
En la guerra del Ministerio de Sanidad contra la obesidad y las dobles y triples raciones de hamburguesa ganan de momento las calorías de más. El saldo es preocupante: uno de cada dos españoles adultos pesa más de lo recomendable, según los últimos datos de la propia ministra, Elena Salgado.
Y la tendencia en el caso de los más jóvenes es ya alarmante: el 18 por ciento de los niños entre 2 y 17 años tiene problemas de sobrepeso.
4,5 millones de afectados
Pero no se crean que los kilos se reparten por igual entre la población, sino que también van por barrios. Y es que en el mapa de la obesidad en España existe una estrecha relación entre rentas bajas y alimentación hipercalórica. Son, de este modo, las comunidades autónomas que menor renta per capita tienen las que concentran el mayor número de obesos. Extremadura, Castilla-La Mancha y Andalucía encabezan este ranking, según la Encuesta Nacional de Salud del Instituto Nacional de Estadística.
En total, son más de 4,5 millones de personas mayores de 18 años las que tienen problemas de salud con la obesidad en todo el país, mientras que el sobrepeso afecta ya al 36,8 por ciento de la población.
Aparte del patrón geográfico de la obesidad -más marcado conforme se baja al sur y con altas prevalencias en el noroeste y el sur-sudeste-, un reciente informe del Departamento de Salud Pública de la Universidad de Alicante sostiene que son las personas con menor nivel educativo y de nivel de renta más bajo quienes se ven más afectadas.
Los datos del estudio presentado en diciembre por Sanidad y basados en una encuesta a 3.500 adultos españoles revelan también que la obesidad es más frecuente en los pueblos que en las ciudades. Con estas coordenadas, los cinco autores del estudio proponen una solución que pasa por mejorar la educación, el ejercicio y la dieta para prevenir la obesidad.
Respuesta en los impuestos
Algunos expertos ya han recomendado introducir medidas fiscales para frenar la obesidad y facilitar el acceso de toda la población a los alimentos frescos para seguir una dieta sana y equilibrada. Estos posibles incentivos o deducciones podrían salir muy rentables, como sostienen Philipa Mladovsky y Caroline Rudisill, dos investigadoras de la London School of Economics.
El subsidio, por ejemplo, del precio de la carne fresca y de los productos diarios que tienen un perfil más sano supondría un tercio de los 32.800 millones de euros que la UE-15 destina a tratar las enfermedades asociadas a la obesidad -trastornos cardiovasculares, diabetes, algunos procesos articulares e incluso ciertos tipos de cáncer-.
Educación y ejercicio
Los ahorros de esta medida son todavía una incógnita, pero el coste de la obesidad en España ronda ya los 3.000 millones de euros anuales, es decir, aproximadamente el 7 por ciento del gasto sanitario total, según los datos expuestos por la ministra Salgado. Desde la Agencia Española de Seguridad Alimentaria se asegura que las medidas fiscales no se contemplan por ahora para hacer frente a este problema de salud y rehúsan hacer más comentarios. Su presidente, Félix Lobo, sí reconoció recientemente que se trata de una de las políticas apuntadas en la Carta Europea Contra la Obesidad.
Pero, de momento, la educación y la mejora de las infraestructuras deportivas son las soluciones que más eco han encontrado en las respuestas de los 21 expertos académicos, de la industria alimentaria y de la Administración encuestados dentro del Proyecto Porgrow.
Poco movimiento
Sin duda, una de las principales causas de esta epidemia es la falta de ejercicio: más de la mitad de los españoles declara no realizar ninguna actividad física en su tiempo libre. Pero la obesidad también está estrechamente relacionada con dietas poco equilibradas que pueden explicarse tanto por una deficiente educación nutricional como por la falta de ingresos.
En el caso de la diabetes, una de las enfermedades asociadas a la obesidad, es más común en las zonas más pobres de los países desarrollados. Así se recoge en el último atlas sobre este trastorno de la Federación Internacional de Diabetes, que también revela que "la pobreza lleva a las familias a recurrir a comidas hipercalóricas de bajo coste y bebidas gaseosas".
Adiós a la dieta mediterránea
A esta conclusión llega también Beatriz González, catedrática de Métodos Cuantitativos en Economía y Gestión de la Universidad de Las Palmas y autora del estudio Desigualdades territoriales en el Sistema Nacional de Salud de España. Según este trabajo, "el problema de la obesidad es mayor en las comunidades autónomas de menor renta" y entre los muchos factores que lo explican la dieta es uno de ellos. De hecho, "la dieta sigue alejándose de la mediterránea", asegura esta experta. Y eso que las autonomías más implicadas en esta dudosa geografía están regadas por el mismo mediterráneo.
De momento, y aunque los expertos no se cansan de insistir en las bondades de la llamada dieta mediterránea, lo cierto es que ésta se aleja cada vez más de los bolsillos de muchos españoles. Productos frescos como la carne, el pescado, la fruta, las hortalizas o las verduras se encuentran entre los más caros de la cesta de la compra y sus precios se han disparado en los últimos años. Y esto, a pesar de que la Carta Europea Contra la Obesidad, firmada también por España, recomienda fijar precios asumibles en los alimentos más beneficiosos para la salud y garantizar su acceso a toda la población.
Alimentos básicos
Uno de los fundamentos de esta dieta, como es el aceite de oliva (rico en vitaminas y antioxidantes) también es uno de los alimentos más caros. Y es que la subida de los precios del llamado oro líquido ha sido imparable. Durante los últimos cuatro años, el aceite se ha encarecido de media un 11,7 por ciento al año y en noviembre pasado registraba un alza interanual del 9,4 por ciento. La respuesta del consumidor no ha sido otra que reducir su consumo y buscar otras alternativas menos saludables.
Otros productos tan básicos como el pan, las frutas o las hortalizas y legumbres frescas también han subido más de la cuenta. En el primer caso, a ritmos del 5,7 por ciento, que se elevan hasta el 7,6 por ciento y el 8 por ciento de media en los otros dos productos frescos.
Para la Organización Mundial de la Salud el avance de la obesidad en el mundo se debe a la falta de ejercicio y a una modificación de la dieta habitual, con una tendencia al aumento de la ingesta de alimentos hipercalóricos, ricos en grasas y azúcares.