
Los líderes de la Unión Europea inician mañana una nueva cumbre en la que esperan cerrar avances y posibles acuerdos en favor del empleo juvenil. Pero, en paralelo, afrontan una crisis que podría ser aún más difícil de resolver que los problemas de deuda de la región: los europeos están perdiendo la confianza en la propia UE y en los beneficios de unificar la región.
La larga crisis económica está alimentando la animosidad hacia las instituciones europeas, visible en las encuestas de opinión, y en la creciente tendencia de los políticos a culpar muchas veces a Bruselas del alto desempleo y de las tensiones presupuestarias, advierte el Wall Street Journal.
Funcionarios de la Unión Europea y muchos analistas piensan que la medicina para estos males deben incluir centralizar más en Bruselas la formulación de ciertas políticas. Pero los ciudadanos europeos parecen cada vez menos dispuestos a apoyar esa opción.
Altos funcionarios franceses han atacado a la Comisión Europea por decir a los países como deben gestionar su economía. Y mientras, Merkel, con las elecciones de septiembre cada vez más próximas, ha retrasado recientemente la adopción de medidas para una integración europea más profunda.
Incluso Holanda, tradicionalmente pro-UE, está poniendo un cierto freno a la idea de una mayor integración europea. El momento de "una unión cada vez más estrecha" en Europa ha terminado, señaló la semana pasada el gobierno holandés en una carta al Parlamento.
Ningún país quiere salir del euro, pero en todo el continente se está agotando el apoyo para el fortalecimiento de sus instituciones. "El mayor problema que tiene la UE es que se enfrenta a una crisis de legitimidad", señala Charles Grant, director del Centro para la Reforma Europea, un think tank con sede en Londres. "Sin duda el euro necesita una política económica más centralizada pero no existe apoyo popular para ello".
En la cumbre de la UE que empieza mañana se trabajará para dar a conocer un plan maestro que ayude a combatir el alto desempleo juvenil y se discutirá la forma de reforzar la gobernanza de la zona euro y del sistema bancario. Forma parte de las reivindicaciones del Gobierno español: más fondos del BEI para créditos a pequeñas y medianas empresas, un único mercado financiero y avances hacia una verdadera integración europea. Eso sí, se esperan tan solo modestos avances en todos los frentes -por falta de dinero y voluntad política-, aseguran muchos analistas.
Calma relativa
Una calma relativa en los mercados financieros europeos, en comparación con el pánico de deuda pública de 2010-2012 ha eliminado el sentido de urgencia que llevó a los líderes de la UE a prometer una unión bancaria en la cumbre de hace un año, recuerda el WSJ.
Sin embargo, los mismos gobiernos que prometieron tomar medidas urgentes en junio de 2012 apenas han llegado a un modesto paso en esa dirección: limitar a 60.000 millones el uso del fondo de rescate para la banca en dificultades.
Los líderes europeos también prometieron el año pasado elaborar un plan para convertir al euro en una "auténtica unión económica y monetaria," con mucha mayor coordinación presupuestaria y otras políticas económicas.
Sin embargo, en el proyecto de conclusiones de la cumbre de esta semana, al que ha tenido acceso The Wall Street Journal, los líderes se comprometen tan sólo a examinar esta cuestión en las cumbres de octubre y diciembre.
Algunos funcionarios de la UE temen que el bloque y su moneda común estén atrapados. El euro necesita instituciones fuertes para sobrevivir a nuevas crisis económicas. Pero las autoridades europeas ya han adquirido tantos poderes que se les ve como invasoras en muchos países, lo que alimenta el resentimiento nacional.