
En un contexto de exportaciones al alza y siendo éstas las que prácticamente generan la mitad del crecimiento del PIB en España, el comercio exterior se presenta como uno de los arietes del país para empujar su crecimiento económico y social.
Según el Instituto de Comercio Exterior (ICEX), hubo casi 190.000 exportadores en España en 2022 -último año disponible-, de los que más de 57.000 son recurrentes y que prácticamente hicieron el 90% de las operaciones. Y, en cambio, hay 94.000 empresas que debutaron o reiniciaron su actividad exportadora. Teniendo en cuenta que España es un país de pymes, muchas de ellas tendrán tal consideración.
Las exportaciones son, por tanto, claves porque permiten a las empresas no depender de un solo mercado y diversificar su actividad, pero no todo es tan "simple" como poner un producto o servicio a la venta en otro mercado. Hay procesos y burocracia y un simple error en el papeleo puede llegar a generar costes extras e, incluso, a doblar el precio del transporte. Por tanto, la exportación es una actividad de crecimiento de ingresos, pero debe ser rentable.
Para esas 94.000 empresas que se estrenan o reinician su actividad exportadora, es clave conocer qué se necesita de documentación y hacerlo con anticipación para que no se genere un cuello de botella en la aduana y costes extras que pongan en riesgo la rentabilidad de la transacción.
"Apoyarse en un operador logístico que te asesore es la mejor opción porque tiene el conocimiento de cada país, pues las reglas del juego entre uno y otro pueden ser muy diferentes, así como de los propios cambios normativos", asegura Juan López Doriga, director de Proyectos de la Dirección de Relaciones con Clientes de Bergé, uno de los grandes operadores españoles, nacido hace más de 150 años en Bilbao y que, entre otras actividades, conecta los puertos españoles con destinos en América del Norte, Latinoamérica o la costa occidental y septentrional africana.
El directivo reconoce que es fácil alcanzar el centenar de documentos en un proceso de exportación, incluidos los seguros, y que los interlocutores son muchos y variopintos, desde administraciones públicas a entidades privadas. Además, "existen riesgos al exportar que se pueden traducir en retrasos, que es la línea roja a evitar. Y la demora puede ser por un simple papelito", añade.
De ahí la importancia de valerse de un operador logístico que asesore y lleve las riendas del proceso exportador.
No sólo eso, al ser empresas que abarcan buena parte de la cadena de valor, tienen experiencia y poder de negociación para hacer frente a las operaciones de transporte, ya sea por tierra, mar o aire, y obtener mejores condiciones para ganar en eficiencia y rentabilidad.
Todo ello en un contexto ya de por sí de incertidumbre debido a situaciones volátiles como, por ejemplo, el actual conflicto en Oriente Medio, que está afectando al tráfico por el Mar Rojo y a través del Canal de Suez, lo que obliga a buscar rutas alternativas más largas, como bordear el continente africano por el sur, con el incremento de costes que supone, por ejemplo, en el precio de un contenedor marítimo, que ha pasado de X a X dólares en el último año.
Ejemplo del Brexit
Sobre las condiciones cambiantes del mercado, quizás el gran ejemplo de los últimos años haya sido el Brexit, o cómo un mercado como el británico salió del espacio comunitario, afectando de lleno a las mercancías procedentes de la Unión Europea.
Pensemos que sólo en el sector agroalimentario y pesquero, Reino Unido es destino del 6,8% del total de exportaciones españolas y es el quinto destino exportador solo superado por Francia, Alemania, Portugal e Italia, según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Hortalizas, cítricos, vinos, fruta o aceite de oliva son algunos de los productos que más exportamos a este mercado.
En aquel momento, y dado que emergió un mercado nuevo con fecha 1 de enero de 2021, empresas como Bergé desarrollaron un servicio de asesoramiento para las empresas con vistas a ayudarles a desenvolverse con éxito en el nuevo escenario de relaciones comerciales.
No sólo eso, según Juan López Doriga, "se potenció la figura de representante aduanero para facilitar y agilizar la actividad importadora/exportadora, llevar a cabo la gestión impositiva y de aranceles y la certificación en los controles, así como la asistencia en las inspecciones fronterizas".
El Brexit fue el cambio en mayúsculas, pero es habitual que en comercio exterior las condiciones, las normativas y los aranceles sean revisados y objeto de cambio o adaptación.
Todos tenemos en la retina actualmente la imposición de aranceles a China por el coche eléctrico, ¿esto afecta a una pyme? Si la respuesta del gigante asiático es contraatacar poniendo en la diana a las exportaciones agroalimentarias, la respuesta es sí.
¿Qué producto alimentario exportamos más a China? Carne de cerdo, según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. ¿Hay pymes entre las más de 60 empresas españolas autorizadas a exportar carne y productos de porcino? Las hay. Este es uno de tantos riesgos latentes.
Para Juan López Doriga, "las condiciones cambiantes del mercado son habituales, sujetas a muy diversos vaivenes. Estamos en una era donde el cambio es lo normal y esto afecta al comercio exterior. Para las empresas exportadoras muchas veces su actividad se enmarca en un galimatías, si además no tienen mucha experiencia, los errores pueden ser habituales y se pagan, vaya si se pagan".
El directivo añade que la burocracia y los constantes cambios no pueden ser barreras para comercializar con el exterior. "¿Acaso un emprendedor no se vale de un asesor fiscal o de una gestoría? Se trata de ponerse en las mejores manos y el dinero mejor invertido es aquél que te permite centrarte en lo que sabes y dejar en otros, en manos expertas, aquello que roba tiempo y genera preocupaciones".