Economía

Suiza, la riqueza de la discreción

El país helvético ofrece mano de obra cualificada y un marco legal atractivo para los empresarios.Foto:eE
Es el número uno, pero no vive obsesionado con batir récords. "Me concentro en cada partido, en cada set, en cada juego, en cada punto", dice. Aunque sólo tiene 25 años y ayer perdió la final del Roland Garros, se ha convertido en una leyenda. Flota, acaricia la pelota y disfruta en la pista. Su maestría con la raqueta encandila a todos los aficionados, que le han coronado como nuevo rey del tenis. Roger Federer es, por ahora, el mejor. Pero, ¿cómo afrontan tanto éxito en su país natal? ¿se han volcado en él o lo llevan con indiferencia?

Más allá del deporte, Suiza actúa con la misma discreción. Al fin y al cabo, ya no tiene que demostrar nada al resto: es uno de los países más ricos del mundo, y tiene una renta per cápita de 38.710 euros.

"La economía suiza evoluciona favorablemente", subraya el ICEX. Con un incremento del PIB del 2,9 por ciento, 2006 fue su mejor año desde que comenzó el siglo. Para este ejercicio se prevé que la inflación se mantenga en el 1,1 por ciento, y los expertos confían en que la tasa de paro se reduzca al 3 por ciento gracias a la flexibilidad del mercado laboral y a la elevada cualificación de los trabajadores.

Según Coface, la internacionalización de los grandes conglomerados industriales y financieros está neutralizando la ralentización económica. Además, "las reformas del sistema de protección social deberían permitir que el país soporte bien el envejecimiento de la población". El problema es que su no pertenencia a la Unión Europea obstaculiza los intercambios de productos. Y otro punto débil del Estado tiene que ver con su funcionamiento administrativo: la búsqueda de consenso entre los cuatro partidos del Gobierno federal obstruye la puesta en marcha de las reformas, y los referendos también suponen un lastre (bastan 50.000 firmas para que el pueblo suizo pueda derogar una ley ratificada por el Parlamento).

Éxitos y fracasos

Neutral por imperativo de ley, Suiza permaneció al margen de las dos Guerras Mundiales. Hoy en día es una de las naciones con mayor calidad de vida, pero no siempre ha sido así. De hecho, hasta el final de la segunda contienda bélica la gente emigraba para huir de la pobreza. Algunos tuvieron suerte y se enriquecieron en el Nuevo Mundo, otros fracasaron y hubo quien alcanzó fama mundial, como el fundador de la comunidad amish, Jacob Ammann. En la actualidad, los ciudadanos que viven en el extranjero forman la llamada Quinta Suiza, en referencia a las cuatro regiones lingüísticas que tiene el país, y desde Swissworld apuntan que el Gobierno de Berna "les ofrece muchas facilidades para que mantengan el contacto con su patria".

Visto así, ¿cuáles son las principales bazas suizas de cara a la inversión extranjera? El portal de negocios helvético enumera cinco: estabilidad socioeconómica y política, infraestructuras de primera clase, un entorno atractivo, servicios públicos eficientes y una fiscalidad moderada. Para la Cámara de Comercio suizo-americana, en cambio, lo más interesante es su ubicación geográfica: situada en el corazón de Europa, Suiza puede ser el hub (nudo) del Viejo Continente, una base idónea para emplazar la sede de cualquier multinacio- nal. ¿Más ventajas? Obviamente, su competitividad: la nación helvética encabeza los rankings de productividad, y figura entre los cinco países con mayor tasa de retorno respecto al coste del capital.

En todo caso, a la hora de invertir conviene hacerlo en sectores como las nuevas tecnologías o la distribución minorista en alimentación, donde se vislumbran ciertos movimientos de apertura empresarial; el sector público, en cambio, parece bastante reducido. ¿Conclusión? Suiza es de tamaño reducido, sí, pero alberga un gran potencial de negocio en determinadas áreas.

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