La economía española durante 2010 va a seguir sumida en una profunda crisis, caracterizada por tres variables muy negativas. El Producto Interior Bruto acabará el año con una caída del 0,8 por ciento, el paro no abandonará el rango del 20 por ciento y el déficit de las Administraciones Públicas se reducirá, pero de forma insuficiente, hasta colocarse en el 10 por ciento del PIB, según el consenso de los panelistas del III Observatorio de Análisis de elEconomista.
Para el próximo año, las proyecciones apuntan a un crecimiento mínimamente positivo del 0,2 por ciento, que no evitará que suba la tasa de paro hasta el 20,2 por ciento. El déficit de las administraciones, por su parte, corregirá hasta el 8,5 por ciento del PIB. ( Hay que precisar que estas previsiones se formulan sin conocer el alcance final de las reformas estructurales que se anuncian).
La leve mejora de la previsión entre uno y otro año radicará especialmente en el comportamiento de la demanda externa, que se mantendrá en tasas positivas. Otras variables, como la demanda interna, mejorarán su comportamiento, pero sin abandonar las tasas anuales negativas.
La inversión remontará en los bienes de equipo hasta alcanzar el año que viene una moderada tasa positiva del 1 por ciento, no así el conjunto de la formación bruta de capital fijo, que seguirá en 2010 con tasas negativas muy elevadas (-7,2 por ciento), principalmente debido al riguroso ajuste de la construcción, que también se prolongará en 2011.
Leve optimismo
Los especialista en coyuntura coinciden en señalar que hay algunos aspectos que podrían alentar un leve optimismo, como la mejora de la competitividad exterior, que se ha traducido en una reducción considerable de la posición deudora española frente al exterior, que en los dos primeros meses de este año se ha reducido el 22 por ciento interanual, en línea de continuidad con la fuerte corrección de 2009.
También consideran como de efecto positivo el cambio registrado en el balance financiero de las familias y de las empresas y la restitución de la capacidad de ahorro del sector privado, lo que favorecerá un desapalancamiento progresivo de las economías privadas y, por tanto, la posibilidad de que se incremente, no de manera desmesurada, el consumo.
El consenso de los analistas se extiende al criterio de que la economía española ha "tocado suelo" respecto al nivel de caída, pero con la precisión de que no puede hablarse de un cambio de tendencia hacia la recuperación, sino que la economía repta por los niveles más bajos de actividad.
Las cuatro crisis
No se ha aprovechado el periodo recesivo para actuar con decisión sobre las cuatro crisis que se superponen en la economía española, la crisis de empleo, ya que la reforma laboral sigue inédita y sometida a un proceso de negociación sin perfiles definidos; la crisis inmobiliaria, en la que se ha realizado un fuerte ajuste en cantidades, pero que no ha tenido la repercusión deseable en los precios de venta; la crisis financiera, que presenta perfiles muy preocupantes, porque se ha actuado con mucha lentitud, cuando era una evidencia que todo un sector financiero como las cajas de ahorros necesitaban una profunda reestructuración y un ajuste sectorial importantísimo y, por fin, una crisis fiscal originada por la reiteración y abuso de medidas paliativas de los efectos de la crisis sin preocuparse de la acumulación de compromisos de corte electoral.
La persistencia de estas crisis en toda su crudeza habría aconsejado la adopción de medidas totalizadoras y no de medidas parciales, poco sincronizadas y no siempre coherentes con los objetivos. A trancas y barranacas, y por la presión de las instituciones internacionales, se ha dado vuelta al programa de austeridad, adoptando decisiones convenientes, pero al no existir convicción en el Gobierno, se recurre a presentarlas con otras, como la subida de impuestos, que tienen mayor aceptación pública, pero inciden en la limitación de la capacidad de reacción y de impulso del crecimiento.
Los panelistas configuran un escenario a corto y medio plazo de una economía que, una vez retirada la "respiración asistida" fiscal (muy cara en términos de déficit público), que ha producido el efecto de mínimo crecimiento en el primer trimestre, en términos de Contabilidad Nacional, entraría en una fase de crecimiento muy moderado por un periodo prolongado de tiempo, con recortes muy pausados del déficit público y una creación de empleo muy limitada. Y eso, poniendo en consideración que, después de esta crisis, la creación de puestos de trabajo no exigirá unas tasas de crecimiento tan elevadas como en anteriores procesos. Hacen notar los expertos que, para reemprender tasas de crecimiento sostenidas es imprescindible remover las trabas administrativas y políticas y los problemas de índole social que se interponen en la actividad económica española.
Asuntos como la financiación de la sanidad pública y de las pensiones o la inestabilidad de la organización territorial del Estado no están debidamente planteadas de acuerdo con la estructura fiscal española que es, en sí misma, otro problema de envergadura.
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