
El anfitrión de sendas cumbres del G8 y el G20 ha salido fortalecido tanto política como económicamente desde el azote de la crisis financiera y posterio recesión que destartaló a gigantes mundiales como Estados Unidos y la Unión Europea. Ahora, Canadá se ha convertido en la envidia de muchos y, quizás, en un ejemplo a seguir por el resto de los miembros del G-20.
Su producto interior bruto creció un 6'1% en el primer trimestre del año y ya se han recuperado tres cuartas partes de los 400.000 empleos sacrificados durante la debacle mundial.
Su nuevo estatus como ejemplo a seguir ha quedado demostrado este fin de semana, donde su primer ministro, Stephen Harper, se apuntó un tanto al echar un pulso a las principales potencias mundiales, con Estados Unidos y la Unión Europea a la cabeza, al negarse a imponer una tasa bancaria universal. Su pulso, escoltado por otros paÌses como Australia, Brasil o India, acabó con la muerte súbita de un nuevo impuesto bancario que no será incluído en el comunicado final. Hasta la propia canciller alemana, Angela Merkel, reconoció su derrota: "esperamos tener una reacción negativa" dijo, y añadió que no había "consenso" al respecto.
Un sistema "aburrido" pero seguro
Donde verdaderamente Canadá puede sacar pecho es en el apartado financiero. Su sector bancario ha sido inmune a la toxicidad de las hipotecas basura y el crédito fácil, gracias en parte a sus estrictas regulaciones y su trato conservador del riesgo. Al fin y al cabo, cuando se compra un apartamento por estos lares, es común que los ciudadanos se vean obligados a poner una entrada que supone el 40% del precio total de la vivienda. Además, en el caso de que financien más del 75% del valor de la propiedad tienen que contratar un seguro. Claro está que bajo estas circunstancias, la crisis subprime a penas perturbó su sistema financiero.
El propio Fondo Monetario Internacional (FMI) llegó a definir el sector hipotecario canadiense como "aburrido" si se comparaba con la maraña de sofisticación del sistema estadounidense. Eso sí, terminaba apuntando que este último no era ni mucho menos tan seguro y efectivo como el de sus vecinos canadienses. De hecho, un estudio reciente de Standard & Poor's apuntaba que los principales problemas de los créditos bancarios en Canadá están provocados por préstamos e inversiones realizadas en EEUU.
Los bancos canadienses no empaquetan activos hipotecarios y los venden posteriormente al mercado y otros inversores, algo que les obliga a tener bien seguro que sus clientes cuentan con el dinero suficiente para pagar su hipoteca. El presidente del Royal Bank of Canada, Gordon Nixon explicó a la BBC que "la mayor parte de las hipotecas concedidas se incluyen en los balances de cuentas de los bancos y nuestros términos son más conservadores".
Su sistema financiero está dominado por cinco titanes bancarios: Royal Bank of Canada (RBC), Toronto Dominion Bank (TD), Bank of Nova Scotia (BNS), Bank of Montreal (BMO) y el Canadian Imperial Bank of Commerce. Este quinteto bancario tiene activos por valor de 2'4 billones de dólares canadienses y todos ellos están en la lista de los 200 mejores bancos del mundo de la revista Forbes.
Refuerzo nacional
El gobierno federal tiene plena jurisdicción sobre los bancos según la propia Constitución del país mientras que el sector contribuye cerca de 40.000 millones de dólares anuales al PIB del país, es decir, representa un 3% de la economía canadiense.
El Acto Bancario, que regula el sector financiero, se divide en tres niveles distintos. En primer lugar los bancos canadienses no pueden aceptar depósitos de subsidiarios de bancos extranjeros. Los bancos domésticos son las únicas instituciones que tienen permitido conceder y gestionar hipotecas por lo que las firmas extranjeras no pueden conceder grandes cantidades de deuda en beneficio propio. Los bancos extranjeros pueden operar en las ciudades más grandes del país bajo condiciones restringidas.
Todos estos niveles o capítulos están supervisados por la Oficina Superintendente de Instituciones Financieras que promueve las polítcas diseñadas para reducir y controlar el riesgo.
No hay que olvidar que, pese a ser conservador y aburrido, ningún banco canadiense colapsó durante la Gran Depresión, mientras en EEUU alrededor de 9.000 entidades bancarias mordieron el polvo. Ni que decir tiene que, en los últimos años, ningún banco canadiense ha sido pasto de los rescates mientras su vecino estadounidense ya ha intervenido más de 78 bancos este año.