
Las medidas expansionistas que está adoptando China han devuelto a la vida a su economía, que podría crecer sobre el 7,2% este año, por encima de lo esperado. Sin embargo, los expertos alertan de que el paquete de estímulo del gigante asiático y sobre todo el que éste no tenga una fecha de caducidad podría disparar el coste de la vida.
Muchas veces, la economía se comporta como si fuera un niño en sus etapas cruciales de crecimiento. Si se le estimula adecuadamente, se desarrolla sano y feliz, pero un exceso de estímulo puede desembocar en hiperactividad y estrés paternal. Esto es justo a lo que podrían enfrentarse a medio plazo las autoridades chinas, según varios economistas consultados por el diario Wall Street Journal, que piensan que la sobreexcitación a la que están sometiendo a la economía puede despertar al dragón de la inflación antes que en cualquier economía del mundo.
Con su plan de estímulo, China ha logrado que el Banco Mundial revise al alza su proyección de crecimiento hasta el 7,2%, frente al 6,5% que estimaba inicialmente. Según algunos parámetros, el crédito en China está más disponible que en Estados Unidos, donde la Reserva Federal (Fed) le ha brindado un apoyo fuera de lo común a los mercados privados. Entre enero y mayo, por ejemplo, el M2, indicador de la masa monetaria que circula en la economía, subió en Estados Unidos un 9% con respecto al mismo período de 2008. En China, sin embargo, se incrementó un 25%.
Sin fecha límite
Sin embargo, las medidas extraordinarias que se están llevando a cabo en el gigante asiático tienen un gran pero: las autoridades chinas no han puesto una fecha límite para acabar con la era del dinero barato, como sí han hecho otros países.
Además, los métodos chinos para inyectar liquidez al mercado son muy diferentes a los del resto de principales mercados. Sus bancos, la mayoría de los cuales están en manos del Estado, casi triplicaron sus préstamos en el primer trimestre respecto al mismo período del ejercicio anterior. Los bancos centrales de EEUU, Europa y Japón, que no controlan la disponibilidad de crédito, han optado por reducir los tipos de interés a niveles ínfimos y comprar títulos de las entidades para apoyar el crédito.
Si los créditos bancarios aprobados por el Gobierno y las ventas de bonos de las empresas se suman al plan de estímulo fiscal, China va camino de inyectar cerca de 6 billones de yuanes adicionales a la economía este año. Es decir, entre el 15 y 18% del Producto Interior Bruto (PIB), según cálculos de la consultora Beijing Dragonomics recogidos por WSJ.
En teoría, China podría pisar el freno de la inflación con tan sólo restablecer los estrictos límites sobre la disponibilidad del crédito que impuso en el pasado, aunque las autoridades no han dado aún indicios de que estén dispuestas a hacerlo.