Marta Hurtado
Ginebra, 14 dic (EFECOM).- Las negociaciones de la Ronda de Doha cumplieron en el 2007 sus sexto año con avances pero sin concreciones, con el consenso de que no finalizarán antes del 2008 y con el indicio de que podrían posponerse hasta el 2009.
Ese es el temor, y empieza a ser la certeza, de muchos de las jefes de misión de los 151 países miembros de la Organización Mundial del Comercio (OMC) que vislumbran un futuro a corto plazo poco esperanzador para la llamada Ronda del Desarrollo, que nació en el 2001 en la capital de Qatar.
"Hablando informalmente y de forma realista, muchos embajadores ya empezamos a pensar que la negociación no va acabar antes de dos años. La afirmación de (director general de la OMMC, Pascal) Lamy de que se cierre en el 2008 es poco viable", aseguró esta semana un embajador que pidió no ser identificado.
Pocos días antes, Lamy sugirió a los estados miembros que se asumiera como una realidad no sólo algo que ya era obvio, que este año no iba a ser posible terminar las negociaciones como se pensó en el 2006, y que era viable terminarlas en el 2008.
"Yo mantengo la opinión de que poner fechas límites a corto plazo no ayudaría al proceso", dijo Lamy, quien, sin embargo, hizo hincapié en señalar la importancia de establecer un parámetro temporal a medio plazo.
Esto sería a finales del 2008, algo que podría lograrse si se consigue presentar una nueva modificación de los textos-borrador de Agricultura y Productos Industriales hacia finales de enero, para poder obtener un texto definitivo sobre las modalidades en esa área hacia finales de febrero.
Si eso fuera así, se podría avanzar en ambas áreas de forma contundente y arrastrar las negociaciones en el resto de sectores (Normas, Servicios, más otra decena), "dado que nadie quiere un acuerdo que no contemple todos los temas", aseguró la misma fuente.
No obstante, y a pesar de que los productos industriales representan el 90 por ciento del comercio mundial, todas las cartas se juegan en el área agrícola, dado que es la temática más sensible de los países emergentes, centro de esta Ronda que se lanzó especialmente para ayudarles a desarrollarse a través de la liberalización del comercio mundial.
Los países emergentes quieren que los ricos abran sus mercados a los productos agrícolas del sur y que acaben con los subsidios que otorgan a sus campesinos y que distorsionan el comercio mundial.
Los ricos quieren, a su vez, conseguir más acceso de mercado para sus productos industriales en los países emergentes.
Los países industrializados piden que las concesiones sean similares, pero los emergentes reivindican que la Ronda del Desarrollo no es un mero eslogan y que los acuerdos deben reflejar ese compromiso.
Más allá del arduo reto de lograr el consenso, el calendario de Lamy, que públicamente aceptaron todas las delegaciones, se enfrenta al hecho nada menor de que el próximo noviembre hay elecciones en Estados Unidos.
EEUU es necesario no sólo como miembro -la unanimidad es necesaria- sino por su enorme peso político y comercial, y sin cuya activa participación, la negociación pierde sentido.
Por ese motivo, el G-20 (grupo de países emergentes con intereses agrícolas) pidió al gobierno estadounidense que presente una hoja de ruta sobre como pretende negociar la caída de sus subsidios agrícolas.
En Estados Unidos, sin embargo, la actual administración republicana no cuenta desde junio con autorización del Congreso para cerrar acuerdos comerciales, lo que impediría a la Casa Blanca presentar nuevas propuestas.
Y la mayoría demócrata en el Congreso ya avisó que no dará autorización mientras el presidente George W. Bush esté en el poder.
"La dinámica política norteamericana tiene secuestradas las negociaciones", aseguró el embajador venezolano ante la OMC, Oscar Carvallo.
Una opinión que otros diplomáticos, sino proclaman tan abiertamente, comparten en privado, y les lleva a pensar que las negociaciones no acabarían hasta el 2009, ya con la nueva administración estadounidense en pleno rendimiento.
Pero simultáneamente, otro temor es, precisamente, que el nuevo anfitrión de la Casa Blanca no esté por la labor de concluir la Ronda, tal y como sugirió la senadora y aspirante demócrata a la presidencia de Estados Unidos, Hillary Clinton.
Lo que sí es cierto es que esta Ronda, que muchos quisieron negociarla con la velocidad que impone el siglo XXI, está acercándose a los diez años que duró la pasada negociación del GATT (Acuerdo General de Tarifas y Comercio, el anterior régimen comercial).
Y muchos se lamentan de que cuando se pongan en marcha los acuerdos -en el 2010 para los desarrollados y en el 2020 para los emergentes- la realidad comercial mundial habrá variado enormemente.
"Hay que aceptar que los tiempos de la negociación no son los de la velocidad de la Luz", justificó Lamy. EFECOM
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