
A la UE le quedan pocas más opciones que disponer un plan para impulsar su industria. La inteligencia artificial, por un lado, y las finanzas sostenibles, por otro, apuntalan los pilares de una estrategia a la que en las últimas semanas se ha sumado la defensa, que será el gran tema del próximo ciclo político en la UE. Se requiere un plan para el bloque. Uno, según defienden algunas de las figuras más relevantes del entramado comunitario, que se erija sobre un plan de emisión de deuda conjunta como el Plan de Recuperación. Por lo que la UE necesitará unos 500.000 millones de euros anuales para la transiciones verde y digital, según estimó el expresidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi.
El italiano delineaba la trayectoria de la enorme financiación que requerirá el bloque en "un periodo relativamente corto de tiempo". Un plan que le permita impulsar su competitividad en las tecnologías digitales y en la transición verde. La brecha respecto a Estados Unidos en términos de inversión es equivalente a medio billón de euros al año, explicó el exprimer ministro italiano, instando a impulsar la competitividad industrial europea. Una cifra que representa el 3,1% del PIB de la UE.
Otro italiano, en este caso el comisario de Economía, Paolo Gentiloni, ha venido defendiendo, en línea con otros importantes vocales europeos, es la creación de una estrategia. El espejo al que mira es el plan de Recuperación de salida de la pandemia por el cual la UE pidió de forma conjunta dinero prestado a los mercados. La fórmula, hasta la fecha extraordinaria, por la divergencia de perspectivas económicas entre los países frugales y los países del sur de Europa marcó un antes y un después para el devenir de la UE. Es por ello que, de nuevo, un plan amparado en la misma estructura podría sentar las bases para competir con Estados Unidos y China.
Porque la UE tiene aún muchos pasos que dar para no quedarse rezagada. Pasó de largo, en cierta forma, el tren de las grandes tecnológicas. No es que esté todo perdido, hay más talento en inteligencia artificial en Europa que en Estados Unidos, sin embargo, la fuga al otro lado del charco es sustancial. Según un informe del Centro de Estudios Políticos Europeos, el 22% de los investigadores avanzados en inteligencia artificial que publican en revistas relevantes son europeos, por detrás del 34% que representa China pero por delante del 20% de EEUU. "El problema es que estudian en Europa y se van a las grandes tecnológicas en Estados Unidos", explica director de investigación del CEPS, Andrea Renda.
En lo que repecta a la inversión en capital riesgo, la UE no sale muy bien parada. El análisis del CEPS muestra que el 61% de los recursos van a Estados Unidos, el 17% a China y el 6% a Europa. Los principales hubs de Europa, París, Munich, Eindhoven y Londres (considerando Reino Unido parte del Viejo continente) están totalmente fragmentados, no existe cooperación entre ellos.
La inversión en Europa en inteligencia artificial representa un 5% de la que aglutina Estados Unidos. Todo pese a que la UE erigió en 2020 una estrategia, en forma de libro blanco de la inteligencia artificial, que daría forma a un ecosistema de confianza a través de la regulación: la Ley de Inteligencia Artificial aprobada a finales del pasado año. Y a un ecosistema de excelencia aún pendiente de hacerse realidad, que atraería inversiones y crearía una industria de inteligencia artificial competitiva.
"El ecosistema de excelencia no existe", acalara el investigador del CEPS, "hay iniciativas pequeñas, asociaciones entre el sector público y privado". La última, dispuesta en febrero por la Comisión Europea, es el paquete de innovación en inteligencia artificial que busca impulsar pymes y startups en este segmento. Un informe del Banco Europeo de Inversiones de 2021 cifraba la brecha del bloque en nuevas tecnologías en 10.000 millones de euros anuales.
A falta de una respuesta conjunta, Francia decidió emprender por su mano un plan de inteligencia artificial dotado de 1,5 millones de euros. Que ir por libre sea la respuesta que necesita la industria comunitaria está por ver. El investigador del CEPS considera que Francia sola no va a ningún lado. Que su especialización universitaria y su empresa son completas pero no tienen una dimensión mínima ni una cultura emprendedora. Tampoco experiencia en políticas públicas en este segmento. Son ensayos, pruebas, intentos de dar con la fórmula de crear proyectos tecnológicos que reproduzcan los ecos de los gigantes de EEUU.
España, bajo el brazo de la secretaria de Estado de Digitalización Carme Artigas, puso en marcha actuaciones inteligentes como la creación de un Centro Europeo para la Transparencia de Algoritmos. Alemania cuenta con especialización en inteligencia artificial a nivel industrial, integrada en el internet de las cosas o con grandes centros de datos pero en ningún caso las multinacionales tecnológicas que se avistan al otro lado del charco.
Parece que los esfuerzos de la UE deben centrarse no tanto en desarrollar inteligencia artificial porque en esto lleva la avanzadilla Estados Unidos, como aplicaciones de uso para la misma, sea en medicina, en energía, en finanzas o transporte. De no hacerlo, la UE podría "perder el control y el liderazgo en otros sectores clave", juzga el investigador del CEPS.
Es una cuestión existencial. Es una cuestión de supervivencia. No solo queremos explorar la tecnología. Queremos cambiar el mundo. Evitar ir atrasados en competitividad. Si no logramos controlar estas tecnologías vamos a permanecer atrasados e incrementar los problemas en la industria", concede el investigador del CEPS.
Por mucho que le pese, la UE ha perdido las carrera por las grandes tecnológicas y debe ponerse ahora las pilas para que no suceda lo mismo con la inteligencia artificial. La nueva presidenta del Banco Europeo de Inversiones, Nadia Calviño, la incluyó entre las prioridades del brazo inversor de la UE para los próximos años. Y aunque no ha detallado cifras de inversión para el futuro, sí se sabe que en los últimos seis años ha invertido 3.200 millones de euros en proyectos relacionados con la inteligencia artificial y movilizado unos 12.300 millones.
Se trata de inversión en campos tan diversos: programas de conducción autónoma, procesos electrónicos de fabricación o diagnóstico de enfermedades. El Grupo BEI ha puesto en marcha un fondo de fondos para que las startups europeas que inviertan en innovación tecnológica puedan crecer y desarrollarse en Europa. Una iniciativa a la que España contribuye con 1.000 millones de euros de los 3.750 millones comprometidos hasta la fecha.
Justamente en el proceso de crecimiento de las startups encuentra Europa uno de sus mayores desafíos. Lo explica el investigador del think tank Brugel, que detalla que la fragmentación del mercado único se convierte en una traba para los desarrolladores que quieren hacer crecer sus empresas. La fase semilla encuentra recursos relativamente fácil, pero Estados Unidos ofrece más oportunidades para apuntar este crecimiento y con un mercado integrado.
"Nuestro mercado de capital riesgo no está lo suficientemente desarrollado", ha puntualizado el investigador de Bruegel. Por ello la UE debe resolver algunos de sus problemas estructurales. En este sentido coinciden el investigador de Bruegel y del CEPS que apuntan a mirar a áreas en las que la UE es fuerte y desarrollar aplicaciones de inteligencia artificial en estos segmentos para profundizar su ventaja competititiva.
Finanzas sostenibles
Apuntalan las finanzas sostenibles la otra pata de la estrategia de la UE para los próximos años. No es casual que el BEI haya convenido en autodenominarse el banco del clima. La transición energética acelerada por la guerra de Rusia en Ucraina y la crisis energética del pasado año han servido de catalizadores para las tecnologías limpias, dejando atrás la etapa de los combustibles fósiles.
De la mano, la UE llegó a un acuerdo el pasado febrero sobre finanzas sostenibles, una legislación con la que busca que las agencias de rating tengan en cuenta factores medioambientales, sociales y de gobernanza para emitir sus calificaciones e impulsar, de esta forma, la confianza del inversor en productos sostenibles.
La idea es, por tanto, movilizar financiación hacia estas actividades calificadas de sostenibles de una forma transparente para el inversor. En un momento en el que Estados Unidos y China han dispuesto subsidios para movilizar capital hacia la industria de las tecnologías limpias, la UE busca hacer lo mismo. Complementa su plan de inversiones para la transición verde, al amparo del Plan de Recuperación, con una regulación que busca establecer las bases para un mercado orientado a impulsar tal transición.
Una nueva etapa en defensa
Y otro de los elementos sobre la mesa es defensa. Será, justamente, el gran tema del próximo ciclo legislativo comunitario, el que emerja de las elecciones europeas de junio. Ya ha dejado el camino allanado la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que esta misma semana presentaba su estrategia industrial de defensa, dotada con 1.500 millones de euros después que haber urgido, la semana anterior, a impulsar este sector en los próximos cinco años.
La situación viene dada por la guerra de Ucrania tras la invasión militar rusa. Lo cierto es que el gasto en defensa ha obligado a repensar los propios fundamentos de la UE con la guerra a sus puertas. La exigencia de la OTAN de que esta partida suponga el 2% del PIB de los países aliados se suma ahora un nuevo movimiento desde la UE que apremia a fortalecer esta industria.
La estrategia de Bruselas insta a revisar los estatutos del BEI, que impiden destinar financiación a armamento y munición, para abrir la puerta a estas inversiones. También plantea impulsar la industria comunitaria bajo el precepto de que el 50% de las compras de armamento en 2030 sean de fabricación europea y el 40% del equipo de adquirirá en compras conjuntas.
"Europa tiene que despertar. Y yo añadiría: ¡con urgencia! Porque hay mucho en juego, nuestra libertad y prosperidad", dijo la presidenta de la Comisión Europea en su discurso en el Parlamento Europeo hace dos semanas. El riesgo de guerra "no es inminente, pero no es imposible" por lo que consideró necesario "cargar nuestra capacidad industrial en defensa en los próximos cinco años".
El mensaje está cargado de simbolismo. La alemana sentó los pilares del próximo ciclo legislativo de la UE. Uno en el que la competitividad industrial enraizará en el desarrollo de tecnologías digitales y de tecnologías limpias para no perder la carrera frente a otras grandes pontencias geopolíticas.