Economía

El calor extremo cuesta el 1,5% del PIB de los países en desarrollo y pone en jaque la salud de millones de trabajadores

  • El calor reduce la capacidad de trabajo, lo que impacta negativamente en la productividad y los ingresos de las empresas
  • La inversión en medidas de seguridad y salud en el trabajo podría generar ahorros de hasta 361.000 millones de dólares a nivel global
Un trabajador de la construcción bebiendo agua.
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En los países en desarrollo, el impacto del calor excesivo en el lugar de trabajo representa un desafío significativo para la economía y el bienestar de sus poblaciones. Se estima que el coste asociado al calor extremo en los ambientes laborales equivale a aproximadamente el 1,5% del Producto Interno Bruto (PIB) de estas naciones. Este porcentaje subraya la gravedad del problema y la necesidad urgente de abordar las condiciones laborales en climas extremos.

En 2022, las pérdidas económicas provocadas por fenómenos meteorológicos extremos vinculados con la crisis climática alcanzaron los 18.700 millones de euros, lo que representa el 0,08% del PIB de Europa. De esa cantidad, casi la mitad, un 44,2% (equivalente a 8.200 millones de euros), no contaba con cobertura de seguros, según un estudio publicado en The Lancet Countdown 2024.

El calor extremo no solo afecta la salud de los trabajadores, sino que también tiene repercusiones económicas profundas. Las pérdidas económicas derivadas de lesiones relacionadas con el calor y de los gastos médicos asociados ascienden a cifras alarmantes a nivel global. Se calcula que mejorar las medidas de seguridad y sanitarias en los lugares de trabajo podría generar ahorros significativos. La implementación de políticas y prácticas más rigurosas podría reducir en hasta 361.000 millones de dólares los costes mundiales relacionados con estos incidentes.

Estos ahorros provienen de una doble fuente: la reducción de pérdidas vinculadas a la disminución en la productividad de los trabajadores afectados por el calor y la disminución de los gastos médicos derivados de tales condiciones. La adopción de medidas preventivas y correctivas, como el fortalecimiento de los protocolos de seguridad, la provisión de equipos adecuados para combatir el calor y la mejora en las condiciones de trabajo, no solo protegería la salud de los trabajadores, sino que también contribuiría de manera significativa a la estabilidad económica global. En este contexto, la inversión en la mejora de las condiciones laborales en los países en desarrollo no solo es una cuestión de justicia social, sino también una estrategia económica prudente y necesaria.

Muertes por el calor extremo

Cada año, unas 19.000 personas pierden la vida a causa del estrés térmico asociado con jornadas laborales en condiciones de calor extremo, según recuerda la Organización Internacional del Trabajo (OIT). La OIT califica este fenómeno como un "asesino invisible" que se vuelve más letal a medida que el calentamiento global avanza, destacando la urgente necesidad de reforzar las medidas de protección para los trabajadores en todo el mundo.

Y es que la temperatura promedio global de 2023 alcanzó niveles récord, situándose 0,82°C por encima del promedio registrado entre 1991 y 2020, y 1,39°C por encima del promedio de 1961 a 1990, según la Organización Meteorológica Mundial. Este incremento de las temperaturas ha desencadenado una intensificación de eventos climáticos extremos, como huracanes, inundaciones, sequías, incendios forestales y olas de calor, que impactan directamente en las condiciones laborales.

El nuevo informe de la OIT subraya que regiones históricamente no acostumbradas al calor extremo, como Europa, están ahora enfrentando mayores riesgos. Un estudio de 2019 proyecta que, para 2030, América Latina podría perder hasta 2,5 millones de empleos debido al estrés térmico, especialmente en sectores como la agricultura y la construcción. Esta cifra podría ser aún mayor cuando se consideran otros factores vinculados al cambio climático, como la radiación ultravioleta, los eventos climáticos extremos, la contaminación del aire y enfermedades relacionadas.

Balint Nafradi, experto de la OIT y coautor del informe, señala que el verdadero desafío radica en adaptarse a esta nueva realidad. "El problema está en la adaptación, que está ocurriendo a un ritmo más rápido en regiones como Europa que en los países con climas cálidos," comenta Nafradi.

Las estadísticas reflejan la disparidad en la exposición al estrés térmico. En abril, la OIT reveló que un 71% de los trabajadores a nivel mundial están expuestos a estas condiciones extremas. En África, este porcentaje alcanza el alarmante 92,9%, mientras que en los países árabes es del 83,6%. En Asia-Pacífico, el 74,7% de los trabajadores se ven afectados, y en América, el porcentaje es similar a la media global del 71%. En Europa, aunque el porcentaje es menor (29%), la exposición ha aumentado significativamente en los últimos 20 años, con un incremento del 17,3%, muy por encima del promedio global del 8,8%.

Europa no se escapa del problema

El estudio The Lancet Countdown 2024 destaca un alarmante incremento en las muertes relacionadas con el calor en Europa durante las últimas dos décadas, con un aumento del 9% en las muertes atribuibles al calor. Los días de ola de calor han subido un notable 41%, exacerbando el impacto sobre la salud pública. En particular, España lidera en este incremento, y las mujeres sufren desproporcionadamente, con una tasa de mortalidad asociada al calor que es 1,5 veces superior a la de los hombres.

El análisis comparativo entre los periodos 2003-2012 y 2013-2022 revela un aumento significativo en las muertes por calor, que pasaron de 50,8 a 68 por cada 100.000 habitantes. El sur de Europa enfrenta una situación aún más grave, con un incremento del 11% en comparación con el 9% registrado en el resto del continente. Esta tendencia subraya el creciente desafío del calentamiento global y sus severas repercusiones en la salud pública.

Deterioro de la salud a medio plazo

El estrés térmico no solo afecta a corto plazo con riesgos de insolaciones y golpes de calor, sino que también puede provocar serios problemas de salud a largo plazo, como afecciones cardíacas, pulmonares y renales. Según el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), funciones físicas y cognitivas se deterioran a partir de los 38°C, alcanzando el "agotamiento por calor", y el riesgo de daño orgánico y muerte aumenta significativamente si se superan los 40,6°C.

En este contexto, la OIT insta a una protección integral contra el estrés térmico durante todo el año, no solo durante las olas de calor. Vera Paquete-Perdigao, directora del departamento de gobernanza de la OIT, enfatiza: "Mientras el mundo sigue lidiando con el aumento de las temperaturas, debemos proteger a los trabajadores del estrés térmico durante todo el año, ya que el calor excesivo está creando desafíos sin precedentes".

Esta llamado a la acción coincide con el renovado llamado del secretario general de la ONU, António Guterres, a intensificar la lucha contra el cambio climático, tras los récords históricos de temperatura media global alcanzados en julio. Nafradi advierte que enfocarse únicamente en las olas de calor podría dejar desprotegidos a muchos trabajadores expuestos al estrés térmico en periodos no anunciados oficialmente.

Reducir los salarios un 1%

Un estudio reciente sugiere que un aumento anual de la temperatura de 1°C podría reducir los salarios en un 1% debido a la pérdida de horas de trabajo, afectando principalmente a los jóvenes y a los trabajadores informales. La OIT también destaca que en Sudamérica, América Central y el Caribe, la exposición al calor excesivo podría llevar a la pérdida de hasta el 0,6% de las horas de trabajo para 2030, lo que equivaldría a 2,9 millones de empleos a tiempo completo, con un notable impacto en el sector agrícola.

El cambio climático y la destrucción de empleos

El cambio climático está reescribiendo las reglas del mercado laboral, y el resultado parece ser una tragicomedia laboral de proporciones épicas. En América, casi el 17% de los empleos están atados de forma directa a los caprichos de la naturaleza, con la agricultura dominando esta dependencia. Pero, claro, la degradación ambiental y la pérdida de biodiversidad, generadas por este cambio climático, están aquí para arruinar la fiesta.

Imaginemos un futuro cercano: para el 2030, América Latina podría ver evaporarse hasta 7,5 millones de empleos, principalmente en el sector de los combustibles fósiles. Así es, aquellos trabajos que han estado alimentando nuestra adicción al carbono podrían volar por los aires, literalmente. Pero, por si fuera poco, esta tormenta perfecta de pérdidas laborales viene acompañada de un rayo de esperanza en forma de nuevos empleos. En teoría, la transición hacia una economía verde nos regalará 22,5 millones de nuevos puestos en campos frescos como la silvicultura y las energías renovables.

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