Economía

Los robos de mantequilla sitúan a Rusia ante el espejo del coste de la economía de guerra

  • La inflación de los alimentos está vinculada al aumento del gasto en defensa
  • La mantequilla se encuentra ahora en cajas con alarma en los supermercados
  • La demanda ha superado con creces la capacidad de producción del país
Foto: iStock

La economía de guerra de Rusia ha encontrado en la mantequilla la última expresión del desajuste entre la galopante inversión en Defensa y la escasa lucha contra la inflación. El producto básico, que se ha encarecido un 26% interanual, se encuentra ahora en los lineales de los supermercados dentro de cajas con alarma para evitar los robos que han comenzado a darse.

Mantener la ventaja en el campo de batalla en Ucrania es la prioridad el Kremlin. El gasto en armamento del presidente Vladimir Putin es cada vez más a costa de un aumento de los precios de los productos básicos de uso diario ante la escasez de trabajadores para cubrir los turnos de las fábricas. Hace unos días, unas cámaras de seguridad en Ekaterimburgo, la capital de la industria de defensa de Rusia, captaron a dos hombres asaltando una fábrica de leche y llevándose, además de dinero, 20 kilos de mantequilla.

Alexandra Prokopenko, investigadora del Centro Carnegie Rusia Eurasia en Berlín, ha indicado al Financial Times que "cualquier fábrica de mantequilla promedio estaría más que feliz de satisfacer la demanda y trabajar en tres turnos, pero no hay suficiente personal para contratar" pero concluye que "no se puede luchar contra la inflación y una guerra al mismo tiempo".

Los bienes de consumo se están encareciendo a un ritmo vertiginoso y no parece que la situación vaya a revertirse; el banco central ruso estima que la inflación podría alcanzar el 8,5% este año, el doble de su objetivo.

Putin ha pedido a las autoridades que estabilicen la economía del país pero no ha dado señales de recortar el gasto en Defensa, que se prevé que alcance un récord de 13,5 billones de rublos (145.000 millones de dólares) en el presupuesto del año próximo. De momento, el banco central elevó el tipo de interés clave a un récord de 21 puntos en octubre.

Este elevado gasto en Defensa ha aumentado la prisa por contratar en el sector, donde muchas fábricas están trabajando en tres turnos. En este contexto, el desempleo ha caído al mínimo histórico del 2,4%, obligando a los empleadores a aumentar los salarios para competir y haciendo casi imposible aumentar la producción de bienes y servicios sin provocar notorios aumentos de precios.

El escenario ya lo definió a finales de octubre la gobernadora del banco central, Elvira Nabiullina, al decir antes el Parlamento que la inflación persistentemente alta era una señal "de que la demanda ha superado significativamente la capacidad de producción de la economía" y al recordar que "en algunos sectores ya casi no queda equipo inactivo, ni siquiera maquinaria obsoleta".

El derroche en defensa se ha producido en un momento de capa caída para los ingresos de las exportaciones de materias primas de Rusia y de dificultades para convertir el rublo ante la presión estadounidense que limita los pagos de bienes. Esto, que se traduce en un aumento de los costes de artículos de uso diario, deja a Rusia cada vez más dependiente de las importaciones en un momento en que el país, en la práctica, no tiene forma de limitar los precios.

Los efectos de la inflación se sienten de manera diferente dependiendo de la proximidad de los rusos al sector de defensa. En datos del instituto de estadísticas estatal ruso Rosstat, en los últimos siete años los salarios en el sector de las tecnologías de la información, la industria pesada y la construcción han aumentado un 170%, mientras que en educación y los servicios municipales han subido entre un 10% y un 20%.

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