
Laura Garrido
Madrid, 17 dic (EFECOM).- Las compras por parte de Eroski y Carrefour de las enseñas Caprabo y Plus, respectivamente, así como la guerra entre las grandes superficies y el pequeño comercio por la liberalización de horarios y barreras de entrada en el mercado marcaron el sector de la distribución alimentaria en 2007.
La adquisición más importante fue la protagonizada por la cooperativa vasca Eroski, que adquirió en junio los supermercados catalanes Caprabo tras una puja en la que participaron los principales operadores del sector, como Carrefour, Alcampo y El Árbol, e incluso el fondo de capital riesgo Permira.
Esta compra, que supuso una inversión superior a los mil millones de euros, consolida a Eroski como el tercer grupo más importante del mercado, por detrás de Carrefour y Mercadona, con una facturación prevista de 8.610 millones de euros.
No obstante, la compañía mantendrá la enseña Caprabo en el norte de Madrid y en Cataluña, por lo que una red comercial de 330 establecimientos continuará funcionando bajo este nombre, lo que representa una "gran mayoría de las tiendas adquiridas", según indicó el grupo el pasado mes de octubre.
El grupo Carrefour adquirió en julio los supermercados Plus, pertenecientes al alemán Tengelmann, y no rehusará estudiar nuevas ofertas de adquisición en el mercado español, si éstas se presentan.
Otras compras importantes han sido la de Sabeco, en pleno proceso de transformación a su nuevo formato Simply, que se hizo con los siete supermercados Tic-Tac en Cataluña, aunque realizó algunas desinversiones en Valencia, donde vendió tres establecimientos a Consum.
Por su parte, la Comisión Nacional de la Competencia (CNC) se ha mostrado flexible a la hora de dar luz verde a estas operaciones, sobre todo la de Eroski-Caprabo, ya que parecía previsible que la empresa tuviera que llevar a cabo desinversiones en algunas Comunidades Autónomas por exceder la cuota de mercado.
La autorización del organismo regulador español vino acompañada por unas declaraciones de su presidente, Luis Berenguer, en noviembre, en las que relacionó una mayor liberalización de horarios comerciales con la posible bajada de los precios de los alimentos, y con la Directiva Europea que obliga a las Comunidades Autónomas a rescindir las trabas a la entrada de nuevos operadores.
Esto reavivó la guerra entre las grandes y pequeñas superficies sobre la conveniencia y los beneficios de emprender estas medidas.
Por una parte, los hipermercados, agrupados en la Asociación Española de Grandes Empresas de Distribución (Anged), reiteraron su apoyo a la liberalización, y aseguraron ser uno de los sectores más intervenidos de la economía, ya que se regulan aspectos como fechas de aperturas, horarios, promociones, y rebajas", lo que "restringe la libre competencia".
Sin embargo, la patronal de los supermercados (Asedas) y la Confederación Española de Comercio (CEC) consideraron negativo poner en marcha este tipo de medidas e indicaron que "no se puede vincular las aperturas comerciales en festivos con un descenso de los precios de los alimentos".
Precisamente, el alza en los precios de productos básicos como la leche o el pan puso a toda la cadena agroalimentaria española, el sector de la distribución incluido, bajo sospecha por posibles pactos de precios y especulación a la hora de trasladar este alza al consumidor final, hecho que en los últimos meses ha sido investigado por la CNC.
En este sentido, el sector coincidió en negar todo tipo de prácticas especulativas, aseguró que el alto nivel de competencia entre las empresas hace que el comercio "sea un colchón que contiene estas subidas" y recalcó que ellos siempre son los últimos en trasladar el alza de precios. EFECOM
lgc/ap-mam/r