Londres, 22 feb (EFECOM).- El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, no ha conseguido cumplir el "espectacular crecimiento" que en el 2002 prometió para su país, que ha ido quedando rezagado con respecto a otros gigantes como Rusia, la India o China, advierte hoy el diario "Financial Times".
Frente a un crecimiento anual medio del 9.4 por ciento en China desde el 2000, del 6.5 por ciento en la India o del 6.7 por ciento en Rusia, Brasil sólo puede exhibir una media del 2.7 por ciento, recuerda el periódico.
En palabras de Ricardo Amorim, director del departamento de análisis de Latinoamérica del banco WestLB en Nueva York, citado por el periódico británico, Brasil se parece cada vez más a una "economía en sumersión" que a una emergente.
De ahí, dice el FT, la importancia del plan de crecimiento económico anunciado el mes pasado por Lula da Silva al comenzar su segundo mandato de cuatro años.
Con un incremento del gasto en carreteras, puertos y otras infraestructuras y la introducción de nuevos incentivos a la inversión, el Gobierno brasileño cree que el país podrá alcanzar un crecimiento anual del 5 por ciento sin poner en peligro la estabilidad económica y financiera.
El énfasis en las infraestructuras es un elemento central de la nueva estrategia, dice el periódico, ya que en los últimos años, dada la necesidad del gobierno de estabilizar sus cuentas para controlar la deuda, las inversiones públicas se resintieron fuertemente.
Aun si se incluye lo invertido por Petrobas, las inversiones en capital han sido inferiores al 3 por ciento del PIB, porcentaje muy inferior al de algunos países asiáticos de rápido crecimiento económico.
En declaraciones al periódico, el ministro de Hacienda, Guido Mantega, afirma que las nuevas inversiones en infraestructuras, incluidas las del sector privado, "movilizarán a una industria de la construcción que estuvo varios años paralizada. Y es algo que dinamizará la economía".
Pero la escasez de inversiones no es la única barrera al crecimiento con que se topa Brasil, dice el FT, según el cual muchos economistas señalan el problema que representan leyes laborales restrictivas que han empujado a alrededor del 60 por ciento de la fuerza de trabajo hacia el sector informal.
En el sector público, agrega el periódico, unas escalas salariales inflexibles, que tienen en cuenta sólo la edad, niegan a los gestores incentivos basados en resultados que podrían, por ejemplo, mejorar los estándares de la educación pública.
Otros obstáculos incluyen un sistema fiscal que deja a muchos estupefactos y un sistema judicial disfuncional, dice el FT.
El ministro Mantega reconoce al periódico que su gobierno es consciente de la necesidad de eliminar los impedimentos burocráticos al crecimiento y señala a ese respecto novedades recientes como una ley para las empresas medianas y pequeñas que simplifica y acelera el pago de impuestos.
Mantega se muestra también optimista sobre el impacto de una reforma fiscal más amplia: los brasileños pagan en impuestos aproximadamente el 39 por ciento del PIB, más que muchos países desarrollados y dos veces más que muchas de las naciones de su categoría, dice el periódico, según el cual la carga fiscal está desigualmente distribuida y la calidad de los servicios públicos es con frecuencia "lamentable".
El ministro explica el plan del Gobierno de fusionar todos los impuestos indirectos en un solo impuesto nacional sobre el valor añadido, para lo que, dice el periódico, necesitará el apoyo de los poderosos gobernadores ya que el IVA actual lo aplican los diferentes Estados brasileños.
Con todo, dice el periódico, los críticos creen que esas medidas no son suficientes, y muchos de ellos han llegado a la conclusión de que le Gobierno está cada vez menos convencido de que la ortodoxia (económica) es la vía que hay que seguir.
El Gobierno, dice el FT, "parece estar perdiendo la disciplina fiscal que mantuvo durante el primer mandato de Lula" cuando era ministro de Hacienda António Palocci.
Desde la caída de Palocci, como consecuencia de un escándalo de corrupción, el Gobierno ha concedido "generosos aumentos salariales a los empleados públicos y ha acordado un aumento del salario mínimo significativamente por encima de la inflación".
En lugar de reducir el gasto o emprender reformas laborales o en el sistema de pensiones, el Gobierno confía ahora enteramente en el poder de las inversiones para potenciar la actividad económica, señala el periódico.
También preocupa a los críticos, según el FT, el modo en que los militantes del Partido de los Trabajadores de Lula están acaparando buena parte del servicio público, lo que, en opinión de aquellos, fomentará el compadreo y los cambalaches en lugar de la búsqueda de las personas más apropiadas para cada puesto de trabajo. EFECOM
jr/pam
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