Economía

Crecimiento, superávit, inflación y desigualdad marcaron pauta china en 2007

Marga Zambrana

Pekín, 12 dic (EFECOM).- La cuarta economía mundial registró antes del cierre de 2007 uno de los más trepidantes incrementos del PIB de la década, pero también de su controvertido superávit comercial, y la inflación más alta desde 1996, mientras la brecha entre ricos y pobres sigue aumentando.

A pesar de los reiterados anuncios del ejecutivo de frenar su crecimiento económico de dos dígitos en favor de los beneficios sociales, en el primer semestre del año el PIB chino registró un incremento del 11,5 por ciento, por encima del 8 previsto por Pekín.

A la luz de estos datos, el Banco Mundial revisó al alza su previsión de crecimiento para China desde un 10,4 hasta un 11,3 por ciento que, en caso de materializarse, sería el mayor registrado desde 1995 en el sistema "hipercapitalista" chino.

El crecimiento de la inversión en activos fijos y de las exportaciones siguen marcando el ritmo chino, un ritmo al que el resto del mundo no se acostumbra, y menos aún los otros dos imperios económicos, el estadounidense y el europeo, inundados por exportaciones baratas chinas.

Las cifras de agosto situaron a China como principal potencia exportadora, por delante de Alemania, y los analistas están calculando si el país más poblado del mundo arrebatará definitivamente el título al teutón este mismo año o el próximo.

Por este y otros motivos, en la agenda de viaje a China de cualquier alto funcionario de Washington o Bruselas uno de los platos fuertes fue de nuevo exigir a Pekín que encareciera su moneda, el yuan, para contener su superávit comercial y sus exportaciones baratas, a las que culpan del desempleo nacional de cara a sus votantes.

Por este y otros motivos, en la agenda de viaje a China de cualquier alto funcionario de Washington o Bruselas uno de los platos fuertes fue de nuevo exigir a Pekín que encareciera su moneda, el yuan, para contener su superávit comercial y sus exportaciones baratas, a las que culpan del desempleo nacional de cara a sus votantes.

Un superávit que entre enero y septiembre alcanzó 185.650 millones de dólares, lo que superó la cifra de 2006 (177.470 millones), y todo pese a que desde enero la toxicidad de las exportaciones chinas (medicamentos, alimentos, juguetes) ruborizaron a los políticos "comunistas" ante el mundo.

No obstante, el hecho de que estas Navidades los niños de todo el mundo disfrutarán de sus juguetes "made in China" indica que el consumidor occidental, asfixiado por la crisis hipotecaria americana, el desempleo y los precios, sigue necesitando de la mano de obra barata china.

Una mano de obra cada vez más sufrida, ya que el exceso de liquidez se tradujo para el pobre consumidor chino en una pesadilla, con una inflación del 4,5 por ciento en los once primeros meses del año y un récord del 6,9 en noviembre, el máximo en once años, datos que han obligado a 4 subidas de tipos de interés y a 10 del índice de caja al banco central chino.

Ironías de la superstición china, fue la carne de cerdo en el Año del Cerdo la que disparó los precios, al registrar un 77,6 por ciento de incremento en agosto, debido a la escasez producida por la enfermedad de la oreja azul y por el encarecimiento del cereal.

Ante esta escasez, países como Estados Unidos se frotaron las manos para exportar su soja y su cerdo a China, una solución a la que se apuntó España, todavía tramitando la entrada de su jamón aprovechando que China celebraba el Año de España.

Pero la gran mayoría de población china con poco poder adquisitivo (un 1,3 por ciento posee un 40 por ciento del PIB) languidece entre el cerdo y la vivienda, que desde que dejaron de ser comunistas hace tres décadas tiene que comprar, a un precio que este año se encareció a un ritmo de casi el 10 por ciento mensual.

Así las cosas, la muy histórica Ley de la Propiedad china, que por primera vez equipara la protección de los bienes estatales con los privados, no ha sido muy bien recibida por la población, segura de que su entrada en vigor el 1 de octubre seguirá beneficiando a los ricos, esto es, a funcionarios corruptos que invierten en inmobiliarias en Shanghai o en Manhattan.

Prueba de ello fue que desde su aprobación en marzo hasta octubre, la ley más discutida de China, con 7 deliberaciones en 13 años, todavía sufrió algunos retoques de última hora, y el primer ministro Wen Jiabao "olvidó" mencionarla durante el Congreso quinquenal del Partido Comunista que reafirmó a la oligarquía china en su trono.

De hecho, esta ley da carácter de legalidad a lo que sucede de facto desde hace tres décadas, que el campesino chino sólo puede comerciar con el beneficio de la tierra por 30 años, una tierra estatal que puede ser expropiada en cualquier momento; y que los bienes inmobiliarios en las ciudades pertenecen al comprador durante 70 años.

En silencio mediático, los chinos siguieron manifestándose por estas injusticias, ya que los 700 millones de campesinos con una renta per cápita de 456 dólares anuales devienen indigentes al perder sus tierras, mientras que los billonarios chinos de la lista Forbes pasaron de 15 a 66 este año, la mayoría de ellos magnates inmobiliarios. EFECOM

mz/cg/pvr

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