Economía

Cándido Méndez será reelegido al frente de UGT tras 20 años en el puesto

  • Su renovación como secretario general se da por asegurada
El secretario general de UGT, Cándido Méndez. Foto: Archivo

Ha dicho que lo hacía por "responsabilidad" ante la grave situación del país, y también porque contaba con el apoyo de las federaciones, e igualmente debido a que "no hay una alternativa con peso". Sea cual sea el verdadero motivo, lo seguro es que Cándido Méndez optará a la reelección como secretario general de UGT en el 41 Congreso Confederal que el sindicato inicia mañana en Madrid y que durará hasta el sábado.

La ausencia de rivales internos se lo ha vuelto a poner muy fácil a Méndez para hacerse con otros cuatro años de mandato y perpetuarse en un puesto en el que ya lleva 19 años.

De hecho, no sabe lo que es un proceso de elección reñido desde abril de 1994, precisamente la época en que fue designado sucesor de Nicolás Redondo al frente de la central, tras vencer a Manuel Fernández. Y aun así ganó con más del 75% de los votos. En las sucesivas reeleciones su margen no hizo más que aumentar, hasta llegar al aplastante 93% de 2009.

Esa manera de aferrarse al poder dentro de una institución democrática de carácter reivindicativo es chocante para no pocos observadores.

El relevo

Entre ellos se encuentra Joaquín Trigo, director general del Instituto de Estudios Económicos (IEE), quien opina que dos décadas al frente de una entidad sindical es demasiado tiempo. En su opinión, hay que dejar paso a las nuevas generaciones. Además, "la economía de hoy no es la economía de hace 20 años", máxime cuando, de por medio, se ha producido una crisis económica que ha llevado incluso a un cambio legislativo de la reforma laboral. Trigo llama la atención sobre las personas que eligen a los líderes sindicales: "Son decisiones democráticas de quienes tienen puestos fijos en las organizaciones sindicales".

Otras fuentes consultadas por este diario, en cambio, opinan que los comportamientos sindicales requieren una evolución más lenta que la política, por lo que justifican su supervivencia al frente de la secretaría general de la organización.

El excoordinador de IU Julio Anguita opina que la reelección de Cándido Méndez durante tantos años se puede deber a que ha obtenido rendimientos positivos para la organización, que no para el trabajador. Y es que el exdirigente político reprocha a estas organizaciones sindicales que hayan seguido negociando, pero en una "continua retirada".

Pérdida de confianza

Los expertos destacan la cercanía del secretario general de UGT al PSOE, partido del que fue diputado por Jaén entre 1982 y 1986. Una conexión ideológica que el sindicalista no ha sido capaz de disimular, pero que lo único que le ha granjeado ha sido alejarse del sentir de los trabajadores.

Fuentes que formaron parte de la oposición en la última legislatura socialista critican que lidere un sindicato que se ha convertido en "el brazo armado de dos partidos políticos de izquierdas".

De hecho, durante el anterior Gobierno socialista se llegó a calificar a Méndez como el vicepresidente a la sombra. "Estar tan cerca del poder puede frenar el carácter reivindicativo que debe tener un sindicato", advierten los expertos consultados. Y la ciudadanía se ha dado cuenta: según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), la mayoría de la población no tiene "ninguna" confianza en las organizaciones sindicales.

Pero este carácter reivindicativo que en principio rige a una entidad sindical, el excoordinador de IU dice no verlo "por ningún sitio". Máxime cuando los rendimientos llegan a ser materiales. En este sentido, los analistas consultados recuerdan los numerosos edificios recibidos aduciendo expropiaciones del franquismo y que, según explican, "no todo les correspondía".

Fuentes cercanas a UGT, aunque admiten que no es recomendable que un líder sindical comulgue de manera tan fuerte con el partido que sustenta la presidencia, destacan "los resultados" que ha conseguido su líder. "Y en los primeros cuatro años de Zapatero en el Gobierno se alcanzaron muchos acuerdos, en materias de gran importancia, como dependencia, igualdad, etc", reconocen.

En este sentido, Julio Anguita es contundente: "Si Méndez ha sido el vicepresidente a la sombra, lo ha hecho muy mal: no supo frenar ni la reforma laboral de Rodríguez Zapatero y, además, aceptó el cambio constitucional del déficit cero, que antepone el déficit a las personas", reprocha el excoordinador de IU.

Fuentes del anterior Gobierno socialista reconocen a este periódico que la estrecha relación entre el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero y el líder sindical mermó la función reivindicativa de Cándido Méndez.

"Era la voz de la conciencia del Gobierno. Siempre advertía de lo que los sindicatos estarían o no dispuestos a aceptar", reconocen las mismas fuentes, que, sin embargo, puntualizan que "jamás intervino en el equipo de Gobierno". Aunque cabe recordar que a la dirección del Ministerio de Empleo llegó un fiel excolaborador de UGT, Valeriano Gómez. "Sólo influía para frenar algunas decisiones, hasta el verano de 2010, cuando los sindicatos ya no pudieron intervenir", admiten las mismas fuentes.

La cercanía del líder ugetista ocasionó críticas desde dentro del sindicato. Tras el primer anuncio del recorte social por parte del Ejecutivo de Zapatero en mayo de 2010 -cuando se suprimió el cheque-bebé, se bajó el sueldo a los funcionarios, se congelaron las pensiones-, el núcleo duro de la central consideró que había llegado el momento de dejar de apoyar al Gobierno, pero el líder sindical hizo también oídos sordos a las peticiones que se realizaron desde dentro de la propia UGT.

Reacción muy mitigada

Lo único que se consiguió fue una respuesta a la reforma de las pensiones que llevó a cabo Zapatero. Aunque más que una respuesta fue una simulación de huelga general. De hecho, después de su celebración, el 46,8 por ciento de la población admitió que había empeorado su percepción sobre las organizaciones sindicales. Nadie se creyó el carácter reivindicativo de aquella protesta, que en realidad tenía como objetivo lavar la imagen de los sindicatos, haciendo el menor daño posible al Gobierno.

La paradoja fue que uno de los sindicalistas que secundó aquella huelga más tarde se convirtió en el ministro de Trabajo responsable de llevarla a cabo.

Lo cierto es que otras fuentes de la oposición en aquel momento no creen que la llegada de Valeriano Gómez al Ministerio de Trabajo se tratara de una imposición del sindicalista, sino de una decisión de Rodríguez Zapatero, a quien le daba "cierta tranquilidad tener a un sindicalista dirigiendo ese departamento". "Mientras estaban los suyos, permanecían callados", reprocha el director general del Instituto de Estudios Económicos sobre la actitud del sindicalista.

Beligerante con el PP

Los trabajadores echaron en falta una persona que alzara la voz ante un deterioro de la situación económica que se produjo durante la segunda legislatura de Zapatero y que cada vez dejaba más víctimas en el paro. Pero hubo que esperar a que el PP sustentara el Gobierno para encontrar un líder más batallador, que ha convocado dos huelgas generales en menos de un año sin respetar tan siquiera los cien días de gracia que se suelen conceder a los gobiernos que alcanzan el poder.

Dos paradas que si bien no han conseguido aglutinar al conjunto de la población trabajadora, sí han logrado que se asocie a nuestro país con una imagen de disturbios, que nos acercan a la visión que tienen los inversores de Grecia. En cualquier caso, han probado el caso omiso que la sociedad hace al líder sindical. Y, de nuevo, la ciudadanía guardó rencor.

Privilegios sindicales

Lo cierto es que los trabajadores se dieron cuenta de que las huelgas generales no buscaban defender derechos laborales para los empleados, sino proteger unos privilegios que los sindicatos habían ido haciendo suyos con el paso del tiempo. Y es que la reforma laboral que elaboró el Gobierno popular, con Fátima Báñez a la cabeza, quitó mucho protagonismo y muchos privilegios a los sindicatos y a sus liberados.

Para empezar porque dañaba su negocio en la tramitación de los Expedientes de Regulación de Empleo (ERE). Y, por supuesto, afectó a su presupuesto la entrada de entidades privadas y autónomos a participar en la planificación y diseño de los cursos de formación, un coto hasta ahora de uso privado de los agentes sociales y que generaba a los sindicatos un importante negocio.

En cualquier caso, las fuentes consultadas por elEconomista reconocen que Cándido Méndez recibirá apoyos en el próximo congreso porque "mucha gente le votará sabiendo que es su último mandato".

De hecho, todo apunta a que el líder sindical no ha abandonado el cargo dada la crisis económica, pues muchos piensan que era una opción que estaba en su cabeza, si bien es cierto que después de casi veinte años al frente de UGT el sindicato quedaría descabezado, pues no se ha producido una transición ordenada.

En cualquier caso, da la sensación de que el mismo sindicalista podría estar perfilando su pronta salida. Aunque, antes de ello, pretende permanecer unos años más en el poder. De momento, está a punto de ganar, esta misma semana, cuatro más.

WhatsAppFacebookTwitterLinkedinBeloudBluesky