El pueblo francés elegirá este domingo a un nuevo presidente de la República para los próximos cinco años. Las opciones son el candidato de centro-derecha, Nicolas Sarkozy, y la socialista Ségolène Royal. Uno de los mayores retos del ganador será revivir la enferma economía gala, aquejada de una importante falta de compepetitividad.
La elección de un nuevo presidente será provablemente el acontecimiento que marque el comienzo de las reformas que necesita la economía francesa para recuperar los niveles de competitividad y prosperidad perdidos y que, según los analistas, deberían haberse realizado mucho antes.
La economía gala, que un día fue uno de los motores del Viejo Continente junto con Alemania, padece numerosas dolencias. El crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) ha sido algo probre, con un 1,5 por ciento de promedio en los últimos cinco años y un 2,1 por ciento en 2006, por debajo del 2,6% de la zona euro. Para 2007 las perspectivas no son mucho mejores. El Gobierno francés espera un incremento del PIB entre el 2% y el 2,5%, mientras la Comisión Europea prevé que los Trece crezcan un 2,4%.
Crecimiento interanual del PIB francés
Fuente: Oficina estadística francesa (Insee)
Males económicos
A ello hay que sumar una elevada tasa de desempleo que, según las polémicas cifras oficiales, es del 8,7 por ciento de la población activa; la caída de las exportaciones; un déficit público reducido a duras penas al 2,4 por ciento del PIB en 2006 y una deuda que se ha multiplicado por cinco entre 1980 y 2005, superando el 64 por ciento del PIB.
"La industria francesa tiene realmente problemas y creo que 2007 será también difícil", señala a Bloomberg Alexandre Bourgeois, economista de Natixis en París. Respecto a la situación comercial, explica que las exportaciones galas se dirigen principalmente a Europa y se muestran poco dinámicas en otros mercados más atractivos como los de Asia.
Las compañías francesas han visto como perdían cuota de mercado en el ámbito internacional. Según sus propios argumentos, limitadas por los altos impuestos, las cargas sociales y las rígidas leyes laborales del país.
Propuestas
Para sanar todos estos achaques, "los franceses han de elegir ahora entre dos estrategias: la de conceder una mayor libertad a las empresas y los trabajadores en pro de la innovación, el trabajo y la generación de riqueza, o regular en mayor medida la economía con el fin de aminorar los daños colaterales derivados de la globalización", expone Eric Chaney, analista especializado en economía de la zona euro de Morgan Stanley.
La terapia de Sarkozy pasa, en un primer lugar, por sustituir todos los contratos de trabajo existentes por uno más sencillo, que permitiría a las empresas despedir a los trabajadores mediante indemnizaciones ligadas a la antigüedad pero sin tener que sortear obstáculos de carácter legal. También ligaría la percepción de las indemnizaciones de desempleo a la búsqueda de trabajo.
Ségolène Royal también se muestra partidaria de plantear una mayor flexibilidad a la búsqueda de empleo, pero quiere generalizar la semana laboral de 35 horas e incrementar el salario mínimo interprofesional neto en un 50 por ciento para situarlo en 1.500 euros al mes, lo que según Chaney, "impediría seguir existiendo a miles de pequeñas empresas y dispararía el desempleo estructural".
Ambos candidatos han prometido aumentar el gasto público destinado a I+D. Sin embargo, únicamente Sarkozy vincula esta promesa a una profunda reforma del sistema universitario francés y de otros organismos investigadores. Royal ha alargado tanto su lista de promesas de gasto que la inversión general del Gobierno se dispararía casi con toda seguridad bajo su mandato. Esto se puso claramente de manifiesto en el debate televisivo que ambos candidatos mantuvieron esta semana y éste es, precisamente, uno de los mayores reproches que los analistas políticos han dedicado a la socialista.
Sarkozy, por el contrario, está decidido a recortar la presión fiscal en cuatro puntos del PIB a lo largo de diez años, lo que implicaría un descenso equivalente del gasto público.
Tanto el conservador como la socialista afirman que protegerán a las empresas francesas de carácter “estratégico” para evitar que caigan en manos de extranjeros, por lo que parece que el “patriotismo económico” seguirá vigente con independencia de quien lidere el nuevo Gobierno.
Consecuencias
En líneas generales, los analistas financieros consideran que Francia cuenta con más probabilidades de reformar el mercado laboral y estimular el crecimiento económico si el candidato presidencial de derecha gana.
Los analistas creen que para el mercado bursátil francés, la victoria de Royal implicaría un aumento del gasto de consumo a corto plazo por el incremento del salario mínimo interprofesional que ha prometido introducir, y menores beneficios empresariales a medio plazo.
El sector empresarial, interesado por la reforma del mercado de trabajo propuesta por Sarkozy, acogería favorablemente su victoria.
En cuanto a los mercados de deuda, ambos candidatos están contemplando la posibilidad de implantar un IVA social, que a corto plazo se traduciría en un aumento de la inflación y en la ampliación de los diferenciales de inflación entre la zona euro y Francia en 2008.
Los tres últimos sondeos publicados ponen de manifiesto que Sarkozy cuenta con una ventaja que llega alcanzar los cuatro puntos porcentuales y medio sobre su rival. Así por ejemplo, el diario Le Figaro publica el estudio de opinión que, firmado por el instituto 'TNS-Sofres-Unilog', plantea el escenario más favorable al candidato de la UMP. Según se lee en el rotativo, Sarkozy se impondría en la segunda vuelta con el 54,5 por ciento de los votos. En cuanto a la candidata del Partido Socialista (PS) francés, Royal obtendría el 45,5 por ciento de los votos