Economía

Europa no consigue que la banca abarate su ayuda al rescate griego

La negociación para ampliar las ayudas del rescate de Grecia e implicar a la banca en la operación siguen lejos de terminar. Los ministros de Finanzas de Alemania y Francia, los dos países más influyentes del club comunitario, se reúnen hoy en Berlín tras admitir que las diferentes incógnitas no quedarán completamente despejadas hasta la vuelta de las vacaciones de verano.

Una de las piezas del puzzle aún pendiente de encontrar encaje es la contribución que el sector privado -bancos, aseguradoras y fondos de inversión- harán para reducir el esfuerzo que hacen los europeos de a pie, a través de los presupuestos públicos de los diferentes países de la zona euro que mantienen apuntalada a Atenas mediante préstamos multimillonarios que evitan su quiebra.

Ayer se reunieron en París los miembros del Instituto Internacional de Finanzas (IIF, según sus siglas en inglés) para analizar las diferentes modalidades sobre el tapete. Según las declaraciones al término del encuentro de los miembros de este poderoso lobby del sector bancario, la cita, que terminó sin un acuerdo concreto, fue una más en una serie de reuniones en las que seguirán abordando la cuestión.

Los 17 países europeos que comparten el euro como moneda única mantienen su presión sobre la banca, con el objetivo de que su contribución sea más benigna con Grecia y menos favorable a las propias entidades que las modalidades defendidas en las últimas semanas por los bancos franceses.

En resumidas cuentas, los Gobiernos europeos intentan que los intereses que reclaman los bancos por su participación sean más baratos, y que estén dispuestos a comprar en el futuro inmediato más deuda pública griega de lo que inicialmente han ofrecido.

Fórmula francesa

Según la fórmula francesa, los bancos se comprometerían a destinar a comprar deuda griega recién emitida el 50% de lo que Atenas les fuera reembolsando, a medida que vayan venciendo los bonos que actualmente tienen. Los bancos aceptarían esta recompra si se les ofrece una rentabilidad de entre el 5,5 y el 8%.

Otro 20% de lo que Grecia les reembolse se destinaría a una especie de hucha, que invertiría en títulos de máxima calidad para garantizar el 50% destinado a deuda griega. El coste que esta hucha representaría para Grecia terminaría haciendo que los intereses totales con los que el Estado heleno tendría que correr para compensar a la banca por su apoyo pudieran rondar el 11%. Una rentabilidad inabordable para nadie, y menos para Grecia.

Las autoridades públicas intentan que los intereses que pide la banca ronden el 6%, que problablemente sigue siendo excesivo para Grecia y se acerca al nivel a partir del cual se hicieron necesarias las intervenciones de la UE y del Fondo Monetario Internacional (FMI) para evitar la bancarrota de Grecia, Irlanda y Portugal. Y que la banca recompre el 70% de la deuda griega ahora en su poder, no sólo el 50.

Una operación limitada

Por su parte, el rotativo estadounidense The Wall Street Journal aseguraba ayer que si la participación de los bancos se hace en función de la deuda pública en su poder, la operación será muy limitada porque a lo largo de los últimos meses ya han ido deshaciéndose de buena parte de los bonos griegos que tenían. Y los hedge funds o fondos de inversión libre que los han comprado no serán tan receptivos a la solicitud de ayudar en el rescate heleno.

Algunos piensan que la negociación con la banca es fundamentalmente una cortina de humo para vender a los contribuyentes alemanes, holandeses y finlandeses, los más reacios a ayudar a Atenas, que los bancos -los malos de la película en esta crisis global- comparten con los Estados el esfuerzo del rescate. Europa y el FMI pactaron con Atenas el año pasado un rescate con préstamos por 110.000 millones de euros a entregar entre 2010 y 2012. Ahora negocian añadir unos 85.000 millones, y prolongar la fecha hasta 2014.

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