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La primera economía europea, que el pasado fin de semana celebró el 60 aniversario del nacimiento oficial de la República Federal de Alemania, atraviesa la peor crisis en décadas. Los rigores de la recesión global se han cebado con la primera potencia exportadora del planeta.
Hay que remontarse a los años de la Gran Depresión desencadenada por el crack de 1929 para hallar una debacle parecida de la economía germana.
Poco impacto en el mercado laboral
Entonces, el Producto Interior Bruto (PIB) se desplomó un 27,4% entre 1930 y 1932. La actual recesión ha provocado ya cuatro trimestres consecutivos de retroceso del PIB. De enero a marzo, la economía cayó un 3,8%, para arrastrar la tasa interanual hasta el 6,9% negativo. Son las peores cifras de toda la zona euro, junto con las de Irlanda, y tan sólo superadas en el conjunto de la Unión Europea (UE) por el desplome de los países bálticos.
En el trasfondo, la brusca caída de la demanda internacional, que en el conjunto del año hará retroceder las exportaciones alemanas alrededor de un 20%. Sorprende, pues, con estos datos, el escaso impacto que la crisis ha tenido hasta el momento en el mercado de trabajo alemán. El último registro disponible, correspondiente al mes de abril, habla de algo menos de 3,6 millones de parados, un 8,6% de la población activa. Aproximadamente, pues, una tasa la mitad que en España, cuando en nuestro país el PIB se redujo en un año el 3%, muy por debajo de la debacle alemana.
Una resistencia del mercado laboral germano que se explica, en parte, por el fenómeno del denominado Kurzarbeit, las ayudas estatales a la jornada reducida. Unmecanismo por el cual las empresas con dificultades pueden reducir la jornada laboral de sus trabajadores para ahorrar costes.
Un millón y medio de jornadas reducidas
Para acogerse a la medida, es necesario que las empresas acrediten haber perdido más del 10% de sus ganancias por la crisis. A cambio, la Agencia Federal de Ocupación asume parte del sueldo y de las contribuciones sociales a cargo de la empresa.
En la actualidad, se calcula que cerca de 1,5 millones de trabajadores se encuentran en situación de jornada reducida, lo que se traduce en alrededor de medio millón de jornadas completas que dejan de trabajarse. Los críticos acusan al Gobierno de utilizar esta herramienta para maquillar las cifras del paro. Sea como sea, el Ejecutivo de Angela Merkel acaba de prorrogar las ayudas hasta los 24 meses con la esperanza que la coyuntura mejore a corto y medio plazo y las empresas vuelvan a producir a pleno rendimiento.
También lo esperan los propios empleados, para los cuales la reducción de jornada supone también un recorte en su sueldo. Eso sí, menos dinero que trabajando a jornada completa, pero más que si estuvieran en el paro. Más que el bolsillo, lo que les preocupa es su futuro más inmediato. Pese a los recientes síntomas de recuperación de la confianza en las perspectivas económicas, políticos y empresarios no se cansan de repetir que, en cuanto al mercado de trabajo, lo peor aún está por llegar.
Las previsiones oficiales hablan de 4,7millones de parados para 2010, eso pese a que la economía -según el Gobierno- volverá a crecer, aunque sea un escaso 0,5%. El paro es el principal temor de los partidos políticos de cara a los comicios generales del próximo 27 de septiembre.
Merkel aguanta pese a la crisis
Hasta el momento, la popularidad de la canciller no parece haberse resentido enexceso a raízde la crisis. Su partido, la Unión Cristiano demócrata (CDU), salvo debacle, ganará las elecciones. Los intentos del candidato socialdemócrata y ministro de Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, de aglutinar el voto de izquierdas -propuesta de aumento de impuestos a las rentasmás altas incluidas- no parecen haber surtido efecto hasta ahora.
Y es que la política fiscal, junto con el paro, promete ser el otro gran caballo de batalla de la campaña electoral. La apuesta más arriesgada, hasta el momento, la protagonizan los liberales del FDP, que acaban de aprobar un programa que incluye rebajas de impuestos por valor de 35.000millones. Mientras, la CDU y la Unión Socialcristiana (CSU), su partido hermano de Baviera, debaten también la conveniencia de atenuar la carga fiscal en época de promesas electorales, el ministro de Finanzas, el socialdemócrata Peer Steinbrück, tiembla con sólo echar un vistazo a las cuentas del Estado.
Sólo dos datos:mientras el déficit rondará este año el 4% del PIB y podría llegar al 5% en 2010, se calcula que la crisis provocará que las Administraciones Públicas recauden hasta 2012 un total de 316.000 millones de euros menos de lo previsto hace sólo medio año.
¿Hay margen, pues, para una rebaja de impuestos? Apelando a la sensatez, Steinbrück asegura que no. Otra cuestión es que la sensatez tenga cabida a falta de cinco meses para unas elecciones generales.