Economía

Expertos de Cesce aseguran que los cambios en el orden mundial se producen por la competencia entre EEUU y China

Banderas de EEUU y China
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El ascenso de China como socio comercial está provocando que Estados Unidos pierda estabilidad hegemónica. Esta situación es la que está desencadenando los cambios que se están produciendo en el orden mundial, y que ya comenzó con el primer mandado de Donald Trump como presidente de Estados Unidos en 2018.

Además, la aceleración del asenso de China como potencia económica hace que el gobierno estadounidense tome decisiones cada vez más precipitadas para tratar de reconducir el orden mundial. Así, Lucía Bonet, analista de Riesgo País de Cesce asegura que "el cambio del orden internacional lo provoca el ascenso de China como poder alternativo y lo que eso supone para la hegemonía de EEUU. China crece utilizando el orden multilateral que EEUU había creado para liderar él".

El crecimiento económico de China comienza cuando Xi Jinping llega a la presidencia de China en 2013, con el propósito de acelerar la estrategia desarrollo iniciada por Deng Xiaoping a finales de los años 70, tras proponerse reconquistar el liderazgo mundial, actuando como una potencia, con voz propia, defendiendo su identidad, con un sistema político que, lejos de estar basado en el sufragio universal, se define como una dictadura democrática popular, gobernada por el Partido Comunista. China defiende su legitimidad para defender sus propios valores, diferentes a los occidentales, afirmando que el Estado está siempre por encima de la libertad de los individuos. Ese momento, en el que cuestiona tanto la universalidad de los valores occidentales como su papel subordinado en la escena internacional, constituye un desafío explícito.

Las principales estrategias desplegadas por Xi para propiciar el gran salto geopolítico de China han sido la nueva Ruta de la Seda (oficialmente conocida como la Iniciativa de la Franja y la Ruta), la Doble Circulación y el plan Made in China 2025.

Sin duda, la Iniciativa de la Franja y la Ruta es la estrategia de diplomacia exterior y posicionamiento geopolítico más rápida y ambiciosa de la historia de la humanidad. Con ella, China aspiraba a construir, en un tiempo récord, una red de alianzas internacionales, así como a fortalecer los lazos económicos y políticos con una diversidad de países, con el objetivo de asegurarse el acceso a materias primas críticas y un lugar de paso seguro para sus exportaciones al resto del mundo. En este sentido, María José Chaguaceda, analista de Riesgo País de Cesce, señala la importancia de Latino América para China, ya que "tiene recursos muy importantes". Además, Chaguaceda señala que China "está entrando con mucho dinamismo en zonas estratégicas y hay muchos países de Latino América que han entrado en la ruta de la seda, lo que ha generado recelo de EEUU".

Y es que, desde hace años, China viene desplegando un modelo de cooperación que consiste en la financiación y construcción de infraestructuras, a menudo de transporte, en países "socios", a cambio de la adquisición en condiciones favorables de materias primas. La Iniciativa de la Franja y la Ruta es la sistematización de esa estrategia, a través de la definición de corredores terrestres y marítimos que permiten conectar a China con el resto del mundo. En total, más de 150 países forman parte de la iniciativa.

En el marco de la misma, se han financiado, mediante instituciones creadas para ese propósito, más de tres mil proyectos. China ha establecido alianzas estratégicas con países que representan, en conjunto, más del 55% del PIB mundial y concentran más del 75% de los recursos energéticos del mundo.

En paralelo a la Iniciativa de la Franja y la Ruta, se ha producido la expansión de empresas chinas que operan en puertos relevantes en todo el mundo, circunstancia que ha saltado a primer plano recientemente, cuando Donald Trump se ha referido al canal de Panamá de forma amenazante.

La segunda gran iniciativa desplegada por Xi es una monumental política de promoción industrial, denominada Made in China 2025, cuyo objetivo es que el gigante asiático alcanzara la autosuficiencia tecnológica en 2025. Hay que tener en cuenta que gran parte del crecimiento exponencial de China se había basado tradicionalmente en el denominado catch-up tecnológico. Es decir, en la asimilación de las tecnologías más avanzadas y estandarizadas que ya aplicaban los países más avanzados tecnológicamente. Se trata de una iniciativa de inversión masiva con un enfoque estratégico nacional que identifica sectores estratégicos en los que el gigante asiático pretende situarse a la vanguardia y lograr la autosuficiencia.

La tercera iniciativa desplegada por Xi es la Doble Circulación, cuyo propósito es construir un modelo económico más resiliente y autosuficiente y menos dependiente del exterior. Para ello, se pretende reducir el protagonismo del sector exterior en la tracción del crecimiento de China (circulación externa), trasladando más responsabilidad al consumo doméstico (circulación interna) en la demanda y en la generación de valor. Con esta estrategia, China equilibraría su crecimiento y sería menos vulnerable frente al exterior. A pesar de ello, esta estrategia es seguramente la que peores resultados ha tenido -a pesar que la protegía de los aranceles que EEUU prevé imponer a China-. Aun así, el peso de las exportaciones chinas de bienes ha disminuido de forma notable en los últimos 20 años, pasando de oscilar en torno al 35% del PIB a niveles ligeramente inferiores al 20%.

Estas tres estrategias han propiciado el salto económico de China y el fortalecimiento geopolítico del país durante la última década. China ha pasado así, a disputar con Estados Unidos el liderazgo mundial. Su PIB alcanza el 18% del PIB planetario, es la primera potencia exportadora del mundo, el principal socio comercial demás de 140 países, el mayor consumidor de materias primas y el mayor procesador de minerales críticos y tierras raras del planeta. Este ascenso y posicionamiento geoestratégico de China rompe la estabilidad hegemónica de Estados Unidos, que percibe por primera vez que China no es "solo" una potencia en ascenso, sino que tiene capacidad para sobrepasarle. Este sorpasso es más que posible, asegura Rafael Loring, analista de Riesgo País de Cesce, quien además señala que los conflictos que China tiene con sus países vecinos dan lugar a cerrar nuevos acuerdos.

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