Economía

Una solución: la 'hucha' individual que revierta a cada pensionista

  • Los expertos aconsejan reducir las cargas a generaciones futuras

España cuenta con casi un trabajador por pensionista y parado. La crisis ha elevado a seis millones el número de personas en desempleo, que junto a los nueve millones de pensionistas, exigen hacer auténticos malabarismos para cuadrar las cuentas con los 17 millones de personas que trabajan. 'Favores' políticos y bases de cálculo dispares separan a las autonomías.

Este desequilibrio obligó a echar mano del fondo de reserva de la Seguridad Social dos veces y hay riesgo de que vuelva a necesitarse en 2013. No es un drama porque el fondo nació para cubrir déficits con reservas acumuladas en épocas de bonanza.

Sin embargo, la amenaza de nuevos desfases seguirá ahí, incluso, cuando la economía crezca porque el gran desafío para la sostenibilidad de las pensiones es el envejecimiento acelerado de la población, con la natalidad a la baja.

Factor de sostenibilidad

El Ejecutivo, impelido por Bruselas, aborda precisamente ahora una nueva reforma para evitar el desastre: introducir un sistema que, de forma automática, y en función de determinados parámetros -esperanza de vida, PIB, cuantía de las prestaciones...- adapte las pensiones a la realidad cambiante. Ese factor de sostenibilidad es necesario, pero insuficiente a ojos del Grupo Consultivo que preside el ex ministro Juan Manuel Eguiagaray e integran el exsecretario general de CCOO, José María Fidalgo, el expresidente de la AEB, José Luis Leal, los catedráticos de Sociología, Víctor Pérez, y de Economía, Felipe Serrano y el economista jefe de BBVA, Rafael Doménech.

El grupo, creado con el patrocinio de la patronal del seguro Unespa hace tres años para analizar los efectos sobre el Estado del Bienestar del envejecimiento, cree que es hora de plantearse un giro copernicano y adaptar el modelo sueco o italiano. Un sistema donde el trabajador tiene su propia "hucha" de pensiones, sin cargar sobre las espaldas de sus hijos la losa íntegra de su prestación y que será muy superior de no alterar las reglas de juego a tenor de las perspectivas demográficas -los nacidos en el baby boom empezarán a jubilarse en pocos años-.

El modelo tiene el inconveniente social de plantear sobreesfuerzos en la fase de introducción, solo compensables con una impopular mayor presión fiscal.

¿Cómo se hace? Su propuesta es evolucionar desde el actual sistema generalista, al de pensiones a la carta. Hoy, el trabajador sufraga la prestación de los jubilados con sus cotizaciones, con la garantía de que su pensión la soportarán los futuros empleados, en una cuantía casi prefijada. Obtendrá, al retiro, un importe calculado sobre la renta de una parte de su vida laboral -25 años-, menos unos coeficientes reductores. La reforma de 2011 elevó de 35 a 37 los años mínimos cotizados y amplió a 67 años la edad de jubilación para recibir la pensión íntegra.

Recibes según aportas

El modelo sueco consagra el sistema de reparto y de solidaridad intergeneracional -el empleado seguirá sufragando el bienestar de los pensionistas- pero introduce equidad. La pensión dependerá de lo que el ciudadano haya cotizado. Es decir, sus contribuciones se dividen entre el número de años que espera que viva cuando vaya a retirarse, sin necesidad de haber cotizado durante 35 o 37 años para consolidar ese derecho como ocurre ahora.

El grupo que lidera Eguiagaray cree que la reciente sentencia del Tribunal Constitucional 61/2013 empujará en esta dirección, ya que obliga a reconocer pensiones a los trabajadores a tiempo parcial. Las cuentas nocionales son eso: garantizan alguna prestación aunque sea mínima y favorecen a los que más contribuyen que no verían tompados, como ahora, sus ingresos en la edad del retiro. Por otro lado, alivaría a generaciones venideras al consolidar solo derechos realmente cotizados. "Elimina el que ha sido el principal 'pecado' denuestro sistema, como es el traslado de las acciones o reformas no realizadas en el presente a los trabajadores y jubilados del futuro", alegan.

Ahora bien, no garantizaría una pensión mínima como ahora y quedaría al albur del Gobierno comprometerla y financiar el gap no cotizado. Querían fuera también las pensiones no contributivas -viudedad, orfandad..-, que los expertos aconsejan sufragar vía impuestos generales u otras partidas.

Mayor presión fiscal

Una clave de las cuentas nocionales es que el afiliado conoce cada año los derechos que acumula para concienciarle y darle la oportunidad de ahorrar si teme una vejez pobre o, incluso, decidir cuando pone fin a su vida laboral. Hoy se topa con la situación en el momento del retiro. Y los últimos cambios la han empeorado. El aumento de la edad de cálculo de 2011 y el atraso de la jubilación, redujo desde el 80 al 73 por ciento el importe percibido en pensión en función del salario que cobraba antes.

Los expertos alertan de que se reducirá aún más cuando surjan nuevas insuficiencias financieras de no cambiar de modelo y obligará a retrasar otra vez la edad de jubilación porque el resto de estabilizadores están agotados -el periodo cotizado mínimo, por ejemplo, compromete toda la vida laboral o casi-.

El modelo sueco no está exento de dificultades. El primer desafío será definir a partir de qué edad comienzan a construirse cuentas nocionales. Sus "propietarios" convivirán durante un tiempo con los pensionistas y trabajadores de edad superior a la fijada para migrar al sistema. Todos ellos tienen reconocidos unos derecho y para satisfacerlos, los expertos creen inevitable elevar la fiscalidad, fijar un tributo nuevo o utilizar otras partidas.

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