades derivadas de la actuación y gestión de las entidades financieras y la posible vulneración de los derechos de los consumidores.
"El ejecutivo lo que tiene que hacer es proponer operaciones, el consejo las examina y les da luz verde o no. Si da luz verde, la ejecución corre a cargo del director", ha añadido Serra Ramoneda.
Ha admitido haber tenido un "papel determinante" en el nombramiento de Loza, al que propuso por ser un conocedor a fondo de la entidad --trabajó 36 años en ella--, los tecnicismos y la normativa, y ha negado haber pactado con el exdirectivo su indemnización.
Serra Ramoneda ha ironizado con que después de dejar la entidad, lo que ha dicho que le fue insinuado por el expresidente de la Generalitat Josep Montilla, no recibió ningún tipo de indemnización, si bien
"se habló de pagar al presidente 600.000 euros".
RIESGO INMOBILARIO
Ha considerado que "el sistema legal español lleva a las entidades financieras a dedicarse a lo inmobiliario" porque un director de oficina tiene la seguridad de que cuando concede un crédito hipotecario no perderá el dinero, ya que siempre podrá recuperar el inmueble.
Ha apuntado que si esta estrategia inmobiliaria, que le ponía nervioso desde el punto de vista social, según ha dicho, se hubiera frenado a tiempo, la entidad quizá también hubiera necesitado ayudas para sobrevivir, pero no las actuales: "Tenía que haber sido más vehemente en la reducción de la inversión inmobiliaria".
"La culpa de todo lo que ha pasado la tiene todo el mundo. Los reguladores eran los que teóricamente tenían que vigilar y evitar las degradaciones que se iban produciendo, y no tuvieron ánimo suficiente para imponer esto. Fue un sálvese quien pueda", ha afirmado.
Ha señalado que Caixa Catalunya no levantó el pie del acelerador cuando debía, y pese a la crisis siguió creciendo y avanzando en su plan de expansión: el número de oficinas pasó de 1004 en 2004 a 1.203 en 2008, el personal ascendió de 6.009 personas a 7.094 y los créditos con garantía real al sector pasaron de 16.698 millones a 22.012.
"En vez de levantar el pie del acelerador, seguimos y la inercia nos llevó a los problemas de 2008. Las cifras lo ponen de manifiesto", ha asegurado, y ha añadido que junto con el exdirector Loza convinieron que era necesario tener ciertas reservas, como eran las participaciones en Abertis, Ascat, Repsol o Gas Natural.
Sobre la compra de MNA, ha señalado que fue una "pifiada a lo grande" en la que ojalá no se hubiera visto implicada la entidad, y ha calificado de plaga las auditoras de nombre extranjero que emitieron informes sobre la aseguradora con un precio que no era el que valía, según ha dicho.