
Patricio Fitz Simon acumula una amplia experiencia en BASF. Compañía a la que se incorporó en 2011. Tras varios años en Argentina y Brasil, desde noviembre de 2022 es el director de Soluciones Agrícolas en España de la multinacional alemana. Reclama a Europa que escuche a la industria de fitosanitarios a la hora de tomar decisiones "que deben apoyarse en la ciencia" y defiende una mayor apuesta por la innovación para que los agricultores europeos "puedan competir de igual a igual".
"Yo era sapo de otro pozo" asegura Patricio Fitz Simon cuando se le pregunta por su aterrizaje en la agricultura tras una larga carrera profesional en sectores industriales totalmente ajenos. Eso sí, contaba con dos pilares, la tradición agrícola de su familia "y mi mujer, que es ingeniera agrónoma", bromea. Desde hace dos años y medio, este argentino es el director de Soluciones Agrícolas de BASF en España, tras ocupar distintas posiciones en la compaña en Argentina y Brasil y, de su experiencia tiene clara una cosa: "he trabajado en cinco o seis industrias diferentes, pero la pasión, la vocación que tiene la gente del agro, no la he visto nunca".
En primer lugar, ¿qué destacaría de los agricultores y de la agricultura española?
La verdad es que no dejo de sorprenderme por la pasión que tiene hoy el agricultor, esa mirada hacia la innovación y sobre todo la resiliencia. El agricultor español, y también el europeo, tiene desafíos que quizás el resto del mundo no tiene y lo comparo con mi experiencia previa en Argentina y en Brasil, porque cada vez dispone de menos soluciones para sus cultivos y no es justo porque está en inferioridad de condiciones. Pese a eso, arrima el hombro echando creatividad para buscar nuevas alternativas para que su cultivo nazca sano y sea sostenible, no solamente desde el punto de vista ambiental sino también económico. Yo estoy totalmente encantado con el agricultor español y ojalá que en el futuro pueda tener más soluciones a mano. Desde el BASF hacemos lo imposible para darle esas soluciones, no solamente de productos fitosanitarios, sino también desde la digitalización.
Para BASF, ¿qué papel juega España en materia de innovación?
Cumple un rol fundamental. Tenemos la Estación Experimental de Utrera (Sevilla), una bendición que tenemos aquí en España, porque si bien es un centro experimental global, tenemos la posibilidad de traer clientes, productores, incluso autoridades, para que vean con sus propios ojos el gran y excelente trabajo de innovación que hay y lo que cuesta. Estamos súper contentos de tener 65 hectáreas en Utrera y más de 10.900 metros cuadrados de invernadero que nos permiten crear valor añadido para nuestros clientes utilizando las últimas tecnologías, mejorando el rendimiento y la salud de los cultivos y sobre todo la eficacia de los insumos agrícolas. Recibe más de mil visitas y más de 600 ensayos por año. Es un lujo tenerlo aquí. La innovación cada vez es más costosa en tiempo y en dinero y, para hacernos una idea, hoy lanzar un producto requiere más de 10 años y más de 300 millones de euros de inversión.
¿Qué lanzamientos tiene la compañía a corto y medio plazo?
La innovación es parte del ADN de BASF y seguirá siendo una apuesta en la Estrategia 2035. Hemos lanzado Revyona, que es un fungicida que ofrece uno de los más amplios espectros de control de enfermedades de viña y frutales y que próximamente también estará disponible en cultivos hortícolas. Y luego ya de cara al futuro, tenemos dos grandes novedades. Uno es el Luximo, un herbicida para cereales que va a cambiar un poco las reglas de juego. Y el gran lanzamiento que tendremos, sobre todo en España, dentro del segmento de insecticidas en el que los agricultores piden más soluciones con desesperación, será el Axalion, de una nueva clase química y totalmente innovador. Además, seguimos ampliando también nuestra cartera de soluciones biológicas con un rol importante en los programas de tratamiento y con el objetivo de cumplir con las exigencias de los supermercados.
Desde el punto de vista del negocio, ¿qué tal fue el año pasado para la compañía en España y qué previsiones tienen para este ejercicio?
El año 2024 fue extraordinario, récord para la compañía, después de un 2023 complicado por la gran sequía que hubo en España. BASF fue la empresa con más crecimiento. Pudimos mantener nuestro gran liderazgo en fungicidas con más de 20% de cuota de mercado y también pudimos crecer en herbicidas, insecticidas y biológicos. También interesante fue ver la evolución de las semillas. Y finalmente hay que destacar las excelentes ventas de Agrigenio, la plataforma de apoyo a la toma de decisiones que brindamos al agricultor, que creció en el segmento digital más de un 300%. Y me animo a decir que 2025 será también un nuevo año de récord.
La Unión Europea parece está cambiando y reduciendo burocracia y exigencias medioambientales. Desde vuestra compañía ¿cuáles son las principales demandas a las autoridades europeas?
Sí, ese mensaje más conciliador y de mayor apertura es el que estamos recibiendo desde las autoridades. Celebro este cambio desde la oratoria y ahora veremos si eso se cumple a la hora de los hechos. Nuestra demanda, tanto de BASF como del sector de protección de cultivos, es bastante simple: poder estar sentados en la mesa en la que se toman decisiones. Creo que es una reclamación justa porque somos parte fundamental de la cadena de valor con años de análisis sobre sostenibilidad, impacto medioambiental…. Me parece una picardía, por decirlo de una manera, no involucrar a la industria como un jugador más. Cuando hablamos de tomar decisiones, lo que pedimos es que las evaluaciones de los productos fitosanitarios se tomen basadas en la ciencia y no en otras variables porque seguramente habrá un mejor futuro para el agricultor y también para la sostenibilidad. Por otro lado, también pedimos el apoyo a la agricultura digital y de precisión. Y ahí todavía me cuesta acostumbrarme a las diferencias que he visto en Argentina o Brasil, que están más abiertos a las innovaciones. Veo una Europa mucho más restrictiva y cerrada a las innovaciones y eso al final perjudica solamente al agricultor europeo y al español.
En ese sentido, usted es un observador de excepción porque conoces la situación regulatoria en América del Sur…
Yo siempre pongo el mismo ejemplo. En más de 10 años que estuve trabajando en Argentina y Brasil no recuerdo haber tenido una sola caída del registro y en los dos años aquí ya he perdido la cuenta de los que se han suprimido de BASF. Pero reitero que lo que más me preocupa es el agricultor español, que queda en desventaja porque un norteamericano o brasileño tiene todas o casi todas las soluciones disponibles para hacer que su cultivo salga de la mejor manera, lo más eficiente posible y al menor coste posible y, sin embargo, el agricultor español no puede competir de igual a igual. El consumidor, los supermercados, las grandes cadenas van a buscar el mejor precio y calidad. Entonces, ¿por qué le van a comprar un tomate a un agricultor español si lo pueden comprar en Chile por la mitad de precio y la misma calidad? Quien más se perjudica es el agricultor.
Uno de sus casos es la edición genética, la nueva tecnología CRISPR. Parece que la Unión Europea quiere abrir la puerta. ¿Qué valoración hace de los ritmos y qué espera de la Unión Europea en ese sentido?
En la misma línea que venimos conversando, las semillas son un claro ejemplo de disponer de una mirada, una estrategia más abierta a la innovación. Y vuelvo a mi experiencia de ver la gran apertura a la genética en Latinoamérica y ver los resultados en vivo y en directo. Cuando tú ves la cara del agricultor que comprueba el rendimiento de una semilla de maíz o soja y que cuidan el medio ambiente, es impagable. Volviendo a la UE, estamos satisfechos con la propuesta legislativa de la Comisión Europea para las plantas desarrolladas con esta nueva técnica genómica y esperamos que se desarrolle aún más para permitir que estas plantas NGT de categoría 1, se presenten de manera idéntica a las plantas convencionales. Creo que ese es el camino de esta apertura hacia la innovación. La edición genética es una gran oportunidad y Europa debe avanzar en ese sentido para que pueda aterrizar y en esta línea nos gustaría también agradecer a la presidencia española del Consejo de la Unión Europea su labor. Estamos expectantes para ver lo que viene, pero cuanto antes mejor.
En materia de digitalización ¿cuál es la apuesta de BASF?
Para nosotros la digitalización es un pilar estratégico fundamental, uno de los más importantes junto con la innovación y la sostenibilidad. Es un mundo totalmente amplio y podría comentarte millones de ejemplos, el más importante, donde nosotros más valor vemos es aquí en España con Agrigenio y próximamente Xarvio para frutas y hortalizas que estaremos lanzando este año. Son sistemas de apoyo a la toma de decisiones (DSS) y que permiten que un agricultor pueda estar sentado en su escritorio o en su finca, y con el móvil o el ordenador tenga información en vivo y en directo para decidir si aplicar o no fitosanitarios, qué cantidad, cuánta agua necesita aplicar a su cultivo… En definitiva, que el agricultor puede optimizar recursos. Nuestras herramientas digitales ayudan a un uso racional de los insumos y, por tanto, a una agricultura más sostenible. Un ejemplo que vi en vivo y en directo hace pocas semanas: con el tomate de industria se puede ahorrar hasta 600 euros por hectárea. O sea que un agricultor ahorra eso, pero además produce más. Agrigenio funciona en viña, en olivo, en trigo, en patata, en cebolla. Ahora esta plataforma se integra en XARVIO, y rescata lo mejor de cada una para hacer que la experiencia sea mucho más amigable, mucho más simple, mucho más fácil de usar.
Hablaba antes de los productos biológicos. ¿Debería haber más agilidad, una vía rápida para estos productos biológicos a la hora de aprobarse?
Yo diría que más que rápido, que estén basados en la ciencia. Creo que esto es un tema fundamental y, sobre todo, lo importante aquí también es que cuando se toman decisiones para dar de baja una materia activa, se debe tener la mirada holística y global del cultivo, que se pongan en los zapatos del agricultor y que le pregunten si hay una solución diferente o alternativa. Y ahí es fundamental que la industria esté incluida. Los productos biológicos son un pilar fundamental y BASF está apostando fuertemente en ello, pero nosotros creemos que no va a existir una agricultura biológica, será siempre una combinación de productos tradicionales y biológicos.