
Wall Street espera mucho de la conferencia que pronuncia esta tarde el presidente de la Reserva Federal (Fed), Ben Bernanke. Los inversores quieren pistas sobre si habrá una bajada de tipos, una opción que los datos de inflación conocidos hoy hacen más probable. Pero el presidente Bush podría robarle protagonismo con el anuncio de medidas específicas del Gobierno para ayudar a las familias atrapadas en la crisis.
Bernanke y el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, hablarán esta tarde sobre la crisis hipotecaría. El mercado espera más claridad respecto al calendario de recortes de los tipos de la Fed pero ¡ojo con las decepciones! Primero sabemos que Bernanke no es la clase de personaje que tiene por costumbre sorprender al mercado desde una tribuna.
En segundo lugar, cabe preguntarse si el anuncio de medidas específicas del gobierno para ayudar a las familias atrapadas en la crisis no va a generar nuevas dudas de Wall Street sobre la política de la Fed.
Telón de fondo del debate actual
1. La economía americana aborda la crisis “subprime” en buena forma, con un crecimiento anualizado del 4% en el segundo trimestre y una inflación subyacente en lo más bajo desde hace cuatro años. El rebote es sensible aunque una parte de la fuerza del segundo trimestre procede de la debilidad pasajera del gasto en el primer trimestre.
En los últimos 12 meses, el crecimiento cae en un 1,9%, un resultado probable bastante próximo a la tendencia que le sirve de cañamazo a la Fed. La inflación subyacente alcanza 1,2% en ritmo anualizado y no supera el 2% en los últimos 12 meses. Estas cifras son alentadoras y no cabe dudas de que el presidente Bush las comentará..
2. La Fed ha conseguido estabilizar el mercado de los créditos a corto plazo. Los progresos son vulnerables, la liquidez no es la ideal pero no estamos en el infierno que los pesimistas habían predicho hace dos semanas. Bernanke puede recordar el trabajo efectuado ante las críticas que lo acusan de inercia.
3. La Fed ha reaccionado de un modo más rápido, menos intuitivo pero más flexible que en crisis anteriores. En 1998 o en enero de 2001, Greenspan bajó los tipos tarde, cuando estuvo convencido de que la inestabilidad financiera causaba una aversión para el riesgo lo bastante fuerte como para matar el crecimiento.
El diagnóstico fue correcto en 2001, quizás erróneo en 1998, tardío en ambos casos, a ojos del mercado. Bernanke ha mostrado más reactividad y más flexibilidad. Pero también se ha negado a bajar el tipo oficial: rescatar a los especuladores al bajar el precio del dinero deforma las anticipaciones de los inversores y favorece las burbujas especulativas, lo que es contrario a los objetivos de un banco central en el largo plazo.
Por lo tanto la Fed ha inyectado liquidez a través de la tasa de descuento y las facilidades de crédito concedidas a los bancos, no a través de la baja de los fedfunds. Es una diferencia considerable porque los primeros afectan sólo al sector bancario mientras que los segundos sirven de referencia en los créditos a corto plazo concedidos al sector no bancario.
¿Quiere eso decir que los tipos no bajarán?
La presión del mercado aumenta y cuanto más tarda Bernanke en bajar los tipos, más desalienta la aparición de futuras burbujas especulativas pero más riesgo corre de una nueva caída de los mercados y/o de una recesión en los 6 o 12 próximos meses. Dicho de otro modo, se expone más a minar la credibilidad de la Fed allí donde desea reforzarla.
No es una ecuación muy cómoda y nos imaginamos mal a Bernanke manteniendo el 'statu quo' después de la reunión del 18 de septiembre. Por eso, el mercado espera un recorte de los tipos de interés hasta los 50 puntos básicos.
Pero ahí mismo entra en juego el gobierno y su paquete de medidas para rescatar a las familias. ¿Puede tener dicho paquete el tamaño suficiente para reactivar la economía y así quitar la presión sobre la Fed? ¿modificará las expectativas de tipos de interés? Si hay medidas presupuestarias, ¿tendrán un efecto negativo sobre los bonos?
Más allá de la probable euforia de Wall Street a la apertura, son preguntas cuyas respuestas no darán la clave de la bolsa a la vuelta de un fin de semana alargado por el Labor Day.