El mini plan Marshall para impulsar el crecimiento económico y la creación de empleo que este jueves por la noche pretenden vendernos los jefes de Estado o de Gobierno de los veintisiete países de la UE apenas aporta 10.000 millones de euros contantes y sonantes. El resto, es envolver con papel nuevo partidas presupuestarias viejas, filosofía, ingeniería financiera y creatividad contable.
Según el borrador de las conclusiones de la cumbre que este jueves y viernes celebran en Bruselas los líderes comunitarios, y al que ya ha tenido acceso elEconomista, el primer punto del plan de crecimiento es ampliar en 10.000 millones de euros el capital del Banco Europeo de Inversiones (BEI). A España le corresponderá aportar unos 970 millones, según confirmó el viernes pasado el ministro español de Economía, Luis de Guindos.
Los líderes de las cuatro primeras economías de la zona euro, Alemania, Francia, Italia y España acordaron precisamente el pasado viernes la presentación en el Consejo Europeo que hoy empieza del citado plan de crecimiento, que representa alrededor del 1% del PIB de la Unión Europea (UE), unos 130.000 millones de euros.
Con estos 10.000 millones adicionales, el BEI aumentará en 60.000 millones su capacidad de préstamo, lo que debería movilizar inversiones privadas hasta activar un total de 180.000 millones. La realidad dirá en los próximos años si las cuentas salen o si es puro cuento de la lechera. Estos créditos deberían destinarse prioritariamente a pequeñas y medianas empresas (pymes) y a proyectos de investigación, desarrollo e innnovación (I+D+i).
Siempre según el borrador de las conclusiones de la cumbre, se destinarán 4.500 millones a financiar proyectos de redes transeuropeas de transportes, energía y telecos, redes que contribuyan a conectar a diferentes países de la UE. No es dinero nuevo. Se trata de 230 millones sin gastar en otras partidas del presupuesto de la UE, que el BEI multiplicará como en el bíblico milagro de los peces y los panes para intentar que lleguen apalancados hasta los citados 4.500 millones.
La tercera pata del plan es reprogramar o gastar de otra manera 20.000 millones previstos desde hace más de un lustro en el reparto de los fondos estructurales de la UE.
Por otra parte, las conclusiones prevén respaldar las recomendaciones, exigencias de facto, previamente emitidas por la Comisión Europea y por el Consejo de Ministros de Economía y Finanzas de los veintisiete países de la UE.
A España se le reclama que suba el impuesto sobre el valor añadido (IVA), no necesariamente el tipo normal, pero si que limite o elimine la aplicación del tipo reducido; que elimine la deducción por compra de vivienda; que la Administración central ate en corto los presupuestos de las Comunidades Autónomas; y que el Gobierno someta a Bruselas sus planes presupuestarios para los próximos dos años. España ya ha admitido que estudia algunas de estas recomendaciones.
A los países que, como España, necesitan del socorro de sus socios de la zona euro, más les vale seguir al pie de la letras estas instrucciones si no quieren que les cierren el grifo de los rescates.