
Ciudades futurísticas planificadas por el Gobierno con coches voladores y deportaciones masivas de inmigrantes que dejen todas sus casas vacantes. El plan de Donald Trump para solucionar el problema de la vivienda parece una mezcla de un plan de un funcionario soviético y un fan de la ciencia ficción. Pero, con las elecciones estadounidenses ya en marcha, las propuestas del candidato republicano están empezando a levantar preocupación entre los expertos.
La primera idea de Trump, anunciada ya hace un año, son las llamadas "Ciudades de la Libertad". En su "Agenda 47" (en referencia al número histórico en la lista de presidentes que ocupará el sucesor de Joe Biden), el magnate propone un concurso público para construir 10 nuevas grandes ciudades en terrenos propiedad del Gobierno. Esas ciudades contarían con "movilidad aérea", es decir, coches que puedan desplazarse de forma vertical, y supondrían "una infusión de dinero en la América rural".
Pero el plan no acabaría ahí. La gente que se mudara a esas ciudades podría trabajar en fábricas de productos que actualmente produce China, que dejarían de entrar en EEUU. Y, para provocar un nuevo 'baby boom', Trump pediría al Congreso que aprobara un 'cheque bebé' para que las personas que se mudaran allí tuvieran muchos hijos.
Por supuesto, la lista de problemas a este plan es muy grande. Empezando por el hecho de que los coches voladores todavía están muy lejos de convertirse en algo que se vea por las calles, y que esos vehículos solo tendrían sentido si esas nuevas grandes ciudades están llenas de rascacielos, algo que los propios ciudadanos del país llevan décadas rechazando en pos de viviendas unifamiliares en el extrarradio.
El mayor problema está en que la gran mayoría de los terrenos propiedad del Gobierno están en desiertos o reservas naturales en el oeste del país, la zona más inhóspita de EEUU. Crear varias megalópolis en Nevada, como Las Vegas, crearía un problema gigantesco con el suministro de agua, ya de por sí escaso. Y construirlas en Alaska o las montañas de Wyoming provocaría enormes problemas de transporte y suministros: apenas hay carreteras y construir aeropuertos en un terreno tan irregular ya es extremadamente complicado. A eso se suma el enorme coste que supondría: el precio del 'Nuevo Cairo' de Egipto ya supera los 58.000 millones. Multiplicar eso por 10 daría unas cifras exorbitantes para un país con un déficit público disparado y especialmente para un presidente que planea bajar aún más los impuestos.
Por supuesto, este plan sería a largo plazo. A corto plazo, el gran proyecto de Trump para facilitar el acceso a la vivienda es mucho más simple: expulsar del país a hasta "20 millones" de inmigrantes, tanto a ilegales como a numerosos migrantes legales, a los que Trump quiere retirarles por decreto su permiso de residencia.
Vice Vance, el ariete contra la inmigración
En el debate de vicepresidentes, el candidato a 'numero dos' de los republicanos, J.D. Vance, explicó que les retirarían el permiso de residencia a, por ejemplo, los venezolanos o los haitianos que entraron legalmente en EEUU, con una autorización especial ante las crisis políticas y económicas que viven sus respectivos países. Y a continuación les expulsarían, junto a todos los inmigrantes ilegales que llevan años o décadas viviendo en el país, a sus países de origen. Preguntado por qué pasaría si sus países de origen no aceptan recibirlos, Vance dijo que el Gobierno "impondría aranceles enormes" en los productos de dichos países.
¿En qué afectaría a la vivienda? Detener y deportar a todos esos inmigrantes dejaría millones de casas vacías, que podrían ser expropiadas y revendidas a otras personas, en una especie de homenaje a la expulsión de los judíos por parte de los Reyes Católicos en 1492.
Por supuesto, los analistas advierten de que ese movimiento podría provocar una crisis hipotecaria sin precedentes: un estudio de un programa aplicado entre 2005 y 2012 para expulsar a inmigrantes hispanos sin papeles provocó un aumento de las quiebras hipotecarias en todos los condados en los que se hizo, de unas 22.000 hipotecas por condado. El agujero en las cuentas de los bancos que supondría expulsar a millones de propietarios, la mayoría hipotecados, podría poner en peligro la estabilidad financiera del país. Eso, sin contar con el hundimiento repentino de la mano de obra, el consumo y los impuestos que pagan todos esos millones de personas, que desataría una nueva Gran Recesión, según advierte un estudio de la Universidad de New Hampshire.
Aun así, Trump ha prometido empezar la deportación con al menos un millón de personas, utilizando una ley de 1796 que permite expulsar a "extranjeros enemigos de EEUU", una categoría en la que incluiría de golpe a todos los inmigrantes. Un movimiento que puede desatar una crisis aún mayor de la que pretende resolver.