El repunte de la inflación al 3,5% de septiembre, tras experimentar su mayor incremento desde junio de 2022, está muy lejos de constituir un traspié coyuntural. Al contrario, los expertos consultados pronostican que los precios energéticos no darán tregua y mantendrán el IPC español elevado en lo que queda de 2023 hasta, como mínimo, el verano de 2024. Todo apunta a que también darán dolores de cabeza a escala europea, empezando por los datos de inflación armonizada que se conocerán este viernes.
Focalizándose en nuestro país, una de las instituciones más pesimistas es el Banco de España. El supervisor financiero augura una inflación general media para este año del 3,6% (cuatro décimas por encima de la previsión de junio), en tanto que para 2024, la situaba en el 4,3%, siete décimas más que de lo anunciado. ¿El principal culpable del empeoramiento? La energía.
Los expertos de la institución que dirige Pablo Hernández de Cos basan esta previsión en el repunte que experimentó este verano el precio del petróleo, ya que el barril se ha disparado un 23% desde junio y está este jueves en 94,12 dólares. Los efectos de la reducción del IVA en los alimentos o de las subvenciones al transporte público hasta final de año, tendrán, según la institución, una incidencia menor en el IPC.
El Banco de España sostiene que los precios de la energía se van situar hasta un 20% por encima de los registrados antes de la crisis sanitaria provocada por la pandemia por coronavirus. Así, la inflación, impulsada por la energía y los combustibles, será elevada hasta mediados de 2024.
También en Funcas avisan sobre unos precios que no darán tregua. En el caso de la Fundación, sus perspectivas se sujetan no al IPC, sino a una variable incluso más fiable a la hora de medir la inflación como es el deflactor del PIB. Dicho indicador rondará de promedio el 5% en este año y aún se situará cerca del 3,5% en el próximo ejercicio.
Volviendo al IPC, la dura realidad es que ninguno de los principales organismos privados contempla que el índice de precios al consumo pueda bajar este año del 3%. Es más, desde los centros de estudios de la Cámara de Comercio de España o de la petrolera Repsol estiman que estará en condiciones de mantener un promedio del 4%, o incluso superior.
En este contexto, las únicas buenas noticias solo pueden provenir del dato de inflación subyacente, que excluye precisamente la energía. Esta estadística estiró en septiembre la senda de moderación al ceder tres décimas, hasta el 5,8%, su menor nivel desde junio del año pasado.