
"Hemos logrado esto sin comprometer un solo grano de nuestra tierra, ni una gota de nuestra agua, ni un soplo de nuestro aire". Estas palabras de Fabián Picardo, ministro principal de Gibraltar desde diciembre de 2011, tras concretarse el acuerdo sobre la colonia británica, dejan clara la satisfacción de las autoridades gibraltareñas después del Brexit y tras un lustro de negociaciones.
Encajar en el contexto de la Unión Europea un territorio que en la práctica es el único de Europa que aún conserva un estatus colonial, aunque se le nombre como 'Zona británica de ultramar', se antoja complicado en cualquier contexto, pero lo es más si se trata de Gibraltar con el Reino Unido fuera de la UE. Después de cinco años y 19 intentos, se ha llegado a un acuerdo cuya hoja de ruta pasa porque esté completamente redactado en septiembre u octubre y comience a aplizarse en enero de 2026.
Se trata de un acuerdo que amplía el de Nochevieja de 2020 entre el Reino Unido y España, y que ha sido calificado de "histórico" por todas las partes implicadas, ya que acabará con la Verja que levantó el Reino Unido en 1908 y favorecerá el tránsito de personas y mercancias, lo cual redunda en los más de 15.000 trabajadores que cada día cruzan al Peñón para trabajar, el principal asunto que quería solventar España.
Por el momento, Gibraltar y el Reino Unido son felices con el acuerdo y las autoridades españolas también, aunque hay voces críticas que quieren conocer la letra pequeña para valorar si será beneficioso y otras que directamente rechazan el paxcto, tanto en España como en Gran Bretaña.
Las voces críticas desde el Reino Unido llegan desde el bando conservador, que cree que el gobierno laborista de Keir Starmer ha comenzado a "entregar" el Peñón, mientras que en España, desde los dos partido más conservadores tampoco apoyan el pacto e incluso se considera una "traición".
El acuerdo, que abarca fiscalidad, cooperación judicial y seguridad, deberá ser ratificado por el Parlamento Europeo y el británico y requerirá también la aprobación del Congreso de los Diputados y del Senado.
Qué ganan las partes
El gran anhelo de España, que no reconoce la soberanía británica del Peñón ni aguas propias, era sobre todo acabar con los problemas de acceso a La Roca de los trabajadores externos, algo que será "pasado" más de cien años después. Cuando el acuerdo entre en vigor, estará "garantizada la libertad de circulación de personas y mercancías" sin que España deba renunciar a efectuar controles Schengen en el puerto y el aeropuerto. A España le convence también el hecho de que el Aeropuerto de Gibraltar pueda albergar "vuelos comerciales, tanto británicos como españoles y europeos".

Por su parte, el Gobierno laborista del Reino Unido considera que tras cerrarse el acuerdo "la soberanía del Reino Unido sobre Gibraltar, incluidas sus aguas territoriales, sigue estando garantizada". Así lo ha asegurado el secretario de Estado de Exteriores, Davi Lammy, ante el Parlamento británico.
"Hemos reforzado este acuerdo poniendo una cláusula de soberanía para garantizar que no había duda sobre la soberanía de Gibraltar y su relación única con la familia del Reino Unido", añadió Lammy, que fue más lejos al afirmar que "España reconoce la soberanía de Gibraltar y su relación con el Reino Unido en ese acuerdo y se verá ese detalle en el tratado".
Otra de las cuestiones que se verá afectada es la venta de tabaco en la colonia británica, que pasará a tener impuestos especiales y, en principio, favorecerá que sea erradicado el tráfico ilegal, algo que habrá que ver en la práctica cómo se desarrolla.
Picardo, desatado
Donde mejor parece haber sentado el acuerdo es en Gibraltar, al menos a juzgar por la euforia de su ministro principal, Fabián Picardo. En su primera comparecencia tras anunciarse el pacto, ante un entregado grupo de representantes del incipiente sector del juego en Gibraltar, Picardo fue viniéndose arriba mientras comentaba que el futuro de Gibraltar está ahora más definido que nunca incluso en materia de seguridad. A PIcardo le satisface especialmente el hecho de que ya no vaya a haber Policía española en el puerto de la colonia y que vaya a crearse una subestación policial en la zona norte del aeropuerto. En esa instalación trabajarán de forma permanente la Policía Real de Gibraltar, la Agencia de Fronteras y Guardacostas y la Aduana local, según ha confirmado el mandatario gibraltareño.
El ministro principal de Gibraltar ha desvelado igualmente que Gibraltar se convertirá en algo similar a una zona asociada a Schengen, aunque sin derecho de establecimiento para ciudadanos: "Ninguno de los 480 millones de ciudadanos europeos podrá venir a establecerse a Gibraltar, ni tampoco los gibraltareños podrán establecerse en España" y desveló que únicamente el Reino Unido o la Unión Europea podrán activar su salida del tratado, pero nunca ni España ni Gibraltar. El mandatario gibraltareño no dudó en resumir el asunto con cierta prepotencia: "La UE debe tener en cuenta la posición de España, pero también puede decirle: esto es más grande que tú".
En cuanto a lo que se refiere al fin del servicio de ferris entre Gibraltar y Marruecos, que será desmantelado, a Picardo no le preocupa, al contrario. Ha sido fácil renunciar a él: "El ferri ha dejado de ser necesrio. No resulta rentable debido a la abundancia de rutas desde puertos españoles y, además, su mantenimiento implicaría aceptar presencia policial española en el puerto gibraltareño y no podíamos aceptar oficiales españoles en el puerto". Además, así se evita que puedan realizarse controles Schengen en ese lugar.
Escaparate internacional
Fabián Picardo ha indicado también que "el acuerdo se refiere a las personas y no a la soberanía y es una oportunidad para restablecer una relación con España con la cooperación por encima de la confrontación".
Para Picardo, el acuerdo es muy positivo para los ciudadanos y las empresas de Gibraltar, que "ahora tienen certidumbre y claridad en sus vidas tras la perturbación causada por el Brexit". Gusta hasta tal punto el acuerdo alcanzado para Gibraltar que Picardo lo definió como "la mayor oportunidad en la historia reciente del Peñón" y, como hacen los chinos, aseguró que convertirá el impacto del Brexit en una ventaja para La Roca.

Fabián Picardo llevará este mismo mensaje de satisfacción la semana próxima al Comité de Descolonización de la ONU en Nueva York, donde defenderá que nada de lo pactado en Bruselas compromete la soberanía británica del Peñón: "Desde el punto más al norte del istmo hasta el más al sur donde nuestras aguas se abren al Estrecho, Gibraltar sigue siendo enteramente británico".
Discrepancias
Desde el Reino Unido, las críticas al acuerdo de Gibraltar las ha aglutinado la prensa conservadora británica, que afirma que el Reino Unido "perderá la plena soberanía" que mantiene sobre La Roca desde hace 312 años y que "Starmer ha entregado Gibraltar", mientras que desde las filas del Partido Conservador han dado la voz de alarma. La exministra del Interior Suella Braverman cree que el acuerdo es "otra capitulación" ante España que "socava a Gran Bretaña" y "es absolutamente imperdonable", mientras que el diputado Mark Francois, que era partidario del acuerdo, piensa ahora que "abre la puerta a que España pueda controlar quién entra y sale del Peñón" y ha lanzado una catastrofista advertencia: "Primero Chagos, ahora Gibraltar, y probablemente las Malvinas serán las próximas".
Desde España, para el presidente del PP catalán, Alejandro Fernández, este acuerdo puede tener repercusión en otras plazas españolas: "El acuerdo sobre Gibraltar anticipa los planes de Sánchez para Ceuta y Melilla: cosoberanía con Marruecos", ha señalado en X. Para el también popular José Manuel García-Margallo, exministro de Exteriores, que cree que España tenía una "oportunidad de oro" para reclamar la soberanía del Peñón, el acuerdo "aleja cualquier posibilidad de España de recuperar alguna vez la soberanía española sobre Gibraltar". Por su parte, Vox va más lejos al señalar que el pacto "no resuelve nada" y perpetúa una "ocupación colonial: "Gibraltar sigue siendo un refugio para actividades ilícitas de todo tipo".
Más prudente se muestra el presidente popular de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, aunque también alerta de que "no debemos renunciar a la soberanía española sobre el Peñón". Moreno espera conocer la letra pequeña del pacto para poder valorarlo en profundidad: "Un acuerdo siempre es positivo. Esperemos a ver su desarrollo y sin renunciar a la soberanía". En todo caso, considera que "los vecinos del Campo de Gibraltar merecen el mismo progreso y bienestar que los del Peñón". Por su parte, el consejero de la Presidencia, Interior, Diálogo Social y Simplificación Administrativa de la Junta, Antonio Sanz, tiene "un optimismo moderado" hasta que se concrete el acuerdo: "Hay que ser prudente hasta conocer lo que lógicamente es la letra pequeña, que es muy importante y hasta octubre parece ser que no se va a tener".
Sin negociación por las aguas
El Tratado de Utrech, por el cual el Reino Unido pasó a controlar el Peñón de Gibraltar, no incluye aguas para la colonia. España reconoce solo de facto las del viejo puerto, pero Gibraltar ha hecho suyas hasta 3,5 millas naúticas en su entorno y además sigue ganándole terreno al mar para levantar nuevas infraestructuras. Sin embargo, para el Gobierno británico la soberanía del Reino Unido sobre Gibraltar y "sus aguas" es "sacrosanta".
Así lo señaló el ministro de Asuntos Exteriores británico, David Lammy, que defiende en el Parlamento que el pacto garantiza una "frontera fluida". Fue el propio Lammy quien anunció en el Parlamento británico el acuerdo sobre Gibraltar tras el Brexit, que calificó como "el último gran asunto sin resolver tras nuestra decisión de dejar la Unión Europea".
"La soberanía del Reino Unido sobre Gibraltar, incluidas sus aguas territoriales, sigue siendo sacrosanta e irrefutable", señaló Lammy, que no dudó en indicar que "España reconoce la soberanía de Gibraltar y su relación con el Reino Unido en ese acuerdo y se verá ese detalle en el tratado".
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