
El Gobierno volverá a subir en 2025 el Salario Mínimo Interprofesional (SMI). Se trata de una medida que prometió en su primera legislatura, cuando Pedro Sánchez relevó a Mariano Rajoy como presidente del Gobierno, y que reiteró cuando logró formar Gobierno hace poco más de un año.
Cuando el Ministerio de Trabajo, siempre liderado por Yolanda Díaz, comenzó con las negociaciones, se puso como objetivo que las subidas alcanzaran el 60% del salario medio neto vigente. Ahora bien, los incrementos han sido tan cuantiosos y rápidos que esa meta está ya pulverizada, y con creces, en el caso de las pequeñas y medianas empresas españolas. Hasta el punto de que el SMI actual, sin esperar a la subida que se producirá en 2025, equivale al 73% del sueldo promedio en este sector.
Un extremo que ya denuncian desde Cepyme por el alto coste que supone para estos negocios que suponen el 99% del tejido empresarial de España. La subida del SMI no afecta de la misma manera a todas las empresas, ya que unas tienen que hacer mayores esfuerzos para conseguir llegar al mínimo marcado por Trabajo que otras y una carga excesiva conlleva riesgos para la sostenibilidad de esas empresas y, por consiguiente, para el empleo que generan. De esta manera, desde Cepyme han alertado de que una subida del SMI por encima del 2% "golpearía más fuerte a las microempresas, por lo que el aumento podría complicar aún más la situación.
A partir de ahí, las consecuencias pueden ser las obvias, ya que podrían dejar de invertir, cerrar la empresa o despedir a trabajadores", alertan los representantes de las pymes en la presentación del Indicador Cepyme sobre la situación de la pyme. Desde la confederación, también han avisado que los costes laborales de las pymes acumulan un alza del 18,1% desde 2019, con una subida del 4,2% con respecto al último trimestre del año 2023. Esto se debe a que los pagos que las empresas hacen a la hora de remitir el salario al trabajador tienen en cuenta otras variables como son las pagas extraordinarias, las cotizaciones sociales y el Mecanismo de Equidad Intergeneracional.
Así, valorando las variables a las que las compañías tendrán que hacer frente, con el SMI que podría haber en 2025 (1.190 euros) en caso de que se aplicase la subida propuesta por los sindicatos de UGT y CCOO y que solicitan un incremento del 5% del actual, a las empresas les costaría unos 634 euros más, por lo que tendría que desembolsar hasta unos 1.824 euros mensuales por trabajador. Aunque hay que tener en cuenta que las cifras no son definitivas, ya que los agentes sociales (UGT, CCOO, Cepyme y CEOE) se encuentran en proceso de negociación junto a Trabajo.
El peso que el Salario Mínimo tiene sobre el Salario Medio vigente en España registró su mayor subida en el año 2019, cuando pasó del 46% a un 55,1% y que coindice con la primera legislatura de Sánchez al frente del Ejecutivo. Hasta ese momento, la proporción estaba mantenida entre el 42,3% de 2010 (cuando el SMI estaba en 633 euros mensuales, hasta el 46% del año 2018, cuando alcanzó los 736 euros al mes.

Cabe destacar que en esos ocho años, el SMI subió 103 euros y en los seis años de gobierno del PSOE, se ha registrado un aumento de 398 euros, sin contar la próxima que vendrá en 2025. Por este motivo, las empresas han venido pidiendo al Ejecutivo más cautela para poder desarrollar sus actividades económicas sin verlas entorpecidas por las normativas que aprueba el Gobierno, que además, provoca una mayor inseguridad jurídica y hace que los emprendedores y autónomos de España tenga que realizar ajustes año tras año para que sus empresas logren ser rentables y no tengan que echar el cierre por motivos ajenos a su negocio. Ya en el Manifiesto de la pyme, solicitaron al Gobierno "que renuncie a su política persecutoria e incriminatoria", debido a que se está dando un "goteo de medidas de control, de supervisión y de sanciones". Eran una de las principales peticiones de las pequeñas y medianas empresas. Esto se debe a que las medidas se toman para todas las empresas, sin tener en cuenta la capacidad de inversión que pueden tener ni el tamaño.
Y es que, el impacto que tiene el SMI también varía en función del sector, siendo las pequeñas dedicadas al sector servicios las más afectadas (70,5% en diciembre de 2023), por delante incluso del total de las pequeñas. No obstante, también se observa esta diferencia en otros sectores, donde los salarios son más elevados, como es el caso de la industria y la construcción. La brecha se va agrandando cuando aumenta el tamaño de las empresas, con una diferencia de 16,6 puntos entre las pequeñas y grandes del sector servicios (53,9% en diciembre de 2023).
Lo mismo pasa con las Comunidades Autónomas. Las que basan su economía en sectores con los salarios más bajos, son las que tienen las empresas que más sufren las subidas anuales del Salario Mínimo Interprofesional, siendo Extremadura, Canarias, Murcia, Andalucía, Castilla y León y Castilla La Mancha las más afectadas, mientras que Madrid, País Vasco, Navarra, Cataluña y Asturias son las regiones en las que menos afectadas se ven sus empresas. Coincide con las que más esfuerzos hacen basan su actividad en el sector primario, mientras que en las que hacen menores esfuerzos predominan el sector secundario en sus actividades económicas.
Los gastos mencionados anteriormente y a los que tienen que hacer frente las compañías si se sube el SMI por encima de sus posibilidades, influye de manera directa en la capacidad de crear empleo que tienen las empresas y que, a finales de 2023 (cuando el SMI estaba en 1080 euros), ya habían impedido la creación de unos 163.000 empleos, que golpeó directamente a los jóvenes y personas sin experiencia en los sectores a los que quieren dirigir su vida laboral.
La nueva subida propuesta para la entrada de 2025 conllevaría costes en la creación de empleo, que unido a la reducción de la jornada laboral de 37,5 horas semanales que Trabajo ya va a anunciado que va a aprobar a pesar de no contar con el apoyo de las patronales Cepyme y CEOE, ambas medidas tendrán consecuencias directas en la capacidad empleadora de las empresas.
La entrada del año nuevo traerá a España una nueva subida del SMI, que en los últimos años, ha sido una de las medidas en las que el Gobierno ha mostrado una mayor constancia.
Variación del SMI en los últimos años
Y es que, desde 2018, cuando Pedro Sánchez fue nombrado presidente del Gobierno por primera vez, el salario ha escalado unos 398 euros (736 en 2018 y 1.134 en 2024), a esperas de que se anuncie el de 2025.
La mesa de negociación del Ministerio de Trabajo se inició con la propuesta de los agentes sociales, UGT y CCOO, en la que propusieron un incremento del salario del 5% con respecto al actual, mismo porcentaje de subida que se dio al inicio de este año, y que dejaría el SMI en unos 1.190 euros mensuales.
Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda del Gobierno y titular de Trabajo, evitó avanzar qué cuantía usarían de punto de partida en el diálogo con los agentes sociales, a falta de conocer el abanico que esbozará el informe, pero sí se ató al 60% del salario medio, a pesar de que ya se ha superado desde 2023, y que en el caso de las empresas más pequeñas correspondería con el nuevo incremento planteado por los sindicatos, al 73,1% en comparación con el salario medio.

En los últimos 7 años, la mayor subida se registró en 2019, cuando el salario subió un 22% (unos 164 euros) y pasó de los 736 euros a los 900. Después, aunque fue incrementando a lo largo de los años, los aumentos fueron en menor porcentaje, hasta el 2023, cuando volvió a haber un repunte, con una subida del 8% y en el que se pasó de los 1.000 euros mensuales, a los 1.080. Ahora, el incremento se mantendría por segundo año consecutivo (si la subida es del 5%), y se pasaría de los 1.134 euros actuales a los 1.190. Siempre y cuando, la cartera liderada por Yolanda Díaz, los sindicatos y confederaciones en representación de los empresarios, llegaran a un acuerdo común.
Aumento del SMI por países
El promedio general del aumento salario mínimo en los países de la OCDE se mantuvo entre 2018 y 2023 en el 30,5%, mientras España se situaba en el 46,8%, en el séptimo puesto del ranking. Por encima, se encuentran Bulgaria (52,9%), Croacia (53,3%), Rumanía (57,9%), Hungría (68.8%), Polonia (71.4%) y, en la primera posición, Lituania (110%), siendo el país que más subió el salario en ese periodo, ya que en 2010 mantenía el SMI en 231 euros mensuales, por lo que en 2023 paso a los 840 euros.
A pesar de que no estaba ni en el top 5 de los países que más aumentaron su SMI, España sí que se encontraba entre los tres primeros entre los que les suponía un mayor coste a los empresarios. Concretamente en segunda posición, con un coste total del 30,2%, por debajo de Francia (30,8%) y encima de Alemania, cuyo SMI en proporción al PIB les supone un 29,3%.
A la espera de un acuerdo entre UGT, CCOO, CEOE y Cepyme con el Ministerio de Trabajo para pactar el porcentaje de la subida y así, conocer el total del SMI en 2025, las empresas solicitan que se tengan en cuenta la capacidad de inversión de cada una y la subida se haga en base a ello, ya que junto a la reducción de la jornada laboral a 37,5 horas semanales, las compañías que parten con ciertas desventajas al contar con menos trabajadores, o que no cuentan con unos ingresos lo suficientemente altos como para hacer frente a la aplicación de ambas, podrían ver resentida su economía, y en el peor de los casos, tendrían que poner fin a sus negocios, que tendrá consecuencias directas en la economía española.
A la hora de implantar el SMI es fundamental tener en cuenta los efectos que podría tener en la economía, ya que una de las consecuencias directas en las que podría derivar es en la pérdida de empleo si se fija un nivel que excede el salario del mercado. Además podría dar lugar a un estímulo de la economía sumergida y al reemplazo de la mano de obra por maquinaria y que afectaría directamente a los colectivos más vulnerables, como son los jóvenes y los demandantes de empleo sin experiencia previa.
Por ello, hay países que no establecen ningún salario mínimo (EEUU, Dinamarca, Austria, Italia, Suecia y Finlandia), y otros que sí, pero con excepciones, para seguir fomentando el empleo y que el salario de los trabajadores siga prosperando. Por ejemplo, en Alemania el SMI no rige para los trabajadores en prácticas, domésticos ni en los primeros seis meses de trabajo. En Australia, el salario mínimo para los aprendices es inferior durante los tres primeros años; en Irlanda no rige para trabajadores en prácticas o empleados que sean familiares directos. O en Chipre, que en los seis primeros meses es inferior. De esta manera, los países consiguen que el SMI suba, pero con un resentimiento mínimo de las empresas, que hace que no se traslade a la economía del país.