Economía

El cuento de la lechera europeo: cara y cruz de un mandato complicado

José Luis Rodríguez Zapatero es, desde ayer, el presidente de "esta nuestra comunidad", tal y como popularizó la serie televisiva Aquí no hay quien viva. Pero, como en toda comunidad de vecinos, el representante no lo tendrá nada fácil, especialmente, teniendo en cuenta las múltiples derramas pendientes que quedan por pagar o las muchas reformas y mejoras que necesita el edificio europeo... todo ello sin dejar de lado el peso que la comunidad europea quiere ganar dentro de la urbanización mundial.

Además, Zapatero se enfrenta a un nuevo desafío. Por primera vez, en el bloque de la Unión -que tiene ya Veintisiete pisos de altura- habrá una bicefalia en el poder: convivirán el que será el presidente rotatorio los próximos seis meses y el presidente estable, recién estrenado en el flamante cargo.

"La Presidencia española del Consejo de la Unión en 2010 se presenta, sin duda, como la más compleja y determinante de las que ha ejercido España hasta la fecha". Esta frase del secretario de Estado para la Unión Europea, Diego López Garrido, pone de manifiesto que son muchos los retos a los que España tendrá que hacer frente en el próximo semestre.

El primero, "e imprescindible para todos los demás" -tal y como ha apuntado el propio Zapatero-, pasa por la aplicación "plena y eficaz" del Tratado de Lisboa, texto que entró en vigor el pasado 1 de diciembre y que sustituye a la fallida Constitución Europea. En este sentido, el Gobierno español espera agilizar la puesta en marcha de toda la normativa comunitaria y ha ofrecido su más "fiel colaboración" al presidente del Consejo con dedicación exclusiva durante los próximos dos años y medio, el belga Herman Van Rompuy.

La 'derrama' comunitaria

El segundo desafío, aunque principal preocupación no sólo del señor Cuesta español de la UE sino de todos los propietarios, se centra en que la comunidad de los Veintisiete vecinos sea capaz de hacer retornar sus cuentas a terreno positivo y de salir reforzada del difícil momento que atraviesa su economía.

Zapatero, entre sus grandes propósitos, quiere llevar a la práctica "una nueva política económica de la UE con mayúsculas" y, para ello, ya ha adelantado en varias ocasiones su intención de dotar a Europa de un "Gobierno económico". España deberá liderar la elaboración de una estrategia coordinada para salir de la crisis financiera, para gestionar una retirada progresiva de las ayudas a la banca y de los estímulos fiscales, además de para volver a situar las cuentas públicas de los Veintisiete en los plazos establecidos dentro del Pacto de Estabilidad y Crecimiento económico.

El presidente del Gobierno deberá, además, presentar una estrategia para que la comunidad salga airosa de un panorama laboral que es, a su vez, el principal quebradero de cabeza del Gobierno dentro de casa. A este respecto, Madrid quiere mejorar la adaptación de las capacidades de los trabajadores a las necesidades del mercado de trabajo, mejorar la calidad de la educación y, también, la excelencia en las universidades y en la formación continua.

En tercer lugar, España tendrá que liderar en el próximo medio año la presencia de toda la comunidad europea a la que representa "en la nueva realidad internacional". El edificio europeo quiere presentarse como "un actor dinámico" en la promoción de la estabilidad y el progreso a escala global y, para ello, el Ejecutivo español tiene la labor de impulsar el nuevo Tratado de Lisboa, así como las figuras del presidente del Consejo y, también, de la Alta Representante de la Política Exterior.

En la práctica, a estos objetivos se sumará un amplio abanico de invitaciones más o menos formales y de inquilinos más o menos lejanos a tomar café. En la agenda internacional (ver gráfico), España se fijará varios frentes: fomentar las relaciones con América Latina -con el caso particular de Cuba-, promover la cooperación con el Sur del Mediterráneo, afianzar los nexos con EEUU y Japón y promover una relación más estable con Rusia. Además, dentro de casa, deberá impulsar la candidatura de Turquía a la UE y, fuera, reforzar la seguridad y la lucha contra el terrorista.

La cuarta gran pata planteada por Moncloa tiene como fin situar a los ciudadanos europeos en el centro de las políticas de la Unión, con iniciativas dirigidas al desarrollo de sus derechos y libertades. En especial, aquí España quiere exportar algunas de sus políticas de igualdad entre hombre y mujer y luchar contra una política común de inmigración.

Carencias en las prioridades

Pero pese a toda esta lista de buenos propósitos, hay otra enumeración de lo que, por no estar recogido en las líneas maestras, no se espera que llegue con la Presidencia rotatoria de España. Algunas voces comunitarias apuntan a otros cuatros grandes ejes que o han pasado a un segundo plano o pueden suponer un problema para el liderazgo español. "Va a ser una Presidencia de poco contenido político y mucha foto", apunta el popular José Manuel García-Margallo, vicepresidente de la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios en el Parlamento Europeo.

García-Margallo hace hincapié en que, el Gobierno ha pasado por alto a nivel nacional la retirada de las medidas excepcionales de liquidez: "La fuente del Banco Central Europeo se va a secar, pero el sistema financiero español va a seguir necesitando crédito".

También desde el punto de la vista financiero, el europarlamentario recuerda en que Moncloa no ha contemplado que, frente a la defensa del buen funcionamiento de la supervisión financiera del Banco de España, Bruselas impulsará este año una estrategia de "más supervisión europea, frente a los supervisores nacionales". Y España tendrá que poner la cara. Las normas contables y su aplicación a las entidades financieras europeas o estadounidenses será otro de los caballos de batalla que tendrá que lidiar la Presidencia.

Uno de los principales problemas que sacarán los colores a España será el cumplimiento de la disciplina presupuestaria. Y es que no hay que olvidar que dentro de la planta española, aunque el apoyo de sus habitantes -en forma de grupos parlamentarios- es casi unánime, se recuerda, como lo ha hecho en varias ocasiones el presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy, que Zapatero no podrá pedir a los demás vecinos que salden sus cuentas, cuando el agujero español es de un tamaño considerable.

A este respecto, García-Margallo pone el acento en que España será víctima del refrán de "sólo ver la paja en el ojo ajeno", teniendo en cuenta que es uno de los países con mayor deuda y déficit públicos y peor calificada, dentro de las grandes economías, por las agencias de calificación de rating.

En la misma línea, el último gran escollo al que deberá hacer frente la Presidencia española hasta el 30 de junio tendrá que ver, según el vicepresidente de la Comisión económica en el Parlamento, con una puesta en marcha real de la nueva Estrategia 2020, de crecimiento y creación de empleo eficientes. "No sobran parados, sino que faltan empresas que les den trabajo", apunta Margallo para señalar a la necesidad de una reforma educativa y un impulso real de al I+D.

El 1 de julio, llegará la nota definitiva a la gestión de España. Esperemos que el edificio comunitario cambie de sede en este semestre y no se ubique, como en la citada serie televisiva, en Desengaño 21.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky