
Por el bien de la economía española hay que desear que las compañías que estudian internacionalizar su negocio en los próximos meses no se fíen excesivamente de las recomendaciones del Banco Mundial. De lo contrario, estaremomos ante un buen problema.
Todos los años, el organismo multinacional analiza a partir de una treintena de indicadores cuáles son las economías más atractivas y estimulantes a la hora de hacer negocios. El informe se denomina Doing Business y en su edición de 2008 sitúa a España en el puesto 38, entre las economías que presentan un marco mejor estructurado para facilitar la relación comercial.
Sólo mejor que Italia y Grecia
Por encima de España, la gran mayoría de nuestros competidores directos de la antigua UE-15; por debajo, únicamente Italia y Grecia de entre este grupo de economías de élite. Nuestra situación en el ránking del Banco Mundial es exactamente la misma de hace un año, pero es sensiblemente peor que el trigésimo puesto que ocupaba en 2006.
¿Por qué el Banco Mundial no ubica a la española entre las economías más permeables a las relaciones comerciales? Por tres factores esenciales: la gran dificultad para contratar trabajadores, los excesivos trámites burocráticos que hay que cumplimentar para establecer un negocio y la factura fiscal.
Ya no sólo lo dicen los empresarios, también lo dice el Banco Mundial: las empresas en España pagan muchos impuestos.
Demasiados impuestos
La factura fiscal es más alta que la de la media de la OCDE y además el pago de impuestos exige un esfuerzo en tramitación mucho mayor. Si el informe incluye a 178 países, el puesto que ocupa España en el ránking fiscal es el 93. ¿Motivos? Por ejemplo, que cumplir con todas las obligaciones tributarias que impone el Fisco a las empresas cuesta una media de 298 horas, mientras que en hacerlo en el resto de países de la OCDE apenas se tarda 183 horas.
También porque el Estado cobra un mayor porcentaje sobre las ganancias de las empresas que en la media de los países desarrollados o porque se paga un tercio más de cotizaciones sociales. En total, la factura fiscal en España supera en un 30% la de la media de los países de la OCDE.
Tampoco es especialmente sencillo establecerse en nuestro país. Abrir un negocio en España implica cumplimentar cuatro procedimientos burocráticos más de lo que se estila en el resto de países desarrollados, la duración de éstos se prolonga durante una media de 47 días cuando el estándar OCDE es de 15 y el costo de todo el proceso triplica dicha medida estándar. El siempre molesto papeleo supone, por tanto, un importante obstáculo para la realización de negocios en nuestro país.
Dificultades para contratar
El marco laboral no ayuda. En un índice de 0 a 100, en el que 0 es la regulación más flexible y 100 la más rígida, España se sitúa en niveles altos en casi todos los puntos. Según el Banco Mundial, lo que es más complicado en España es encontrar el trabajador que se necesita (78) y garantizarse un horario flexible (60). Pero en las mediciones sobre las dificultades para despedir a un trabajador y la rigidez de la legislación laboral también aparecemos muy por encima de la media OCDE.
La evaluación de los costes laborales no es favorable. Los costes no salariales del trabajo superan en un 50% los de los países desarrollados y los de despedir duplican la media de la OCDE. Pero no todo es negativo. El Banco Mundial también descubre en España puntos fuertes. Esencialmente, la flexibilidad del sistema financiero para conceder créditos y los trámites para cerrar una empresa.
Si lo que buscan los inversores extranjeros es un sistema jurídico que les dé seguridad o que blinde las propiedades adquiridas en territorio ajeno, también encontrarán en España un país a su medida. En estos indicadores estamos a la cabeza de la clasificación.