
Cuando queremos ahorrar sabemos que toca recortar gastos. ¿Pero cuántos y hasta qué punto? Se sabe que si somos demasiado agresivos y nos quitamos muchos factores que nos aportan bienestar (como prescindir del gimnasio, o de todo tipo de ocio) por pura falta de adherencia dejaremos de ahorrar más pronto que tarde.
De ahí que sea importante diferenciar cuándo nos pasamos de apretarnos el cinturón hasta el punto de ser contraproducente o no. Steve Adcock es un programador y blogger norteamericano que consiguió dejar de trabajar a los 35 años junto con su pareja.
¿Cómo lo hicieron? Trabajando mucho durante 10 años y buscando continuos cambios de empresa para cobrar cada vez mejor, junto con gastar lo mínimo posible. La receta tenía en cuenta además que ambos eran programadores, un sector con buenos sueldos.
Pero, obviamente, debían gastar poco para ahorrar e invertir el excedente en busca de la ansiada 'libertad financiera'. Adcock dice ahí que, no obstante, evitaron pasarse de rígidos porque eso los habría hecho muy infelices y habrían acabado desistiendo. Es lo que llama la diferencia entre ser "frugal o tacaño".
Tras gastos no inteligentes
Aunque su patrimonio neto contenga dos comas, Adcock sigue considerándose frugal. Para él, eso no significa necesariamente gastar lo menos posible. Más bien significa gastar inteligentemente en cosas que sabes que añadirán valor a tu vida.
1. Boletos de lotería y juegos de azar
Adcock cuenta que nunca ha "jugado a la lotería y me niego a comprar un boleto", dice. Basa su razonamiento en las escasas posibilidades de que toque ese premio.
2. Garantías ampliadas en productos
Adcock no se deja convencer por una garantía ampliada, una oferta habitual para electrodomésticos y aparatos electrónicos que se venden en las grandes superficies. "Probablemente no la utilices. Es sólo un beneficio adicional para la tienda", dice.
Si compra la garantía y el producto se rompe, no hay garantía de que la reparación esté totalmente cubierta, añade. "Podrías acabar gastando más por la garantía que lo que obtienes por ella".
En lugar de recurrir a la póliza, Adcock recurre a su fondo de emergencia para cualquier reparación inesperada.
3. Ni el producto más barato, ni el más caro
Cuando compra casi cualquier cosa, Adcock suele evitar la opción más barata. Su pensamiento: "Es más probable que se rompa un producto barato antes que uno caro".
Tampoco quiere gastar más de la cuenta en el producto más caro. "Compro el que creo que me va a funcionar mejor y me va a durar más. Puede que no tenga todas las funciones y capacidades del producto de gama alta. Busco un producto intermedio", sostiene.
"Podrías comprar herramientas de gama más alta. Pero si compras una de estas marcas de tienda, te la cambian si se rompe", dice. "Para mí, ese es, con diferencia, el mejor valor a la hora de gastar dinero".