
I. Lewis 'Scooter' Libby irá a la cárcel por desvelar la identidad de una agente secreta de la CIA.
Muchos ven al que fuera director del gabinete del vicepresidente Dick Cheney como una mera marioneta del ímpetu que la Casa Blanca tuvo por desacreditar a todos los que mostrasen su oposición a la guerra de Irak. A falta de otras cabezas que cortar, I Lewis Scooter Libby pasará a la historia como el chivato que filtró a la prensa la identidad secreta de la agente de la CIA Valerie Plame. Eso sí, sus más inmediatos superiores no han dudado en lavarse las manos pese a que aún quedan cabos sueltos.
Se enfrenta a 25 años
Los casi cuatro años que ha durado la exhaustiva investigación han hecho tambalear los pilares del Estado de Derecho, como la libertad de prensa en EEUU. Ahora, Libby, miembro de la élite neoconservadora de la mano de Paul Wolfowitz, presidente del Banco Mundial, podría enfrentarse a una pena de 25 años de cárcel después de haber sido declarado culpable de los cargos de obstrucción a la justicia, perjurio al FBI y falso testimonio ante el Gran Jurado. El próximo 5 de junio se sabrá cuánto tiempo pasará en prisión.
A este republicano, que se estrenó en el gobierno estadounidense durante la era Reagan, se le atragantó la guerra de Irak en el momento que decidió soplarle a Miller que la esposa del diplomático estadounidense Joseph Wilson era agente secreta de la CIA. La revelación se produjo después de que Wilson escribiera en julio de 2003 una columna en el New York Times en la que negaba las afirmaciones de la Casa Blanca que aseguraban que Irak compraba uranio a Nigeria. La incomodidad del Gobierno de EEUU con dichas declaraciones fue más que evidente.
Impunes
Días después, Robert Novak, reputado articulista, daba a conocer a todo el mundo la identidad secreta de la esposa de Wilson, abriendo la veda para los demás reporteros. Pese a que otros pesos pesados del presidente, como su consejero Karl Rove, también hubieran hablado con otros miembros de la prensa, el único que ha salido escaldado del asunto ha sido Libby. Ni Cheney, ni Rove, ni el mismísimo Bush han sido puestos en evidencia ante el jurado del caso y nunca se llegará a determinar su posible implicación en él.
Este abogado ha sido definido por su compañero de habitación como "un partidista acérrimo capaz de sacar a su cliente vivo de cualquier caso", algo que finalmente no ha sabido hacer consigo mismo. Ahora que Libby, casado y con dos hijos, irá a dar con sus huesos en la cárcel quizás pueda desarrollar su otra faceta, la de escritor. En 1996 publicó una novela titulada El Aprendiz, una oscura historia de sexo y pedofilia ambientada en el Japón de comienzos del siglo XX. Mientras Libby siempre soñó con que su libro llegase al cine, ahora podría ser su propia vida la que atrajera a más de un director de Hollywood y es que, al fin y al cabo, se ha convertido en el primer cargo oficial en ser condenado en un escándalo gubernamental desde el caso Iráncontra, que afectó a la Administración Reagan.