Economía

La polémica de Ribera amenaza con llevar a diciembre la votación de la nueva Comisión

  • La previsión es que el pleno de la Eurocámara vote al futuro Colegio el 27 de noviembre
La vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera.
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La Eurocámara se convirtió la semana pasada en un hervidero de reproches en clave nacional que los populares esgrimieron hacia la vicepresidenta tercera, Teresa Ribera, por su responsabilidad en la gestión de la Dana que ha afectado al Levante y sur de España. Pero la maniobra del PP de retrasar, primero, la votación de la candidata española y, posteriormente, supeditarla a la una serie de condiciones, podría comprometer el arranque de la próxima Comisión Europea de Ursula von der Leyen previsto para el 1 de diciembre.

Lo que se atestiguó con Ribera la pasada semana en la Eurocámara fue la traslación de las tensiones de la política nacional a Bruselas. De poco sirve que ninguno de los restantes aspirantes a sentarse en el próximo Colegio de Comisarios se viera expuesto a un pulso tan tenso con los eurodiputados. La coyuntura que atraviesa Ribera en su carrera a vicepresidenta de Transición Limpia, Justa y Competitiva y responsable de la cartera de Competencia podría hacer peligrar el inicio previsto para los trabajos del Ejecutivo comunitario y, hasta cierto punto, la posibilidad de algunos aspirantes a vicepresidentes comunitarios a hacerse con el cargo.

El tira y afloja comenzó el martes, a escasas horas de la evaluación oral de Ribera ante varias comisiones del Parlamento Europeo. La formación liderada por Manfred Weber planteaba un pulso en aras de postergar la votación de la española, prevista para esa misma noche, sine die. Si bien el resultado fue un acuerdo entre socialistas, liberales y populares para aplazar la votación de Ribera, finalmente, la decisión se configura como un paquete en el que estarán en juego las seis vicepresidencias del Ejecutivo comunitario.

Languidecen las opciones de que los tiempos delineados por la alemana se cumplan. Aún con todo, ni la Comisión Europea ni el Parlamento Europeo cesan en su empeño. La presidenta de la Eurocámara, Roberta Metsola, suscribía a finales de la semana pasada su intención de que la votación de los futuros comisarios en el pleno del Parlamento Europeo se produjera el próximo 27 de noviembre, como se había agendado.

Bruselas, por su parte, ratificaba tal perspectiva. "Esperamos que el nuevo Colegio de Comisarios esté operativo el 1 de diciembre", reafirmaba el portavoz de la Comisión Europea, Eric Mamer. También mandaba un mensaje para tranquilizar las aguas: la confianza de Von der Leyen en Ribera permanecía intacta. "Evidentemente nada ha cambiado con respecto a esta posición inicial", afirmaba el portavoz comunitario. Y precisamente por ello, las reuniones de la alemana con las formaciones políticas se fueron sucediendo en Bruselas. El resultado infructuoso, sin acuerdo.

Rechazaba el eurodiputado popular Esteban González Pons en un debate sobre la situación de la Dana en Valencia, que se premiase a Ribera con tal cargo. Elevaba posteriormente la puja su grupo político, ya no por respaldar a la socialista, sino para que el PP se sentará en esa mesa de decisiones. A cambio, la ministra para la Transición Ecológica debía comprometerse a dimitir si resultaba imputada por su gestión sobre la Dana y, además, a comparecer ante el Congreso de los Diputados para dar explicaciones. Una cita prevista para este miércoles a petición de la propia vicepresidenta tercera.

Todas estas tiranteces han tenido como raíz las responsabilidades sobre la gestión de la Dana. Pero a nivel europeo, se han traducido como una especie de negociación entre formaciones políticas en la que socialistas utilizan como arma la posibilidad de tumbar la candidatura de Raffaele Fitto. El italiano fue adoptado por los populares, aunque realmente pertenece a la formación de Giogia Meloni de Fratteli d'Italia, que se enmarca en el grupo ultraconservador ECR. Sería la moneda de cambio por salvar la nominación de Ribera y permitir que acceda al cargo para el que la propia Von der Leyen la había designado.

La maniobra del PP europeo es ciertamente arriesgada y poneen riesgo la compleja alineación diseñada por la futura presidenta de la Comisión Europea para su próximo mandato. Pero en los pasillos de Bruselas no es ningún secreto que el líder de la formación conservadora, Manfred Weber, y la jefa del Ejecutivo comunitario como mínimo tienen sus diferencias. El primero de ellos trata de marcar cierta agenda en un complejo escenario geopolítico que apremia a la UE a culminar su Ejecutivo lo antes posible, con la vuelta de Donald Trump.

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