
El ministro de Finanzas británico, George Osborne, de 40 años y muy próximo al primer ministro, David Cameron, explica por qué su país no tenía otra opción más que mostrarse audaz en sus objetivos de reducir el tren de vida del Estado. Cree que esta actitud de su Gobierno puede inspirar a otros partidos de centroderecha y que los ejecutivos galo y británico deberían unirse para tener más peso en el debate internacional.
¿Se dispone a reducir el peso del Estado en la economía británica aún más de lo que lo hizo Margaret Thatcher? ¿Por qué ser así de extremo?
Porque el nuevo Gobierno ha heredado un déficit presupuestario del 11%, el peor del G-20. El plan anunciado en junio era necesario para restaurar la estabilidad y devolver la confianza, tanto aquí como en el extranjero, en la capacidad de Gran Bretaña para cumplir con sus compromisos.
Incluso los mercados piensan que ustedes no están obligados a actuar con tanta rapidez...
De hecho, hubo signos que mostraban la inquietud en los mercados. Las agencias de calificación dudaban sobre cómo calificarnos. Después de las elecciones, las tasas de interés han bajado, mientras que países como España han visto subir las suyas. Hemos conseguido distanciarnos de países con los que estábamos asociados antes.
¿Están preparados para un periodo de agitación social?
La mayoría de los británicos comprende por qué hacemos esto. Durante diez años, el gasto público ha escapado a todo control y aumentado en un 45 por ciento. Nosotros hemos hecho una campaña con el proyecto explícito de reducir el gasto público, al igual que los liberales democráticos, nuestros aliados en la coalición. Es un elemento clave.
¿En qué difiere su postura del conservadurismo de Thatcher?
La situación ha cambiado completamente y nosotros vamos a proceder a realizar los recortes de una forma justa. Yo tomaría el ejemplo de dos decisiones que Thatcher, sin duda, no habría tomado. Nosotros no vamos a tocar el sistema sanitario nacional y, llama la atención que nuestro Presupuesto para Ayuda al Desarrollo seguirá aumentando.
Ha dicho que ya se ha terminado el "estilo de vida que consiste en quedarse sentado a esperar los subsidios públicos". ¿No es un discurso un poco radical?
Los gastos de redistribución representan un tercio de los gastos totales del Estado. No es posible reestructurar las cuentas públicas sin entrar ahí. El sistema de protección social debe recompensar el trabajo y buscar una solución al hecho de que cinco millones de británicos vivan de ayudas del Estado, incluso cuando la coyuntura es buena. Por supuesto que apoyaremos a quienes no pueden trabajar, pero para quienes piensan que ese estilo de vida es una elección posible, esta opción ya se ha terminado.
Muchos gobiernos han fracasado ante esta tarea.
Sí, pero hay excepciones. La Administración Clinton es una de ellas, y no quiero decir con eso que vayamos a hacer lo mismo. Con frecuencia, los gobiernos que han conseguido reducir sus déficit eran progresistas, de centro izquierda.
¿No cree que siempre va a haber una parte de la población que difícilmente se ponga a trabajar y que es contraproductivo para una sociedad dejar de ayudarla?
Ésa es una actitud pesimista. Incluso en las familias en las que no se trabaja desde hace tres generaciones es posible devolver el sentido de la ambición. Déjeme que le dé un ejemplo de lo que yo considero injusto. Algunas familias en Gran Bretaña reciben 100.000 libras (115.000 euros) al año en concepto de ayuda por alojamiento. Es totalmente inaceptable. Equivale a los impuestos pagados por 16 personas activas.
Economistas de gran credibilidad y de su propio campo piensan que está tomando un riesgo en relación a la economía...
No acepto ese argumento. Imagine la situación si yo hubiera dicho: "No tengo ninguna intención de cambiar el Presupuesto heredado". Hubiera habido una pérdida de confianza catastrófica para el Reino Unido. El mayor riesgo para las economías europeas es que vuelva el riesgo del crédito soberano.
¿Por qué interesa a Gran Bretaña estar dentro de la UE?
Gran Bretaña se beneficia enormemente de su presencia en la UE. El mercado único nos permite comerciar con todos los países de esta zona. Nos beneficiamos de la estabilidad política que aporta. No me gusta todo, pero Gran Bretaña debe ser un miembro activo.
¿Hasta dónde sería usted capaz de llegar por salvar al euro si un país de la zona conociera una crisis soberana grave?
Yo apruebo el acuerdo adoptado por mi predecesor Alistair Darling, la víspera de nuestra toma de posesión. Corresponde en primer lugar a los países de la eurozona salvar a uno de sus miembros.
¿Comparte el punto de vista francés según el cual Alemania podría permitirse jugar un rol más activo en el crecimiento europeo?
Si observamos la larga historia de desafío en relación a los déficit, los alemanes podrían haber sido más agresivos. Han elegido el ritmo adecuado, teniendo en cuenta su situación económica.
Francia va a presidir el G-20. ¿Qué le pediría?
Que las reformas del sistema financiero se apliquen bien y que asuntos que inquietan a Francia, como la volatilidad de los mercados, sean examinados correctamente.
¿Los gobiernos de centro derecha europeos pueden inspirarse en su actuación, consistente en transferir el poder del Estado central a individuos y empresas, lo que usted llama la 'Big Society'?
Sí, eso espero. Han ocurrido dos cosas interesantes. La primera es que la recesión no se ha traducido en un rechazo a los partidos de centro derecha, defensores de la libertad de mercado. La segunda es que los partidos de centro derecha han comprendido que son ellos quienes tienen que seguir representando el liberalismo económico. Las comunidades deben movilizarse, las familias son instituciones importantes, hay una Gran Sociedad.