Economía

El Gobierno está dispuesto a apretar las tuercas a los hogares

Imagen de un atardecer en Beirut. Foto: Archivo
"El cambio climático es culpa de las industrias y los gobiernos", piensa el común de los mortales. Sin embargo, contribuimos más de lo que creemos al calentamiento global cuando cogemos el coche todos los días para ir al trabajo en lugar del bus o el metro; o dejamos el grifo del agua caliente abierto y la luz encendida; o ponemos tan alta la temperatura de la calefacción que nos asamos en casa en invierno y tan baja la del aire acondicionado que nos arrecimos en verano.

Consciente de ello, el Ministerio de Medio Ambiente se ha marcado como principal objetivo que los ciudadanos consuman menos electricidad y usen menos el coche.

Con este fin, la Estrategia Española de Cambio Climático, presentada ayer por la ministra Cristina Narbona al Consejo Nacional del Clima -integrado por Gobierno, autonomías, sindicatos, ecologistas y otros colectivos- recoge medidas para mitigar el calentamiento global, que se centran en los sectores difusos (vivienda, transporte, residuos, etc.), más que en las emisiones de gases de efecto invernadero de las industrias.

Meta para 2012

¿Por qué? Porque el Gobierno prevé que las emisiones de los sectores difusos crezcan el 65 por ciento entre 1990 y 2012, y las de los industriales, el 37 por ciento. Narbona se ha marcado como meta para 2012 que el alza total de emisiones no supere ese 37 por ciento. Aun así, España, que ahora expulsa el 52 por ciento más de gases que hace 17 años, tampoco cumpliría el Protoco de Kioto.

Para ello sólo podrá emitir en 2012 el 15 por ciento más que en 1990. Nuestro país quiere compensar esos 22 puntos de más con dos medidas: comprando cuotas de emisión de dióxido de carbono a otros países, lo que costará más de 3.000 millones de euros; y a través de la absorción de CO2 por bosques y de su almacenamiento bajo tierra. El Gobierno también asume los objetivos de la UE de lograr para 2020 un 20 por ciento de la energía a través de fuentes renovables; que éstas produzcan el 37 por ciento de la electricidad; y que el 10 por ciento de los carburantes sean biocombustibles.

Al bolsillo de los ciudadanos

¿Y cómo pueden Gobierno, comunidades y municipios reducir la contaminación de los sectores difusos? Al ciudadano lo que más le duele es que le toquen el bolsillo, por eso Narbona apuesta por la fiscalidad verde. Así, se incentivará a lo vehículos menos contaminantes, y los más sucios (todoterrenos, con mayor cilindrada) pagarán más por el impuesto de matriculación. Y se penalizará el derroche de luz subiendo la tarifa eléctrica a quien más consuma. Además, se limitará, con requisitos de eficiencia energética, el consumo del alumbrado público y de los aparatos de aire acondicionado. También se potenciará el transporte por ferrocarril y barco, y el uso de la bici. Y se pretende que para 2020 el 90 por ciento de la gente viva a menos de 50 kilómetros de una estación de tren.

De no tomar esas medidas, para el último tercio del siglo las temperaturas máximas subirán cada año entre 5 y 8 grados en las regiones interiores de la península ibérica y las lluvias se reducirán un 40 por ciento en la mitad sur, según el Informe sobre Escenarios Climáticos Regionalizados del Instituto Nacional de Meteorología, presentado también ayer por Narbona.

Pero, para los sindicatos y ecologistas, la Estrategia de Narbona es insuficiente para cumplir Kioto.

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