
La Tierra está a cinco minutos del Apocalipsis, según el Reloj del Juicio Final, adelantado anteayer dos minutos por el Boletín de los Científicos Atómicos.

¿Razón? El mayor riesgo de que, además de las armas nucleares, las emisiones de gases contaminantes provoquen la aniquilación del planeta.
Un verano caluroso y un otoño y un invierno suaves han disparado las alarmas sobre la inminencia del cambio climático. Un documental, Una verdad incómoda, de Al Gore, y el Informe Stern han hecho el resto advirtiendo sobre sus graves consecuencias si no tomamos medidas.
España será uno de los países más afectados, debido a la "climadependencia" de su economía, "ya que más del 40 por ciento del PIB (construcción, turismo y agricultura), está vinculado al clima", según el portavoz de Los Verdes, Francisco Garrido. De hecho, el Estudio Peseta, publicado la semana pasada por la Comisión Europea, alerta de que el impacto será negativo para la agricultura y el turismo estival en los países del Mediterráneo, como España. Éstas y otras conclusiones están recogidas en la Evaluación preliminar de los impactos en España por efecto del cambio climático, del Ministerio de Medio Ambiente. He aquí una síntesis.
Consecuencias ecológicas
1. Más temperatura, menos lluvia
Las temperaturas aumentarán en el interior peninsular entre cinco y siete grados centígrados en verano y entre tres y cuatro en invierno para finales de siglo, según el escenario más pesimista. Éste prevé en 2100 una concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera el 120 por ciento superior a la actual. El departamento de Narbona baraja otro escenario menos pesimista, en el que las emisiones de CO2 al final de siglo serían "sólo" el doble (cien por cien) que ahora. En este caso, los termómetros subirían un grado menos. En la periferia de la Península y Baleares, el calentamiento será dos grados menor que en el interior; y en Canarias, tres grados menor en verano y dos menor en invierno. En cuanto a las lluvias, se prevé que aumenten en el nordeste y disminuyan en el sureste, aunque en verano el descenso será máximo en todo el país, excepto en Canarias.
2. Alteraciones de ecosistemas
Los de la región atlántica y los de la mediterránea se verán afectados de forma diferente. En los primeros, la subida de las temperaturas puede ir acompañada de un aumento de la productividad de la tierra. En los segundos, la escasez de agua provocará que se reduzca esa productividad. Algunos ecosistemas acuáticos continentales pasarán de permanentes a estacionales y otros desaparecerán. Los más afectados serán: La Mancha Húmeda, lagos, lagunas, ríos y arroyos de alta montaña (1.600-2.500 metros) y humedales costeros como Doñana.
3. Cambios en flora y fauna
Como efecto del calentamiento y la menor disponibilidad de agua, el sur peninsular será cada vez más árido y desértico (como está ocurriendo en Almería) y el norte presentará un aspecto similar al actual del Mediterráneo (con encinas y arbustos). Ello favorecerá la expansión de plagas, parásitos y especies animales y vegetales invasoras (por ejemplo, el mejillón cebra en nuestros ríos) y la extinción de otras. Además, se darán perturbaciones entre animales predadores y sus presas. Algunas especies verán alteradas sus actividades (migraciones y reproducción), como la mariposa española, que está emigrando hacia regiones más septentrionales. También se perderán bosques de árboles de hoja caduca (robles, hayas...), como los de Gredos y Guadarrama; y pastizales de alta montaña, como los del Pirineo catalán. Triste futuro para la biodiversidad del país más rico en especies animales de la UE.
4. Menos agua y playas
Para 2060, si la temperatura sube 2,5 grados y las precipitaciones caen el ocho por ciento, los recursos hídricos se reducirán el 17 por ciento. Esa reducción puede superar el 20 por ciento a finales de siglo. Este impacto será más severo en las cuencas del Guadiana, Canarias, Segura, Júcar, Guadalquivir, Sur y Baleares. Al final de esta centuria, se espera que el nivel medio del mar suba 50 centímetros, aunque, en el escenario más pesimista podría hacerlo un metro. Como consecuencia podrían desaparecer un número importante de playas (sobre todo en el Cantábrico, pero, según Greenpeace, también en Cataluña, Valencia, Castellón y Huelva). Asimismo, se inundarán buena parte de las zonas bajas costeras (deltas del Ebro, Llobregat, Manga del Mar Menor, costa de Doñana), algunas ya ocupadas por viviendas e infraestructuras.
5. Más desastres naturales
Aumentarán las crecidas de ríos; los deslizamientos de tierras y aludes en los Pirineos y las cordilleras Cantábrica y Bética; la intensidad y frecuencia de los incendios forestales; y la contaminación del aire.
Cómo será el país a finales de siglo

Fuente: Ministerio de Medio ambiente y Greenpeace
Efectos socioeconómicos
6. Mayores riesgos para la salud
Cabe esperar un incremento de las muertes provocadas por las olas de calor, que serán más frecuentes e intensas, y de las enfermedades transmitidas por mosquitos (dengue y malaria) y garrapatas (encefalitis). También se augura un agravamiento de los problemas de salud causados por una mayor contaminación del aire.
7. Efectos en agricultura y pesca
En varias zonas los efectos serán negativos (en el sur y sureste), por las menores lluvias y mayores temperaturas, pues aumenta la demanda de agua, ya escasa en esas regiones. En otras (el norte) pueden ser positivos, porque inviernos más suaves permitirán cosechas más largas. No obstante, por el calor se puede producir un desplazamiento a latitudes más altas de plagas. También se prevé una mengua de la productividad pesquera de las aguas marinas.
8. Menos turismo en verano
Las zonas más vulnerables son las costeras, el principal reclamo turístico del país con su oferta de sol y playa. También las de montaña, donde, como se ha visto en diciembre, las menores nevadas dañarán el turismo de esquí. El Ministerio coincide con el Estudio Peseta en que la escasez de agua provocará problemas de viabilidad a algunos destinos (podría ser el caso del Levante, Murcia o Almería); y el alza de temperaturas, cambios de destino vacacional (los turistas extranjeros podrían cambiar las playas españolas mediterráneas en verano por las del mar Báltico). No obstante, como defienden los hoteleros, si los otoños e inviernos son más templados, la temporada alta se alargaría. Ojo también a la elevación del nivel del mar, que amenazará algunos lugares turísticos.
9. Problemas urbanísticos
El boom urbanistíco que se está desarrollando en nuestro país plantea problemas, porque la construcción de viviendas genera un mayor uso intensivo de recursos naturales como agua y energía, así como necesidades de transporte. Ello puede contribuir a la degradación del medio ambiente. Parques y jardines serán los más afectados. Por el alza de temperaturas se disparará la instalación de climatizadores; esto puede repercutir negativamente sobre el clima.
10. Más demanda de energía
Con más calor y menos precipitaciones se prevé más demanda eléctrica, que deberá cubrirse sin poder recurrir a la energía hidráulica, que se reducirá por la falta de agua. Esta falta también afectará a centrales térmicas y nucleares refrigeradas en circuito abierto. Y crecerá el consumo de petróleo y gas natural y se reducirá el aporte de la biomasa, ya escaso. Sólo la energía solar se verá beneficiada, al haber más horas de sol. En caso de que se multipliquen las épocas de vientos fuertes, la producción de energía eólica también crecerá.
11. Seguros, un sector perjudicado
Las aseguradoras pueden ser de las más perjudicadas. Las tormentas e inundaciones -los siniestros que pasan más factura al sector- serán más numerosas. El este de la Península, por la alta peligrosidad de los fenómenos meteorológicos (lluvias torrenciales y fuertes vientos) y la concentración de cultivos sensibles a ellos, es la zona más vulnerable.