Economía

El artífice de "la mayor estafa financiera en la historia de Perú" muere cuando se cumplen 30 años del caso

  • Carlos Manrique y su empresa, CLAE, estafaron a cerca de 250.000 personas, que invirtieron en lo que acabó siendo una estafa piramidal
  • Prometía a sus clientes una rentabilidad de hasta el 13% mensual y el 100% anual
  • Falleció el miércoles, a los 88 años, por "complicaciones" en "pulmones y riñones"
Carlos Manrique, también conocido como Cheverengue

Carlos Remo Manrique Carreño, más conocido como Carlos Manrique o como Cheverengue, protagonizó hace 30 años la que se conoce como "la mayor estafa financiera en la historia de Perú", tras provocarar que miles de personas invirtieran en sus negocios y perdieran todos sus ahorros en 1994 en una estafa piramidal.

Cerca de 250.000 peruanos pusieron sus ahorros en manos de Cheverengue durante los años 80 y 90. Manrique les ofrecía altos intereses por sus depósitos a través de la empresa de su propiedad Centro Latinoamericano de Asesoramiento Empresarial, más popular como CLAE, que había fundado en 1978. En un primer momento, algunos inversores lograban recuperar sus ahorros con intereses, pero pronto se torcieron las cosas y finalmente, en 1994, se concretó el cierre de la empresa, que dejó desamparados a miles de inversores.

Carlos Manrique prometía a sus clientes una rentabilidad de hasta el 13% mensual – los bancos daban entre el 3% y 5%- y el 100% anual. Los clientes no sospechaban de él, al contrario. Valoraban el trato directo ya que, a diferencia de lo que ocurre en los bancos, Manrique solía atenderles personalmente. Y es que era un hombre inteligente y empático y la gente confiaba ciegamente en él.

Así, Manrique comenzó a captar inversiones sin parar, que se traducían en los ahorros de miles de pequeños particulares. Se supone que el dinero iría destinado a dar solvencia a una red de empresas de CLAE, que se encargarían de pagar los intereses a los inversores.

Los inversores que pasaron a ser conocidos como 'claesistas'. Muchos de ellos eran incluso empleados de CLAE en activo y jubilados, también exmiembros de las Fuerzas Armadas, que invirtieron en la empresa todo lo que teníans, incluso la liquidación de toda su vida de trabajo.

Ni siquiera se conoce el número total de estafados debido a la hermeticidad de la empresa fraudulenta y a que no todos denunciaron. En todo caso, Manrique siempre negó que hubiera engañado a los inversores, aunque la justicia acabó probando lo contrario.

Cheverengue custodiado por la Policía

Figura pública

Carlos Manrique falleció el pasado miércoles, a los 88 años, en el Hospital Ramón Castilla II de Lima, debido a "complicaciones de salud" en "los pulmones y los riñones".

Nacido en Cuzco en 1936, estudió en escuelas públicas de su ciudad natal y en Lima, aprendió a tocar el piano y el acordeón y se graduó como profesor de matemáticas en la universidad pública Enrique Guzmán y Valle de la capital peruana.

De hecho, en los años 50 montó con su madre, Celia Cerreño, una academia que ofrecía cursos de matemáticas y música, las dos pasiones de Manrique, aunque el negocio acabó derivando en un centro de asesoramiento de tesis que pudo comenzar todo el entramado fraudulento protagonizado después por Manrique.

Y es que el centro de asesoramiento en ocasiones valoraba proyectos y buscaba financiación para ellos, con lo cual comenzaron a llegar donaciones y a gestarse el "milagro financiero" que los clientes presuponían a cualquier iniciativa en la que estuviese inmerso Manrique.

Doscientos millones en ahorros

Con una inflación en 1990 del 7.481% en Perú, el ciudadano medio prefería confiar en la presunta solvencia de CLAE, que manejaba 200 millones de dólares anuales en ahorros, antes que en cualquier banco o entidad.

Tres años después, en 1994, la inflación en Perú estaba en el 40% y CLAE comenzó a colapsar tras haber alcanzado niveles sorprendentes, ya que Manrique "llegó a mover el 40% de la liquidez del sistema financiero nacional".

Las autoridades cerraron CLAE y empezaron a destaparse las verdaderas cuentas de la empresa y sus chanchullos financieros. De hecho, en 1994, cuando la firma pasó a mejor vida, tenía cerca de 620 millones de dólares en depósitos de sus clientes, como calculó la junta liquidadora.

Una vida de color de rosa

Antes de caer en desgracia, Carlos Manrique se había convertido en los años 90 en uno de los hombres más populares de Perú. Era invitado a programas de televisión y protagonizaba páginas de sociedad, no tanto de negocios, pero eso no fue obstáculo para que fuera elegido dos veces Empresario del año por una asociación de turismo o Personaje del año 1991 para la revista Sucesos. Además, otra publicación, la revista Interamericana de Derecho Aéreo y Turismo le otorgó un galardón por su 'Destacada labor como empresario'.

La vida era color de rosa para Manrique, que seguía recibiendo inversiones y que se casó en 1993 con Violeta Mori, una empleada de CLAE, que se desempeñaba como secretaria. Manrique ya solía ir acompañado de escoltas y su boda tuvo un despligue de seguridad compuesto por una treintena de policías y medio centenar de vigilantes de seguridad.

Manrique también pasó a formar parte de la cúpula de un banco peruano y un partido llamado Movimiento Paz y Desarrollo lo propuso como candidato a la presidencia de Perú para las elecciones de 1995.

"Banca paralela" o "informal"

Los clientes y los medios identificaban a la empresa CLAE como una modalidad de banca paralela" o "banca informal" y no existían leyes que permitieran controlar o intervenir a este tipo de empresas. Pero a partir de 1991, el Gobierno peruano promulgó una ley con el objetivo de regularlas, siempre y cuando se formalizaran.

Afectados por la estafa piramidal de CLAE ante una de sus instalaciones

CLAE comenzó entonces el proceso para integrarse al sistema financiero formal. Pero para lograrlo, Manrique debía demostrar primero las inversiones de su negocio y que las cuentas estuvieran en orden, pero no era así. El grupo estaba formado por hasta 89 empresas y Manrique nunca pudo demostrar que su larga lista de inversiones obtuvieran ganancias y tampoco qué hacía con los ahorros de los claeístas. Así que su compañía nunca se formalizó la integración y Manrique acabó culpando a las autoridades del fracaso.

Las autoridades intervinieron las oficinas de CLAE en Lima y en otras ciudades el 29 de abril de 1993 y en la operación se hallaron 36 millones en efectivo en diferentes inmuebles de Manrique.

El porqué de Cheverengue

Carlos Manrique negó varias veces que su negocio hubiera sido consistido en una estafa piramidal, pero la Corte Suprema ordenó el cierre definitivo de la empresa y, tras la clausura, la junta liquidadora de CLAE encontró hasta 170.000 dólares en billetes en estado de descomposición en los locales de la compañía. Manrique nunca invirtió cantidad alguna del de los que confiaron en él.

El sobrenombre de Cheverengue le llegó a Carlos Manrique tras una imitación de la que fue objeto. Su imitador habitual era Arturo Álvarez y fue quien popularizó el apodo de Cheverengue en los años 90, en un momento en que Perú le buscaban tras haberse fugado.

Arturo Álvarez, imitador de Carlos Manrique, al que 'bautizó' como Cheverengue

Álvarez le bautizó como Cheverenge porque consideraba que el propio Manrique se reía de la riqueza que atesoraba y su inusitado interés en demostrar que todo marchaba correctamente.

A la cárcel

Carlos Manrique se convirtió en 1994, tras el colapso de CLAE, en el hombre más buscado de Perú, ya que inicialmente se esfumó. Se marchó de Perú y entonces las autoridades solicitaron su captura a la Interpol. Manrique fue detenido en Miami en noviembre de aquel año, tras una operación policial llamada "Caribe", y extraditado a Perú en 1995, donde cumplió parte de una pena de ocho años de prisión por estafa y delitos financieros.

Salió libre en 2001, aunque volvió a la cárcel en 2008 y otra vez en 2011, de nuevo acusado de estafa. Desde que cumplió su última condena, apenas se supo de su vida. Eso sí, poco antes de morir volvió a reiterar que no había estafado a nadie, que "siempre se trabajó con seriedad" y que tenía "la conciencia tranquila ante Dios".

A pesar de negar sus delitos, se estima que durante los años 80 y los 90 Manrique hizo que desaparecierán los ahorros de más de 250.000 personas y las autoridades peruanas no tuvieron dificultardes en hallar a Manrique Carreño culpable de fraude y otros delitos relacionados, que resultaban más que evidentes.

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