
El que fuera un inesperado aliado para la recuperación económica mundial puede volverse ahora en inesperado enemigo. El crudo ha superado los 60 dólares por barril y ya sube un 80% desde los mínimos del año. El bolsillo de los consumidores puede verse golpeado y los bancos centrales replantearse su política actual de tipos de interés mínimos. La primavera traía buenas noticias, pero ¿qué pasará en verano?
El barril de West Texas, de referencia en Estados Unidos, supera ya de forma holgada los 60 dólares por barril. Esto supone que en lo que va de año se ha encarecido un 39%. Pero es que desde que marcara un mínimo anual de cierre el 12 de febrero de 33,98 dólares acumula una subida del 80,7%.
Algo similar le ocurre al Brent, seguido en Europa. Desde enero ha repuntado un 32,5% y desde su mínimo anual un 52,8%.
En marzo, Analistas Financieros Internacionales (AFI) calculó que los ciudadanos españoles dispondrían de entre 10.000 y 15.000 millones de euros más en sus bolsillos para consumir por la caída del precio de los carburantes. Una buena noticia para una economía en crisis como la española, en la que el gasto de los hogares ha golpeado con fuerza al Producto Interior Bruto (PIB).
Cambio de panorama
Este efecto positivo puede desaparecer de un plumazo si los precios del petróleo continúan con su actual línea ascendente, que ya están siguiendo los carburantes y que ya se empiezan a notar en las estaciones de servicios. El precio de la gasolina ha alcanzado esta semana su segundo máximo consecutivo en lo que va de año al situarse en los 0,983 euros por litro, según los datos del Boletín Petrolero de la Unión Europea. El gasóleo se vende a 0,877 euros el litro y se sitúa a apenas 0,4 céntimos de su nivel más alto desde enero.
"El aumento de los precios del petróleo detraerá el consumo cuando todavía no se ha incrementado la disponibilidad de dinero en los hogares", advierte Alexis Ortega, de Finagentes Gestión. "Si el crudo se queda entre los 50 y los 60 dólares, posiblemente el daño sea menor para la economía", puntualiza. De hecho, considera que en este escenario el encarecimiento del petróleo tiene un aspecto positivo: "aleja el fantasma de la deflación".
Sin embargo, Ortega admite que si se inicia un proceso en el que el barril se coloca por encima de los 70 y los 80 dólares el efecto sobre la economía sería "terrible".
Para José Luis Martínez, estratega de Citi, el alza del crudo será, "sin ninguna duda", perjudicial para la recuperación económica. "Otra cosa es que consideremos que puede frustrar la muy incipiente recuperación, algo que descarto. Naturalmente, en función del nivel al alza que alcancen los precios", apostilla.
Política monetaria
El actual encarecimiento del oro negro también modificaría la actual estrategia para salir de la crisis. "Los bancos centrales podrían comenzar a replantearse su actual política monetaria de tipos bajos y barajar subidas del precio del dinero para evitar un aumento importante de la inflación que también daría al traste con la recuperación", explica.
José Luis Martínez, estratega de Citi, cree que el encarecimiento del petróleo "puede aumentar la inestabilidad de los mercados, con mayores tensiones en la deuda". En este caso, considera que estaríamos ante "una mala noticia para los bancos centrales, que pueden tener a corto plazo más complicado tomar nuevas medidas si fuera preciso o cambiar el discurso a medio plazo sobre su mantenimiento en el tiempo".