
Ahora que Barack Obama, ese joven senador demócrata por el estado norteamericano de Illinois, ya ha oficializado sus aspiraciones a la presidencia de Estados Unidos -que podrían convertirle en el primer mandatario negro que ocupe la Casa Blanca- muchos se centran en diseccionar cada uno de las posibles medidas económicas que el niño bonito de la política estadounidense podría llevar a cabo en el caso de convertirse en el presidente de la economía más importante del mundo.
Para empezar, Obama no parece dispuesto a apoyar los tratados de libre comercio, en especial con Latinoamérica. Así se deduce después de que el senador votase en contra del Cafta (el Tratado de Libre Comercio con Centroamérica) en 2005 porque, según explicó, "no defendía los derechos de los trabajadores estadounidenses".
Aun así, el candidato a la carrera presidencial no dudó en apoyar el Acuerdo Comercial con Omán, mientras que en un editorial escrito en el Chicago Tribune dejó claro que "votar en contra de los tratados comerciales no frenará la globalización. Ese es un fenómeno más allá de las agendas políticas de un país".
En su libro La Audacia de la Esperanza, también revela sus frecuentes conversaciones con Robert Rubin, ex secretario del Tesoro del presidente Bill Clinton y férreo defensor de la globalización, con el que coincide en afirmar que el gobierno estadounidense debe centrarse en beneficiar a aquellos trabajadores que se ven afectados por "una economía que cambia de forma veloz".
No bajará los impuestos
En lo que a impuestos se refiere, Obama no se convertirá en el próximo John Fitzgerald Kennedy, que recortó al máximo los tributos pagados por los estadounidenses; eso seguro. En su libro, el político hace referencia a una conversación mantenida con el multimillonario inversor Warren Buffet en la que muestra su oposición a las rebajas de impuestos llevadas a cabo por la Administración de George W. Bush.
Para Obama, el estancamiento del sueldo base y las desigualdades salariales han dado lugar a una diferencia social que "se suavizaron con las subidas impositivas realizadas por Clinton pero que han empeorado dramáticamente con los recortes de Bush".
Seguridad Social
Por último, parece que Obama estaría dispuesto a meter mano en la corona de espinas en que se ha convertido la reforma de la seguridad social en Estados Unidos.
Para el senador "los problemas económicos de la seguridad social son reales pero manejables" y para ello apuesta por un plan gubernamental de pensiones "universal" en lugar de por reducciones de impuestos que ayuden a los ciudadanos de forma privada en esos menesteres.
"Sanidad para todos"
Como buen demócrata, es partidario de un sistema sanitario "para todos", pero su aplicación no será coser y cantar en un país marcado por el encarecimiento de la sanidad.
No obstante, Obama deberá disputar la candidatura presidencial demócrata a John Edwards, aspirante a vicepresidente en 2004; al ex gobernador de Iowa, Tom Vilsack; al congresista Dennis Kucinich; a los senadores Chris Dodd y Joe Biden; y, presumiblemente, a Hillary Clinton. Y Gore se lo piensa.