
La gastronomía local, casera, a muy buen precio y con productos de cercanía y de temporada se afianza como uno de los mejores aliados del turismo rural, y muchos de sus establecimientos han logrado conquistar y fidelizar a sus clientes por el estómago.
Incluso hay programas que están haciendo visibles las propuestas culinarias que desarrollan los cocineros de establecimientos hoteleros de turismo rural como "The Country Chef" (el Chef del campo) que está desarrollando el club Ruralka, firma que comercializa la oferta de más de cien alojamientos rurales.
Uno de los fundadores de esta firma, José María Belaúnde, señala que su empresa intenta ofrecer los hoteles como una experiencia completa y, entre los conceptos que "ayudan a diferenciarnos", está la gastronomía que en estos establecimientos puede llegar a contar con "huertos propios y la recuperación de recetas antiguas o platos tradicionales".
Unos 90 restaurantes del club Ruralka participan en este programa gastronómico en "pequeños hoteles de gestión familiar, en pueblos y con una oferta culinaria muy cuidada", precisa Belaúnde.
En el Hotel Rural La Salve, en el municipio toledano de Torrijos, Diego Ferrer, que ha trabajado con grandes nombres de la gastronomía española como Juan Mari Arzak o Martín Berasategui, es el encargado de asesorar y renovar la carta cada temporada.
Según el responsable del hotel, Javier Sánchez, su oferta culinaria se basa en el respeto a los productos de temporada y se recurre a los productos locales siguiendo la filosofía "Kilómetro Cero", con técnicas sencillas de cocina y poco agresivas para los alimentos.
Ahora, su carta ya se ha vestido de otoño, con la caza y las setas como protagonistas y con propuestas como el arroz meloso de liebre, el venado marinado con peras y castañas caramelizadas al orujo gallego, lubina asada con setas trompeta, colmenilla y salsifís, en su jugo con clorofila.
En Guadalest, un municipio alicantino de 200 habitantes, cada sábado el establecimiento "Cases Noves" celebra un menú especial de "Picaetas" o tapas, que se ha convertido en uno de sus principales atractivos y en una gran estrategia comercial, "pues mucha gente se aloja por eso", explica uno de sus propietarios, Antonio Serrano.
Son doce platos en los que se combina la cocina de temporada y con propuestas y alimentos como la coca con pimiento y tomate, pimientos rellenos de tortilla, embutidos y longanizas de la zona, queso fresco de cabra y, en definitiva, "cocina mediterránea con productos de calidad".
La "escudella i carn d'olla" es la sopa típica de la gastronomía catalana que Gloria Pérez prepara con esmero para sus huéspedes en el establecimiento Mas Rabiol, una masía catalana del Siglo XV ubicada en Forallac (Gerona).
Por ello, remarca, muchos de ellos vuelven por su cocina, aunque le regañen porque "dicen que me paso y engordan".
El secreto de esta cocinera apasionada y autodidacta son los productos de temporada, incluso de su huerto, emplear mucho tiempo y practicar una cocina del "chup chup", como "la de la abuela", sin uso de congelador, ni microondas y donde un cocido "se merece tres horas en el fogón".
Raúl Villacampa es uno de los propietarios y el cocinero del Caserío de Fatas, muy cerca de Jaca (Huesca) donde intenta cocinar productos autóctonos, con métodos tradicionales, vegetales de su propio huerto en verano y carnes con denominación de origen.
Villacampa resalta que, cada día, ofrecen a sus clientes un menú de temporada con un vino recomendado, basado en recetas sencillas, pero muy apegadas a la tierra.
Propone, por ejemplo, unas acelgas rehogadas con ibéricos, un ternasco asado con majada de almendras y, para terminar, un yogur de la zona con confitura de higos, una invitación al regreso de los clientes para disfrutar de su cocina.