Economía

España suspende en competitividad y se queda al nivel de Turquía o México

  • Suiza, Dinamarca e Irlanda ocupan los tres primeros lugares entre las economías de la OCDE
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero.
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España ha experimentado una cierta estabilidad competitiva durante los últimos cinco años (2019-2023). Sin embargo, en 2024, España ha descendido del puesto 36 al 40 entre los 67 países analizados, lo que señala un retroceso en su competitividad global. En relación con los países miembros de la OCDE, España ocupa el puesto 26 de los 37 países evaluados en 2024, indicando un nivel de competitividad medio-bajo dentro de este grupo. Además, este se encuentra por debajo de la media de la UE-27 y de la OCDE en 2024, siendo su puntuación de 92,8, como se observa en el informe "La competitividad como oportunidad para la mejora de nuestro bienestar" del Instituto de Estudios Económicos (IEE).

Según la OCDE, la competitividad se define como la capacidad de un país para, en condiciones de mercado abierto, producir bienes y servicios que soporten la competencia exterior, al tiempo que se mantiene y se hace crecer la renta nacional. Como demuestran los principales estudios internacionales, la competitividad es un factor crucial para el desarrollo económico sostenible de cualquier país.

Por otra parte, Suiza, Dinamarca e Irlanda ocupan los tres primeros lugares entre las economías de la OCDE clasificadas por su competitividad global en lo que va del año 2024. La posición líder de estos países se basa en sus logros continuos en los cuatro factores de competitividad medidos. Suiza, por ejemplo, destaca en eficiencia gubernamental, especialmente en la gestión de las finanzas públicas. Dinamarca, por su parte, sobresale en eficiencia empresarial, destacándose en productividad y eficiencia gracias a sus prácticas avanzadas en el uso de herramientas digitales y tecnológicas, así como en la transformación digital de las empresas.

También es importante mencionar las posiciones en el ranking de competitividad de 2024 entre los países de la OCDE de países como Alemania, el Reino Unido y Francia, que superan a España en términos de competitividad. Alemania se encuentra en el puesto 16, con una diferencia de 14,6 puntos porcentuales respecto a España. El Reino Unido ocupa el puesto 18, superando a España por 11,8 puntos porcentuales, y Francia está en el puesto 21, con una ventaja de 10,2 puntos porcentuales sobre España.

No obstante, aunque España se sitúa en una posición intermedia en el ranking global, es destacable comentar que está mostrando áreas de mejora, similares a las de años anteriores, particularmente en finanzas públicas, fiscalidad, empleo y legislación empresarial, aspectos críticos para el fomento de un entorno competitivo. Por ejemplo, en 2023, entre sus principales debilidades destacaron una alta tasa de desempleo (desempeño económico), una legislación laboral inadecuada (eficiencia gubernamental), la necesidad de reformas económicas y sociales (eficiencia empresarial) y una legislación insuficiente en investigación científica (infraestructuras). Este perfil poco competitivo de España destaca la importancia de continuar con reformas estructurales y políticas que impulsen la competitividad y el crecimiento económico sostenible.

Retos de futuro

La situación, por tanto, es preocupante, porque, lejos de atajarse, se ve cómo se viene agravando año tras año. La economía española debe enfrentarse a importantes retos como el cambio que se está produciendo en la globalización de los mercados internacionales, con un mayor protagonismo de países como China e India, con un gran potencial exportador de productos y servicios con mayor valor añadido, o de los efectos de la ruptura de las cadenas de suministros y cambios que se están produciendo en las cadenas de valor globales y que afectarían a nuestras principales industrias y servicios avanzados. Asimismo, la irrupción de nuevas tecnologías, como la inteligencia artificial y los desafíos que se derivan de los compromisos en materia de sostenibilidad y del ámbito demográfico, exigen más allá de un refuerzo de las ayudas a la inversión que proceden de los Fondos Europeos. Se necesitan cambios institucionales y reformas estructurales en la economía española que permitan flexibilizar los mercados de factores y productos y que se traduzcan en un aumento de la competencia, garantía de un mayor éxito empresarial en los mercados.

El Instituto de Estudios Económicos pide apoyar la reindustrialización de la economía española y garantizar cierta autonomía estratégica, resaltando la importancia de aumentar el apoyo a la I+D+i. La innovación, junto con talento y trabajadores especializados, son cruciales para obtener mayores ganancias en las cadenas de valor. El sector industrial, el más expuesto a la competencia internacional, está perdiendo peso en la economía debido a una baja productividad y competitividad. Es urgente adoptar políticas para incrementar la productividad, fomentar el desarrollo tecnológico, mejorar el capital humano y reformar el mercado laboral. También se necesita mejorar infraestructuras y el contexto administrativo, fiscal y financiero, especialmente para las pymes, que son esenciales para la creación de riqueza y empleo.

La competitividad en precio de los bienes y servicios comercializables internacionalmente de España ha mostrado una evolución desfavorable, especialmente durante el periodo precrisis financiera, sin recuperación en ciclos económicos posteriores. Entre 2020 y 2023, esta pérdida de competitividad se ha agravado con respecto a los países de la UE-27. Las exportaciones de manufacturas industriales destacan las dificultades competitivas del sector, afectadas por el encarecimiento de los precios de los bienes intermedios y de capital.

Tras la crisis de la COVID-19 y los conflictos geopolíticos, los costes laborales unitarios en España se han encarecido en comparación con los países de la eurozona. Esto se debe a una peor evolución de la productividad, lo que ha llevado a una pérdida de competitividad entre 2020 y 2023.

Desde la crisis financiera y de deuda pública, la economía española ha aumentado su apertura exterior, con una mayor participación de exportaciones en la producción total y un crecimiento de la base exportadora regular. Este reequilibrio hacia la demanda externa ha ocurrido en un contexto de creciente competencia internacional, especialmente de economías emergentes del sudeste asiático y China. A pesar de la tendencia descendente, España ha mantenido su cuota mundial de exportaciones en torno al 1,8%. En comparación, Francia y Alemania han experimentado una mayor caída en sus cuotas, situándose aún por encima de España con 3,4% y 7,4% respectivamente.

Por ende, poniendo el foco en España, se podría pensar que estamos en una buena posición de competitividad internacional debido a la evolución de algunos indicadores tras la crisis financiera y de deuda pública.

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