Economía

El euro resiste los zarpazos de la crisis de la UE

La falta de alternativas para que los reinos de taifas europeos planten cara a la globalización mantiene a los Veintisiete a bordo del barco.

La situación al límite que vive el euro amenaza la viabilidad de la moneda única europea, y también el futuro de la UE. La ruptura del club de los Veintisiete ya no es una cuestión tabú ni tan siquiera en Bruselas.

"Estamos en tiempos de guerra, con leyes de estado de excepción. Las leyes de la paz no se aplican y el marco de la UE está desfasado", reconoce el eurodiputado del PP José Manuel García-Margallo, vicepresidente de la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios del Parlamento Europeo.

"La UE era un gigante económico, un enano político y un microbio en seguridad. Esta crisis muestra que sólo es un mercado gigante, pero un enano en política económica, y un microbio en gobernanza", lamenta el eurodiputado del PSOE Antolín Sánchez Presedo, de la Comisión de Asuntos Económicos de la Eurocámara.

La falta de alternativas para hacer frente a la globalización mantiene aún a los europeos a bordo del barco común. Aunque no terminen de ponerse de acuerdo para remar en la misma dirección, como ha demostrado la reciente y polémica decisión alemana de prohibir unilateralmente las ventas a descubierto.

Integración o desintegración

"Esta crisis obliga a cambiar de dirección. Hay dos: desintegración o más integración", argumenta Sánchez Presedo antes de descartar la desintegración, "porque todos somos conscientes de que la UE es nuestra mejor baza".

"Creer que el euro se puede destejer es un análisis exagerado e irresponsable. Sería poner fin al proyecto europeo, y nadie lo desea porque la UE el mejor lugar para tratar nuestros problemas", sentencia el belga Philippe de Buck, director general de BusinessEurope, la asociación que defiende en Bruselas 40 patronales de 34 países del Viejo continente. "La solución es más Europa, más integración", afirma.

García-Margallo también descarta la desaparición del euro: "Quienes lo anuncian, ahora usan el síntoma de la devaluación. Pero estaba sobrevalorado y no veo riesgos si baja. Recuperaremos competitividad, unos más que otros: a Francia y a Alemania les irá bien; a España se le disparará la factura por importar energía".

Los defensores del euro, aún los hay al menos en Bruselas, aseguran que es más que una moneda. Defienden que es un pilar para que la UE afirme su posición en la escena mundial, y un vigoroso motor de integración continental. Y consideran que sigue siendo una moneda atractiva, y que empresarios de países ajenos a la zona euro como Dinamarca desearían pertenecer a Eurolandia.

No es el euro, es España

"La debilidad del euro no está en cuestión, sino la debilidad de algunos", contraataca el representante de la europatronal. "Los problemas de Grecia, Portugal y España no son por la crisis, existían antes. Hay que parar la hemorragia. Es urgente que España tome medidas", añade De Buck.

Atrás queda la primera década relativamente plácida del euro. Ahora surgen de forma descarnada los problemas vaticinados en los años 90 por los agoreros y los euroescépticos: que la unión económica y monetaria necesita de integración política; y que quien no respeta las reglas de ajuste sufre, como España, crisis asimétricas que exigen recortes dolorosos porque ni se puede devaluar, ni hay, como en Estados Unidos, un presupuesto federal para ayudar a los Estados en dificultades, ni hay movilidad de la mano de obra.

Apuros para el euro

"No creo que el euro se rompa. Pero estamos en su primer día. Durante diez años ha sido estable, y ahora llegan las dificultades", constata García-Margallo. Sánchez Presedo tampoco cree que la reciente intervención del BCE en el mercado y la devaluación del euro sumen riesgos de que el euro se rompa. "Si se hacen políticas creíbles, al final se recupera la confianza y se puede entrar en un escenario nuevo".

En Bruselas se lamenta que el euro y la UE estén pagando el precio de la no acción. El precio de que la mayor parte de los Gobiernos nacionales no hayan reformado el mercado laboral y la educación, y que no hayan impulsado la integración del mercado interior para convertirlo en un verdadero mercado único europeo. "Si hay un pilar sólido en esta crisis, es el presidente del BCE. Además de gestionarla, siempre destaca la importancia de las reformas, pero no siempre se le escucha", se queja De Buck.

La lista de deberes pendientes es larga. Reformar la reglamentación financiera y mejorar el acceso a la financiación, sobre todo de las pymes. Hacer frente al doble desafío demográfico planteado por el envejecimiento de la población: revisar la financiación de las pensiones y la sanidad; y garantizar que haya mano de obra cualificada disponible. Más retos: la globalización, el cambio climático y garantizar el suministro energético.

"Hay que darle seguridad al euro. Y aplicar la estrategia Europa 2020. Pero el año 2020 es muy tarde, hay que reformar ya", defiende De Buck.

Sánchez Presedo considera que "ya no es suficiente la vieja teoría según la cual el Pacto de Estabilidad bastaba para dar estabilidad al euro y a los mercados. ¿Por quién doblan las campanas en Grecia? Por todos nosotros".

Consciente de que la campanas doblan por todos, los países de la zona euro han creado un mecanismo de estabilidad para blindar a los países en apuros y dar sosiego a los mercados. Pero solamente con eso no basta. Se ha esquivado la catástrofe en Europa, y ahora hay que conjurarla definitivamente.

"Hay que abordar los problemas estructurales, las divergencias de competitividad que se han agudizado entre los países del euro. Hay que acompañar las políticas de ajuste presupuestario con estrategias europeas de crecimiento, y profundizar la gobernanza económica de la UE", explica el eurodiputado socialista antes de reclamar: "Igual que se pide a unos países que ajusten su déficit, a los países con superávit hay que pedirles que contribuyan. Es necesario cambiar muchas inercias".

EEUU, más productivo

El eurodiputado popular hace hincapié en "mejorar la competitividad frente a Norteamérica y los países emergentes porque, por ejemplo, Estados Unidos crea 1,2 puestos de trabajo en sectores nuevos y dinámicos por cada puesto perdido por culpa de la deslocalización, mientras que Europa sólo crea 0,8 puestos".

Nadie cuestiona el valor de que la eurozona se haya coordinado para tomar medidas sin precedentes. Pero como puntualiza Andrew Walton, director-gerente de la consultora FD (Financial Dynamics), "los niveles de déficit de muchos países siguen a alturas históricas y los mecanismos de rescate no son una solución a largo plazo que pueda repetirse una y otra vez".

"Los Gobiernos están tomando medidas dolorosas pero necesarias para reducir el gasto, y es esencial comunicar los avances de forma sistemática y coherente a un mercado muy nervioso", advierte Walton antes de avisar: "España está en el ojo del huracán, y los inversores están atentos a las economías vulnerables para ver un plan sin ambigüedades que restaure la confianza". Y añade: "Polonia es un buen ejemplo de un Gobierno que capea la crisis con éxito, entendiendo desde el inicio que debe comunicar de manera abierta y activa con los inversores, y diferenciar su gestión de la de sus vecinos. Sigue el entusiasmo con la deuda polaca y la bolsa de Varsovia".

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