Ahora más que nunca, la mayor organización del mundo de combate a la pobreza está bajo presión para acabar con la tradición por la cual esa entidad siempre es presidida por un estadounidense, mientras el Fondo Monetario Internacional (FMI) está conducido por un europeo.
WASHINGTON (Thomson Financial) - El Banco Mundial (BM) se enfrenta a la difícil tarea de buscare un nuevo presidente, después de la renuncia de Paul Wolfowitz en medio de un escándalo por nepotismo.
El nuevo presidente deberá supervisar la políticamente sensible tarea de prestar más de 20.000 millones de dólares anuales para promover el desarrollo en todo el planeta.
Los principales accionistas del banco -en orden descendiente, Estados Unidos, Japón, Alemania, Gran Bretaña, y Francia- nominan cada uno a un director. Los restantes 19 directores representan al resto de los estados miembro del banco.
Las naciones de la Unión Europea, por lo tanto, forman el bloque más grande del consejo de administración. Hace dos años, pudieron haber impedido que prosperara la nominación del controvertido Wolfowitz por parte del gobierno de Estados Unidos, pero no lo hicieron.
Deben estar arrepentidos de haber dado su consentimiento ahora que Wolfowitz cayó tras el escándalo desatado al conocerse los incentivos salariales que concedió a su pareja, la ex funcionaria de prensa del BM Shana Riza, cuando él llegó a la institución en junio de 2005.
El funcionamiento diario de la institución es supervisado por el presidente y los 24 directores ejecutivos, quienes reciben sus poderes de los gobernadores del banco, que en general son los ministros de Finanzas de cada una de las 185 naciones miembro.
Desde que el BM y su organismo hermano, el FMI, fueron creados al final de la Segunda Guerra Mundial, el liderazgo del banco ha estado en manos del gobierno estadounidense y, como contrapartida, el jefe del FMI ha sido un europeo.
Ese acuerdo ha recibido crecientes críticas en los últimos años, especialmente en Asia, donde la pujanza de las economías emergentes requiere de una mayor voz frente a las decisiones de los operadores políticos de Washington.
Incluso la asociación de funcionarios del BM, al pedir la renuncia de Wolfowitz el mes pasado, solicitó al consejo directivo que 'tomara la iniciativa en el lanzamiento de una búsqueda global, basada en méritos personales, de un nuevo presidente que pudiera recuperar la integridad y la confianza (de los donantes).'
El mandato del presidente del BM es de cinco años, renovables por un nuevo periodo. Wolfowitz sucedió a James Wolfensohn, quien dejó el cargo tras una década de servicio en mayo de 2005.
Wolfowitz fue el décimo presidente del BM y el más controvertido desde Robert McNamara (1968-1981), quien, como secretario de Defensa de Estados Unidos, fue el artífice de la guerra de Vietnam.
Irónicamente, Wolfowitz llegó con un pasado igualmente controvertido, al haber sido subsecretario de Defensa estadounidense y haber contribuido al desarrollo de la estrategia para la guerra en Irak.
El presidente del BM tiene a su cargo unos 10.000 funcionarios que cumplen funciones en la sede central en Washington y en más de 100 países en todo el mundo.
El Grupo Banco Mundial incluye cinco instituciones y filiales, entre ellos sus dos pilares para el desarrollo: el Banco Internacional para la Reconstrucción y Fomento (BIRF) y la Asociación Internacional de Fomento (AIF).
El BIRF, la institución original del Grupo fundada en 1944, ofrece préstamos con intereses bajos a países con ingreso medio con capacidad de pago. La AIF da subsidios y préstamos sin intereses para las naciones más pobres.
Juntos, otorgaron cerca de 24.000 millones de dólares en el año fiscal 2006 para cientos de proyectos de desarrollo en todo el mundo.
Uno de los mayores retos que enfrenta el nuevo presidente será recaudar hasta 25.000 millones de dólares de los donantes más ricos para la AIF, cuyos fondos se consumieron por un programa de cancelación de deuda para naciones en desarrollo.
El BM asegura haber cambiado su política pasada de respaldar enormes proyectos de infraestructura por su apuesta a iniciativas de menor escala, pero más efectivas en la lucha contra la pobreza, como el respaldo a servicios sociales de eduación y salud.
A través de varias de sus agencias, el banco se presenta como el principal financiador externo de proyectos de educación y programas contra el VIH/sida en el mundo.
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afp/rt
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